El Parlamento Europeo planta cara al anti-europeísmo de Trump
Es conocida la metáfora: la Unión Europea es un discreto transatlántico. Grande pero silencioso, aunque haya ahora tempestades en el Atlántico. No hace giros bruscos porque tiene a bordo 28 Estados que mantienen sus identidades y una idea propia sobre el rumbo colectivo. Tampoco tiene al frente a capitanes dotados para golpear en el terreno de juego de las emociones. Los eurócratas son expertos en resolver problemas en la compleja maquinaria bruselense, pero no tanto en pellizcar al gran público que ahora busca referentes morales en esta era de oscuro populismo. Con todo, los líderes europeos buscan con urgencia la manera de abordar el iceberg Donald Trump.
Por primera vez desde la II Guerra Mundial, quien ocupa la Casa Blanca no apoya el proyecto europeo. Donald Trump no parece entender el valor de la Unión Europea, vacuna del nacionalismo, causante último de dos guerras mundiales batalladas sobre todo en este lado del Atlántico. Millones de muertos en la memoria de una Europa que se prometió “nunca más”. Trump y su equipo han asegurado que el euro está llamado fracasar, que el Brexit es el principio del fin de la Unión Europea y que la OTAN es una institución obsoleta. La gota que ha colmado el vaso ha sido la prohibición de Trump de entrada en Estados Unidos a los ciudadanos provenientes de siete países de mayoría musulmana.
No es difícil entender por qué Trump es una amenaza para los europeos. Esta es la conclusión a la que ha llegado Donald Tusk, el presidente del Consejo Europeo, quien ha tocado la campana para tratar de despertar a los líderes sobre el riesgo que representa el iceberg Trump. En una carta a los 28 líderes, de cara a la cumbre europea de este viernes en Malta, el polaco ha asegurado que el nuevo inquilino en la Casa Blanca “es una amenaza para la UE”. La misiva concluye con una clara advertencia a los europeos: “unidos nos mantenemos, divididos nos caemos”.
En la misma línea se ha pronunciado esta tarde Federica Mogherini, jefa de la diplomacia europea. Lo ha hecho en un sentido discurso ante el Parlamento Europeo en el que ha aclarado que la medida de Trump contra algunos países de mayoría musulmana no afectará a los ciudadanos europeos que tengan doble nacionalidad, pero a renglón seguido ha asegurado Mogherini que eso no cambia un ápice su desacuerdo con la medida, “como lo están muchos en EEUU”. “En Europa hemos aprendido a celebrar cuando los muros se derrumban y los puentes se construyen”. En su intervención final, ha rematado: “A veces no estamos suficientemente orgullosos de lo que somos. Los europeos debemos creer en nosotros al menos tanto como otros creen en Europa”.
El debate del Parlamento Europeo ha servido para comprobar el rechazo que genera Donald Trump en la gran mayoría de la cámara. El alemán Manfred Weber, portavoz del Partido Popular, ha sugerido que cuando un país justifica la tortura se convierte en un Estado criminal. El jefe de los socialistas Gianni Pittella ha ido más lejos al alertar sobre el riesgo de infravalorar a Trump, “como hicimos en el pasado con otros que terminaron convirtiéndose en dictadores”. El liberal Guy Verhofstadt ha concluido: “Europa debe contraatacar. Lideremos la lucha por el mundo libre. Ahora o nunca”. Y la líder verde, Ska Keller, ha aprovechado para remover la conciencia: “¿No tenemos nosotros también muros y vallas? Tenemos que demostrar claramente del lado en el que estamos”.
LA TIBIEZA DEL PRESIDENTE DEL PARLAMENTO
La contundencia de las críticas a Trump ha contrastado con el papel jugado por el nuevo presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani. Fiel a su promesa de guardar un papel menor, de no ser un “primer ministro”, como prometió para asegurarse la elección de la mano de los euroescépticos, no se ha pronunciado sobre las medidas adoptadas por Trump, ni siquiera cuando una parlamentaria le ha invitado a hacerlo. “Mi posición será la que decida el Parlamento”. Al lado de su antecesor Martin Schulz, Tajani lleva camino de ser una estatua.
Más allá del rechazo a Trump, el debate parlamentario ha servido como lluvia de ideas para las medidas concretas que la UE debe adoptar. Los socialistas españoles han tomado la iniciativa al proponer a primera hora del día que se rechace el plácet a Ted Malloch, el nuevo embajador que Trump planea nombrar ante la Unión Europea, una propuesta respaldada horas después por los populares. En una entrevista en la BBC, Malloch aseguró que quizás su experiencia en el pasado para contribuir a la desintegración de la Unión Soviética le pueda guiar ahora en su nueva tarea. También ha apostado por el colapso del euro dentro de poco.
"EUROPA DEBERÍA ESTAR CERRADA A CAL Y CANTO"
Los socialistas también quieren que Mogherini llame a consultas al embajador de la UE en Washington y que los Estados miembros no inviten o reciban al presidente Trump mientras mantenga su política de “hostilidad, desprecio y ausencia de respeto a los derechos humanos”. “Mientras siga esta tendencia, la puerta de Europa debería estar cerrada a cal y canto”, ha dicho Pittella ante el pleno. La propuesta socialista se hace eco de una gran movilización ciudadana en Reino Unido, donde se han recogido más de 1,6 millones de firmas para pedir a Theresa May que anule la invitación que ha trasladado a Trump para que visite Londres este año.
Más allá de la expresión de indignación que empieza a emerger en los líderes europeos ante las sacudidas de Donald Trump, la principal tarea europea es tapar las vías de agua internas que merman su credibilidad. Es la opinión de Pol Morillas, investigador principal del CIDOB. “No es útil adoptar una actitud de confrontación, eso no dará réditos. Lo que debe hacer Europa es resolver su falta de eficacia. No es útil hablar de ser un contrapeso a Estados Unidos, lo que importa es resolver la crisis de refugiados, afrontar bien las negociaciones del brexit, donde se equivocarán los líderes europeos si piensan que lo que les conviene es alienar a May”, explica Morillas a El Huffington Post.
Será este viernes en Valleta cuando los 28 líderes europeos se reunirán por primera vez desde la llegada de Trump a la Casa Blanca. La búsqueda de la unidad, sobre la base de la carta enviada por Donald Tusk, será la gran prioridad, aunque no será fácil lograrla. “Es ingenuo pensar que vamos a poder adoptar un tono de confrontación con Trump, con lo que nos ha costado tener una posición firme con Rusia. No olvidemos que Estados Unidos es el valedor de nuestra seguridad y nuestro primer socio comercial. Pero necesitamos reafirmar nuestros valores y resolver primero nuestros propios asuntos para tener credibilidad”, concluye Pol Morillas.
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