Trump promete alentar a Israel y Palestina a negociar un "gran acuerdo de paz"
La de este miércoles era una cita entre amigos. Así se han mostrado ante las cámaras: como dos líderes que se entienden y que tienen objetivos comunes, compatibles con los personales, y que marcan una nueva etapa en las relaciones entre EEUU e Israel. Nada que ver con la que se vio al final de la presidencia de Barack Obama. Así, ante un más que sonriente primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, el presidente de EEUU, Donald Trump, ha dicho que alentará a Israel y los palestinos a negociar directamente para lograr "un gran acuerdo de paz", al insistir en que para conseguirlo las dos partes "tienen que hacer compromisos". Tan cercanos han estado, que lo que se ha visto en la Casa Blanca augura malos, muy malos tiempos para la causa palestina, la contraparte a la que se le han planteado los reproches y las exigencias en este encuentro entre viejos conocidos.
Trump ha afirmado que conseguir la paz en Oriente Medio es algo "muy importante" para él y, como ya habían adelantado algunos medios, ha dejado claro que aceptará "una solución de uno o dos Estados", la que prefieran los israelíes y palestinos. Esto supone un cambio radical respecto a la política hacia Oriente Medio que ha mantenido Estados Unidos, que comparte con Europa y las grandes potencias como Rusia y China, y que se fijó la en la Conferencia de Paz de Madrid de 1991.
"Estoy mirando a una solución de dos Estados y de un Estado, me gustará la que le guste a las dos partes. Puedo vivir con cualquiera de las dos" salidas, ha dicho Trump durante una rueda de prensa conjunta con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, antes de reunirse con él en la Casa Blanca.
El republicano ha reconocido que es "más fácil" la solución de dos estados, pero no es que sea más sencilla, es que es la que ha avalado la comunidad internacional desde el año 1947, cuando una resolución de Naciones Unidas decidió partir el terreno del entonces Mandato Británico y crear dos estados, Palestina e Israel. Las guerras posteriores han ido cambiando las fronteras y las soberanías y, hoy, la ocupación israelí hace de los territorios palestinos -Gaza, Cisjordania, Jerusalén Este- espacios agujereados por colonias o blindados militarmente en los que el gabinete palestino no gobierna con plenos poderes. El propio Netanyahu se comprometió por primera vez esta solución de dos países vecinos y en paz en 2009, en el llamado discurso de Bar Ilan. La postura de dos países como solución final al conflicto es la que siempre en la historia reciente ha mantenido EEUU, como resumió el ex presidente Obama en su recordada intervención en la Asamblea General de la ONU.
LOS REQUISITOS QUE IMPONE ISRAEL
Netanyahu, sabedor del giro que supone esta frase abierta de Trump sobre lo negociado en las dos últimas décadas, no ha hablado abiertamente de un único estado, sino que ha preferido poner el foco en las condiciones que ha de cumplir la solución de dos naciones. A saber: que Palestina reconozca a Israel como "estado judío", dejando de educar, denuncia, a sus ciudadanos en la idea de que hay que destruir al adversario; y que el control militar del Valle del Jordán, frontera natural con Jordania y territorio cisjordano, palestino por tanto, quede bajo control israelí, "porque si no tendremos otro estado terrorista radical en la zona".
Palestina es, desde noviembre de 2012, un estado observador, no miembro de pleno derecho, de las Naciones Unidas. La OLP reconoció al Estado de Israel en 1988, año en el que proclamó la independencia de Palestina y renunció al uso de la violencia con fines políticos.
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Netanyahu y Trump, entrando en la Casa Blanca.
Son exigencias habituales en los últimos tiempos, cuando la hipernacionalización de Israel aboga por fijarse en el carácter religioso de un estado que alberga un 20% de población árabe, no judía, sino musulmana y cristiana. Netanyahu acusa a Palestina de redactar libros de texto o de lanzar mensajes en las mezquitas animando a aniquilar su nación -"He visto mucho odio, he visto lo que enseñan", le azuzaba Trump-, y de negar la vinculación histórica de su pueblo con este territorio. "¡Se nos llama judíos porque somos de Judea!", ha enfatizado; la zona de Judea es hoy suelo palestino ocupado por algunas de las colonias en las que residen cerca de 600.000 personas de forma ilegal, según datos de Naciones Unidas.
Sobre las colonias ilegales, condenadas por el Consejo de Seguridad de la ONU gracias a la abstención de EEUU hace dos meses, en un último gesto de la Administración Obama, Trump ha hablado poco, pero Netanyahu insistido en que "no están en el centro del conflicto". Muy pocas palabras para un tema muy espinoso, porque estas poblaciones deforman las fronteras y violan diversas normas internacionales, al transferir población ocupante a suelo ocupado.
¿SE LLEVARÁ LA EMBAJADA A JERUSALÉN?
El presidente estadounidense también ha entrado de lleno en otro de los temas polémicos y ha insistido en que le "encantaría" que se trasladase la embajada de EEUU en Israel a Jerusalén, aunque ha señalado que está tratando el tema "con sumo cuidado". "Me encantaría ver que eso sucediese", ha afirmado sobre la propuesta de trasladar la legación diplomática desde Tel Aviv, donde el resto de países tienen las embajadas, a Jerusalén, considerada capital "única e indivisible" de Israel por una norma local, no reconocida internacionalmente. Media ciudad está ocupada desde 1967 y es justo donde Palestina planea situar la capital de su pretendido estado. Netanyahu, que no ha entrado en el tema a fondo, escuchaba a Trump con satisfacción.
Ambos mandatarios han desvelado, además, que están negociando para buscar "nuevas vías para que la paz progrese" con los palestinos, en palabras del líder del conservador Likud. Ha hablado Netanyahu de una "estrategia regional", en la que "involucrar" a otros socios árabes. Trump, sorprendido, ha dicho que no pensaba que "Bibi" -como se ha referido al israelí en múltiples ocasiones- fuera a hablar en público de esta idea, pero luego ha añadido que efectivamente esa es su apuesta, buscar un acuerdo en el que países árabes potentes fuercen el acuerdo, que debe contar con la "flexibilidad" de las partes. No ha dicho Trump en qué han de ceder cada una, aunque se mostraba complacido con las exigencias impuestas por Netanyahu.
¿NUEVOS PLANTEAMIENTOS SOBRE IRÁN?
Netanyahu lleva meses hablando de un "nuevo horizonte" de relaciones con países del Golfo Pérsico o Turquía, sobre todo porque compartían su oposición a un Irán con derecho a llevar a cabo su programa nuclear. Quizá use esa cercanía de los últimos tiempos para pedirle, con el aval de EEUU, que presione a los palestinos. Está por ver.
Lo cierto es que con estos países tanto Trump como el israelí están dispuestos a ir a más porque, como ha quedado claro en su comparecencia, quieren un bloque lo más duro posible contra Teherán y sus investigaciones atómicas. Trump permitirá que "retroceda la oleada del Islam radical" en Oriente Medio, lo que abrirá "avenidas para la paz" en la región, ha aseverado Netanyahu. Y ha cerrado con una frase lapidaria: "No hay mayor defensor del pueblo judío y del estado de Israel que Donald Trump".