¿Vuelve la Guerra Fría?
Las claves del caso del espía ruso envenenado en Londres que ha generado la peor crisis diplomática en décadas
Ha sido un sonoro puñetazo en la mesa: los líderes de Reino Unido, Estados Unidos, Alemania y Francia han lanzado este jueves un rotundo comunicado conjunto en el que exigen a Moscú respuestas por el envenenamiento del exespía ruso Serguei Skripal, agredido con gas nervioso junto a su hija el pasado 4 de marzo en Salisbury, a unas dos horas y media de Londres. Ambos se encuentran hospitalizados, en estado crítico. Todas a una, estas naciones hacen suya la versión de la primera ministra británica Theresa May, que insiste en que sólo hay dos posibilidades: o Rusia atacó directamente a este hombre, condenado por hacer de agente doble y espiar al servicio del Kremlin y de Su Majestad, o el gobierno de Vladimir Putin ha perdido el control de la sustancia empleada, que habría acabado en "manos inadecuadas". Ambas acusaciones son graves.
Donald Trump, Angela Merkel y Emmanuel Macron denuncian junto a May que estamos ante "la primera utilización ofensiva de un agente nervioso en Europa desde la Segunda Guerra Mundial", "un asalto a la soberanía británica" que "amenaza la seguridad de todos". En el pronunciamiento, desvelado desde Downing Street, los líderes exigen a Rusia que cuente lo que sepa del ataque y de la producción del Novichok ("recién llegado" en ruso), el agente utilizado, únicamente fabricado en este país. Mientras llega la versión de Putin, estas potencias insisten en que es "altamente probable" que el complot viniera orquestado desde Moscú.
Este es el último episodio del choque diplomático más serio entre Reino Unido y Rusia desde la Guerra Fría, que ya arrastra llamadas a consultas de embajadores, expulsión de funcionarios, amenazas, reuniones encendidas del Consejo de Seguridad de la ONU y hasta advertencias de la OTAN. Todo, a las puertas de las elecciones presidenciales rusas del domingo.
A continuación te contamos paso a paso cómo hemos llegado hasta esta insólita situación.
Los hechos
El domingo 4 de marzo Serguei Skripal, de 66 años, y su hija Yulia, de 33, fueron hallados inconscientes en un banco exterior del centro comercial The Malting, en Salisbury, Inglaterra. La Policía recibió una llamada esa tarde alertando de que había una pareja comportándose de forma extraña, uno apoyado sobre el otro, con espasmos que acabaron en desmayo. Varios testigos dijeron que parecían ebrios, pero era algo más. Aún siguen en la UCI y su estado es crítico.
Al día siguiente se supo que ambos fueron envenenados "intencionadamente con el propósito de causar su muerte" con un agente nervioso identificado como Novichok, según informó la policía antiterrorista británica. Padre e hija fueron al parecer expuestos a él en su propia casa pero luego salieron de paseo y estuvieron comiendo pizza y tomando una pinta de cerveza, hasta que les hizo efecto y quedaron tirados en el banco. Se han encontrado trazos del agente en el restaurante y en el pub en el que pasaron el día, con lo que se estima que unas 500 personas pudieron haber estado expuestas en dichos espacios.
La prensa de Reino Unido sostiene que la letal sustancia pudo llegar incrustada en algunos de los "regalos de amigos" que, una semana antes, la mujer trajo desde Rusia, donde había estado de visita. Aunque algunas variantes del Novichok son líquidas, se cree que existen otras en estado sólido. También pueden esparcirse como un polvo extrafino. Si una persona inhala el agente o éste toca su piel, los efectos se harán sentir muy rápidamente. Los síntomas pueden aparecer entre 30 segundos y dos minutos después de la exposición. Cuando el agente está en polvo, puede tardar más en actuar, indica la BBC.
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Un agente doble liberado en 2010
La víctima contra la que se dirigía el ataque, Skripal, llegó a ser coronel del espionaje militar ruso. Sin embargo, su carrera se truncó en 2006, cuando fue condenado a 13 años de prisión por alta traición a su país. Su delito: haber realizado actividades de espionaje para los servicios secretos británicos, el mítico MI6. No llegó a cumplir su pena, pues en 2010 fue puesto en libertad en un intercambio de espías rusos expulsados de Estados Unidos. El canje tuvo lugar en una pista del aeropuerto de Viena, al más puro estilo de El puente de los espías, algo muy poco común desde que llegó la distensión pacífica entre EEUU y la extinta URSS.
Tras salir de prisión, se instaló junto a su familia en Reino Unido, donde se cree que continuaba trabajando para el MI6, dando clases sobre cómo actuaban los servicios de inteligencia rusos y cómo entrenan a sus infiltrados. Su vida en el país que compró sus servicios no ha sido sencilla y, de hecho, el ataque con gas nervioso ha llevado a reabrir dos expedientes que tienen que ver con la muerte de su esposa y su hijo en suelo británico. Ella, Liudmila, falleció el 23 de octubre de 2012, según su certificado oficial, por un carcinoma. Tenía 59 años. Luego Alexander, su hijo veinteañero, murió cuando visitaba San Petersburgo con su novia, el 18 de junio de 2017.
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La tesis rusa
Más allá del hecho evidente de que estamos ante un ataque de película a un señor que ha ejercido como agente doble y que eso puede hacer sospechar de sus antiguos patronos traicionados, Theresa May acusó de inmediato a a Rusia de estar involucrada en el caso porque el agente nervioso empleado ha asido fabricado exclusivamente en suelo ruso. Vil Mirzayanov, el científico que reveló el programa ruso de armas químicas y que ahora reside en Estados Unidos, ha confirmado que "solamente los rusos" fabricaron el potente Novichok usado en el atentado.
La Agencia EFE añade que numerosos expertos rusos han recordado estos días que su país destruyó por completo su arsenal químico conforme a los acuerdos internacionales y bajo la supervisión de los observadores independientes de la OPAQ, la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas.
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Sólo existe un precedente de uso del Novichok antes del ataque en suelo británico, afina el diario ruso Kommersant. Data de 1995, cuando fueron envenenados un banquero, Ivan Kovelidi, y su secretaria, Zara Ismailova. Casi una década después, fue condenado a nueve años de pena un antiguo socio de la víctima. Este caso generó el debate sobre quién tiene acceso a un material elaborado por el Gobierno, de alta peligrosidad. Para aquel ataque, el agresor compró una dosis a un empleado del Instituto estatal de investigación científica de química orgánica y tecnología, el único lugar que lo producía.
May reclamó, en su primera intervención al respecto, que Rusia aportase una explicación alternativa "creíble" que hiciera desvanecerse las sospechas, ya que con estos datos era "altamente probable" que el control de la jugada estuviera en Moscú. Si no se producía esa aclaración, lo interpretaría como un "ataque directo" a su país, "un uso ilegal de la fuerza por parte del estado ruso contra el Reino Unido".
Exigencias y represalias
May, enfurecida, dio hasta el miércoles a Rusia para que respondiese sobre el ataque, pero en paralelo activó ya su maquinaria diplomática. El lunes 12 de marzo el Foreign Office llamó a consultas al embajador ruso en Londres, lo que hizo que el martes 13 Rusia hiciera lo propio con el embajador británico en Moscú.
Como no llegaron las explicaciones exigidas, ayer por la tarde May ordenó la expulsión de 23 funcionarios rusos de su legación en Reino Unido, "la mayor expulsión en más de tres décadas", reconoció la premier en la Cámara de los Comunes . También decidió prohibir que cualquier miembro de la realeza británica acuda al Mundial de Fútbol que este verano se celebrará en Rusia y la congelación de los contactos bilaterales entre ambos países, lo que anula incluso la visita reciente que iba a realizar a Londres el ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov.
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La expulsión de los diplomáticos y el resto de medidas es "es absolutamente inaceptable e indigna", dijo como respuesta la cancillería rusa en un comunicado, en el que aseguró que la represalia de Moscú a las sanciones británicas "no tardará". Lavrov, desde el primer minuto en que May le pidió cuentas por el ataque, replicó que respondería al requerimiento británico -con ultimátum añadido- cuando Reino Unido "cumpliera con sus obligaciones", de acuerdo a la Convención de Armas Químicas, y entregase una muestra de la sustancia empleada. Sostiene que ese es el protocolo: si hay una duda que afecta a dos firmantes de la convención, como es el caso, un país debe informar al otro, y no hacer una denuncia pública.
Antes del comunicado de apoyo de las grandes potencias a May, ya ayer se había visto el discurso monolítico de Occidente en favor de Londres y pidiendo cuentas a Moscú, durante una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU a cara de perro. En ella, el embajador de Moscú en Naciones Unidas, Vassily Nebenzia, dijo que no tienen "nada que temer ni nada que esconder".
También hizo una declaración que ha sido exitosa tendencia en las redes sociales de su país: al cuestionar las acusaciones de Londres, citó al detective más famoso del mundo, Sherlock Holmes, y a su "desventurado" homólogo de Scotland Yard, el inspector Lestrade. "Lestrade se aferra a algo que está en la superficie de un crimen y tiene prisa por proporcionar conclusiones banales que Sherlock Holmes, que siempre encuentra lo que está detrás del crimen, anuló -dijo- Creo que todos podríamos beneficiarnos de tener un Sherlock Holmes con nosotros hoy".
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Sarcasmo aparte, agencias como Reuters y AFP citan a autoridades rusas como la presidenta el Senado, el presidente de la Duma o varios directores antiguos de la KGB (los servicios secretos rusos, ahora llamado Servicio Federal de Seguridad), afirmando que estamos ante "un intento de influir y presionar" de cara a las elecciones presidenciales del domingo, en las que Putin es clarísimo favorito; que "Rusia no está interesada en que ocurran este tipo de cosas" y que puede que sean los espías británicos los que estén tras el atentado, una "provocación por parte de ellos". Alguno achaca el caso a que los británicos "odian" a los rusos por haberse hecho con el mundial futbolero.
Por su parte, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, afirmó hoy que los aliados no quieren "otra Guerra Fría" y pidió a Rusia "cambiar su comportamiento" hacia el "diálogo político", tras considerar que los envenenamientos registrados en Reino Unido son "un ataque muy serio". "Cuando las tensiones se incrementan es importante tener un diálogo político, porque no queremos otra Guerra Fría", concluyó.
Ya que estamos en una trama de espionaje, queda formular la pregunta clave como en las novelas negras: ¿a quién beneficia lo que ha pasado con Skripal?
La conexión española
El caso Skripal tiene además una sorprendente conexión española. Y es que pudo ser Roberto Flórez García, un exagente del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) quien lo delatase. Lo ha revelado el diario británico The Times. Flórez García fue condenado en España en 2010 a 12 años de cárcel por un delito de "traición", tras hacerse con documentación secreta con la intención de ofrecérsela a los servicios de espionaje de Rusia. Posteriormente, la sentencia fue reducida a nueve años.
Aparentemente, Flórez se había comprometido a colaborar con los rusos y a elaborar una especie de listado de las personas de peso en el servicio de espionaje español, por lo que cobraría unos 200.000 dólares (163.000 euros aproximadamente). Entre la información clasificada que facilitó a su contacto en la embajada rusa, identificado como Petr Yakovlevich Melnikov, estaba además la colaboración de un agente del servicio militar de inteligencia ruso (GRU) con el MI6 británico. El nombre de ese agente nunca fue revelado en el juicio, aunque "todo parece indicar", según el rotativo, que se trata de Skripal, según confirmaron fuentes de los servicios de seguridad británicos.
Veneno, un clásico
El uso de veneno para matar a adversarios y espías (o intentarlo) es todo un clásico, del que están llenas las hemerotecas, las bibliotecas y las filmotecas. Aquí hemos recopilado algunos de los casos recientes más llamativos, que demuestran que la realidad siempre supera a la ficción.
Un picotazo de paraguas para Markov
Corría el año 1978, en plena Guerra Fría, y el novelista y dramaturgo búlgaro Georgi Markov, un disidente del régimen comunista de su país, vivía en Londres y trabajaba en el célebre Servicio Exterior de la BBC, así como en Radio Free Europe y en la alemana Deutsche Welle. El 7 de septiembre de aquel año, Markov salió de su trabajo en la BBC y esperaba en el cercano puente de Waterloo, sobre el Támesis, el autobús que le llevaría a casa. De pronto, sintió un pinchazo en la parte trasera del muslo derecho. Se giró y divisó a un hombre que recogía un paraguas del suelo. El señor se disculpó, cruzó el puente a toda prisa y se marchó en un taxi. Markov pensó que había sido un accidente sin importancia, pero en realidad el paraguas era un arma que le inyectó una pequeña cápsula del tamaño de un alfiler. Aquella misma noche fue hospitalizado y cuatro días después, el 11 de septiembre, murió a los 49 años de edad. La autopsia reveló que había recibido una dosis de 0,2 miligramos de ricina, un veneno 6.000 veces más tóxico que el cianuro.
El palestino Meshal y el ataque del Mossad
El 25 de septiembre de 1997, el Mossad (el servicio secreto israelí) intentó asesinar en Amán a Khaled Meshal, jefe político del movimiento islamista Hamás, ahora al frente del gobierno de Gaza. Fueron a por él en represalia por un atentado ocurrido en Jerusalén en julio de aquel año. Dos agentes del Mossad, que habían entrado en Jordania con pasaportes canadienses falsos, le esperaron ante la puerta de su oficina y uno de ellos le inyectó una sustancia venenosa en el cuello. Los agentes fueron descubiertos y arrestados. El rey Hussein amenazó con romper el acuerdo de paz entre Israel y Jordania y, con la ayuda del presidente de EEUU, Bill Clinton, exigió al Gobierno de Benjamín Netanyahu que Israel facilitara el antídoto a cambio de la liberación de los espías detenidos. Meshal, que había caído en coma, salvó así la vida y hoy sigue siendo uno de los hombres clave de Hamás.
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Yúshchenko, la cara desfigurada
En septiembre del 2004, el líder opositor ucraniano y candidato presidencial Viktor Yúshchenko, héroe de la denominada revolución naranja, empezó a encontrarse mal durante una campaña electoral muy tensa que le enfrentaba al primer ministro Viktor Yanúkovich, el favorito de Moscú. Yúshchenko fue trasladado a Viena para recibir tratamiento médico. Pese a todo, su cara empezó a desfigurarse. Tres meses después, toxicólogos austríacos y británicos determinaron que había sido envenenado con dioxina. Se sospecha que el envenenamiento se produjo durante una cena de Yanúkovich con un grupo de altos funcionarios ucranianos, el 5 de septiembre. Tras una disputa por el escrutinio, las elecciones se repitieron en diciembre del 2004 y en enero del 2005 Yanúkovich accedió a la presidencia de Ucrania, cargo en el que estuvo hasta 2010. Su rostro muestra aún las secuelas de aquel incidente.
El mediático 'caso Litvinenko'
El 1 de noviembre del 2006 el disidente ruso Aleksander Litvinenko, un exagente del KGB que había desertado, se reunió con dos rusos, también exagentes de los servicios de inteligencia, en el hotel Millenium de Londres, donde tomó un té. Horas después enfermó y fue hospitalizado. Semanas más tarde murió, a la edad de 43 años. Posteriormente se demostró que había sido envenenado con Polonio-210, una sustancia radioactiva muy tóxica producida en Rusia. Litvinenko investigaba los vínculos del Kremlin con las redes mafiosas y colaboraba con los servicios secretos británicos. El incidente provocó una crisis diplomática entre Londres y Moscú. Una investigación británica determinó que "muy probablemente" el asesinato había sido aprobado por el presidente ruso, Vladimir Putin.
El hermanastro de Kim Jong-un
El caso más reciente es el de Kim Jong-nam, hermanastro del líder de Corea del Norte, Kim Jong-un. El 13 de febrero del 2017 fue asesinado en el aeropuerto de Kuala Lumpur (Malasia) con VX, un agente neurotóxico. Mientras esperaba un vuelo, dos mujeres, una vietnamita y la otra indonesia, se le acercaron y le rociaron la cara con un líquido. Kim murió mientras era trasladado al hospital. Las dos mujeres fueron detenidas. Todas las sospechas recaen en el régimen norcoreano, que niega toda implicación. Sin embargo, según los expertos, Pioyang posee el VX.
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Otros casos sospechosos
Además, colean casos en los que no se ha confirmado envenenamiento, pero sí existen sospechas más o menos fundadas sobre ello. Es el caso de la muerte del líder palestino Yasser Arafat, muerto en noviembre de 2004 en Francia. Se le diagnosticó un trastorno sanguíneo, pero su viuda denunció homicidio, después de detectarse polonio en sus objetos, como contó una investigación de Al Jazeera. Investigadores suizos analizaron el cuerpo tras su exhumación y hallaron la misma sustancia, aunque no hubo certeza de que ello provocó su muerte. En 2016, la justicia francesa confirmó el sobreseimiento de la investigación.
Algo similar ocurre con el caso del expresidente chileno Eduardo Frei Montalva, quien falleció en enero de 1982 en una clínica. La familia asegura que varias indagaciones y análisis han determinado que hubo indicios de un envenenamiento. Sin embargo, también existen informes que afirman que, debido al deterioro de los restos, no es posible determinar la existencia de estas sustancias. Seis personas han sido señaladas como sospechosas por el ministro Alejandro Madrid, encargado del caso, por participar en el presunto magnicidio del exjefe de Estado.