El futuro del medioambiente, en manos de la economía circular
Qué es, de dónde viene y cómo se está poniendo en práctica
¿Aún no has oído hablar de esto? Pues es tiempo de familiarizarse con la economía circular, porque si no has escuchado o leído nada sobre ello, empezarás a hacerlo y mucho.
El pasado 15 de marzo, la ciudad de Sevilla fue punto de encuentro de instituciones, ayuntamientos, empresas y medios de comunicación en una jornada que sirvió para abordar el cambio hacia la implantación de este nuevo modelo económico. Ponencias y mesas redondas se sucedieron durante todo el día dejando claro que, efectivamente, la economía circular dirige la agenda de cada vez más ciudades del mundo, al tiempo que se daban respuesta a todas estas preguntas.
Se trata de un nuevo paradigma económico —y social— que plantea reducir el uso de materias primas y de energía, reutilizar los recursos y reciclar los residuos.
En definitiva, se trata de cambiar el sistema de producción lineal, basado en la obtención de materias primas, la producción, el consumo masivo y la generación de residuos por un modelo centrado en la extracción, fabricación, reciclaje y reutilización.
"En una economía circular el valor de los productos, componentes y materiales se mantienen en el ciclo productivo durante el mayor tiempo posible a niveles de máxima utilidad y la generación de residuos se reduce al mínimo", explica Elena Ruiz, project manager de Foretica, experta en economía circular y responsabilidad social corporativa.
No hay que teorizar mucho para entender el porqué de la aparición de esta nueva estrategia económica. El modelo de crecimiento puesto en marcha por los países desarrollados a lo largo del siglo XX, apoyado por el consumismo y el Estado del bienestar, ya está agotado. Los recursos de los que disponemos son limitados y finitos, y el sistema se ha convertido en insostenible a medio y largo plazo, desde el punto de vista medioambiental, económico y social. "Si continuamos con este ritmo, acabaremos consumiendo los recursos de tres planetas... Y sólo tenemos uno. Tenemos que ser conscientes de que ya no sirve el usar y tirar", advertía Óscar Martín Riva, Consejero Delegado de Ecoembes, empresa colaboradora en las jornadas de la ciudad hispalense.
Es prioritario impulsar un nuevo sistema de producción y crecimiento económico basado en los principios de la naturaleza, que reutilice o recicle los materiales y residuos que generamos para crear nuevas materias primas. Así, cerramos el ciclo de los productos incorporándolos de nuevo al mercado, dándoles una segunda vida y avanzando hacia un desarrollo más sostenible.
La pionera en el desarrollo y puesta en marcha del concepto economía circular fue la alcaldesa de París, la gaditana Anne Hidalgo. Cuando en abril de 2014 llegó al consistorio arrancó con una serie de medidas para hacer de la capital francesa una ciudad más sostenible, más social y mejor. Ahí comenzó a tomar forma y aunque no existía un manual, entre el ayuntamiento, los ciudadanos y las empresas comenzaron a trazar el mapa de este nuevo paradigma con 75 propuestas para París.
Un año después, en septiembre de 2015, desde allí se hizo un llamamiento al resto de ciudades europeas en favor de la economía circular y a la propuesta se sumaron, entre otras, Ámsterdam, Bruselas, Copenhague, Lisboa, Londres, Milán y Roma. A lo largo de este tiempo, el efecto llamada ha surtido efecto y se acaba de dar un paso más. El pasado 15 de marzo se firmó la Declaración de Sevilla a la que se adhirieron 60 ciudades europeas, entre ellas Sevilla, Córdoba, Granada y Logroño.
en la implantación de este nuevo paradigma. Para Stefania Giannuzzi, concejala de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Turín e invitada en las jornadas de Sevilla, "el papel de las ciudades en la implantación del nuevo modelo de desarrollo es determinante porque son las verdaderas agentes del cambio: trabajan de cara a los ciudadanos y son campos de prueba".
Hacer realidad este nuevo paradigma requiere, además del esfuerzo de los ayuntamientos, una legislación más general y el apoyo de instituciones con mayores competencias. Por no hablar del compromiso de las empresas, que ya han empezado a trabajar en el cambio, liderado por las grandes compañías y las principales organizaciones.
El 2 de diciembre de 2015, la Comisión Europea adoptó un paquete de medidas para establecer un marco global que permita la transición hacia este nuevo modelo de desarrollo económico.
El paquete consta de un plan de acciones que afectan a todo el ciclo de vida de los productos: al diseño y producción, apostando por el ecodiseño, la utilización de materias primas renovables, y la fabricación de objetos más duraderos y fáciles de reparar; al consumo, incentivando la reutilización y la reparación como forma de ahorro en los hogares; y la gestión de residuos, con la innovación y la investigación como principal arma. Un proyecto que, además de ahorrar energía y reducir el daño medioambiental, supondrá la generación de 400.000 puestos de trabajo.
Durante las mencionadas jornadas de Sevilla, Luis Planas, representante de la Dirección General de Medio Ambiente de la Comisión Europea, explicó que más de la mitad de las 54 medidas aprobadas están activas.
Por ejemplo, ya están en marcha actuaciones para detectar la obsolescencia programada e incentivar el consumo colaborativo —ropa, casa, vehículos, herramientas de bricolaje...—. En lo que a gestión de residuos se refiere, están muy avanzadas las medidas para conseguir los objetivos propuestos: reducir en 2030 el 65% de los residuos y limitar en un máximo de un 10% lo que podrá ser enviado a un vertedero. Además, se han propuesto aumentar las cifras de reciclaje de plásticos —ahora solo se recicla el 25%— y disminuir a la mitad los residuos alimentarios de aquí a entonces.