Así sería hoy el (imposible) viaje de los Reyes Magos
¿Se imaginan la escena hoy? Un niño nacido de unos padres que huyen, sin techo, cobijados entre animales, un bebé nada caucásico parido sin asistencia médica, sin papeles, sin censar, y en pleno Oriente Medio. Un refugiado, vaya.
Seguro que encontraría buena gente con alma de pastor amable como la que esta Navidad se afana en Esmirna (Turquía) o en Zaatari (Jordania) en ayudar a los exiliados de la guerra, el fanatismo y la pobreza. Sin embargo, más complicado sería verlo agasajado por mandatarios, que una cosa es hacerse la foto solidaria y otra postrarse a sus pies, pese a que El Niño, cualquier niño, es un dios al que hay que regalar, para empezar, vida, esperanza e ilusión.
2017 años hace que se celebró la primera Epifanía, el momento en el que tres reyes orientales y magos reconocieron a un bebé judío nacido en Palestina como el salvador del mundo, según la tradición cristiana, y el mundo sigue lleno de gente que escapa, de conflictos abiertos, de asesinos como Herodes. Y ha sumado fronteras, pasaportes, leyes, muros, que complicarían aún más el viaje tortuoso de Melchor, Gaspar y Baltasar.
Esta noche, mientras esperen a sus majestades con leche, galletas y el corazón ansioso, caigan en la cuenta de que no, de que hoy para Jesús no habría regalos, porque sus Reyes no podrían acercarse ni de lejos a su portal. De que igual vuelan por el cielo con sus camellos cargados de regalos, pero que por tierra, como hace 21 siglos, no, no habría manera, tan negro y complicado se ha vuelto el mundo por los países que han de recorrer hasta Belén, Cisjordania, Palestina ocupada por Israel desde 1967. Tres supuestos reyes. Magos. Alquimistas. Astrónomos. Astrólogos. Raros. Un afgano, un iraquí y un iraní. Y contrabandeando con oro, incienso y mirra, sobre todo, la inquietante mirra. Muy sospechoso todo como para dejarlos pasar.
DE DÓNDE VENÍAN LOS TRES REYES
Pese a la fuerza de la tradición de los Reyes Magos en España o en territorios que estuvieron bajo su influencia como Flandes, apenas hay referencias en las que anclar su historia. Sólo hay una alusión a ellos en uno de los llamados Evangelios ortodoxos, en el de Mateo, donde que da cuenta de unos sabios que llegaron a Belén buscando al “rey de los judíos” que había nacido y le ofrecieron los tres regalos ya conocidos. No hay ninguna referencia más en la Biblia. Es en textos posteriores y en evangelios apócrifos, sobre todo del siglo V en adelante, en los que se ha afianzado la idea del origen, número y condición de estos tres monarcas.
Relecturas, añadidos, tradición oral... Así se fueron sumando detalles con el paso de los siglos, que acabaron por cuajar la historia de que Melchor, Gaspar y Baltasar venían de países de Oriente, que alertados por un gran acontecimiento montaron una expedición con sus sirvientes desde Persia, Babilonia y Asia Central, aunque no se especifica de qué lugares exactamente. Si situamos estas referencias sobre el mapamundi actual, estaríamos hablando de Irán, Irak y Afganistán o quizá, Paquistán -hay referencias que sitúan la caravana más al sur del continente asiático-. Por la zona y el tiempo histórico, se cree posible que profesaran el zoroastrismo, una religión fundada por Zoroastro o Zaratustra que defiende, entre otros postulados, el libre albedrío del hombre para elegir entre el bien y el mal, hasta el rendimiento de cuentas final de la muerte.
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¿POR DÓNDE SE HACE EL VIAJE?
Los reyes serían, pues, extranjeros en la zona donde nació Jesús, diferentes en religión y costumbres, puede que hasta con otro color de piel o con ojos semirasgados. Era así entonces y es así ahora, gente diferente cruzando de país en país en territorio comanche. Su ruta hoy debería pasar por países mayoritariamente musulmanes, tanto suníes como chiíes, algunos de ellos con extremistas dominando el terreno, otros con yihadistas armados, otros en guerra abierta.
Por ejemplo, en Afganistán, su caravana podría toparse con los talibanes que aún dominan cerca del 20% del territorio nacional, pese a la ofensiva de EEUU, con apoyo internacional, destinada a someterlos tras los atentados del 11-S en Nueva York. Cada zona, pese al gobierno central de Kabul, mantiene leyes no escritas propias de señores de la guerra, asaltadores, contrabandistas y yihadistas como los de Al Qaeda. Robos, secuestros (como el reciente de un español que trabaja para Cruz Roja), lapidaciones... Los esfuerzos para normalizar el país siguen sin dar los frutos necesarios.
Si algún rey procediera de Pakistán, igual encontrarían las cosas algo mejor, ya que la violencia cayó casi un 45 % en 2016 con respecto al año anterior debido a las operaciones de las fuerzas de seguridad en las zonas tribales y en ciudades como Karachi, pero siguen los atentados suicidas (un 212% más) y la persecución sectaria está a la orden del día, igualmente por la presencia de talibanes y la imposición de la sharia o ley islámica.
En Irak, deberían cruzar por las líneas del frente abierto en la guerra contra el Estado Islámico, en un intento del Gobierno local, apoyado especialmente por EEUU, de neutralizar a los yihadistas. El pasado 17 de octubre las tropas iraquíes y del Kurdistán iraquí lanzaron una gran ofensiva militar para intentar arrebatar a ISIS la provincia de Nínive, de la que Mosul es capital, y que fue conquistada por los yihadistas en 2014. Se calcula que en tres meses 115.000 personas han tenido que abandonar sus hogares por el avance de los combates, en los que diversas ONG están denunciando el uso de escudos humanos por parte del ISIS. Los reyes podrían ser unos rehenes ideales para chantajear a la comunidad internacional.
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Un grupo de peshmergas, en la batalla por Mosul contra el Estado Islámico.
En Irán, ahora reconciliado con Occidente tras firmar un acuerdo sobre su programa nuclear, los ayatolás, esos guardianes de la moral en la república islámica, quizá no los verían con buenos ojos. El castigo al diferente o al disidente allí es la persecución, la cárcel, el castigo físico y hasta la muerte.
¿Y CÓMO SE ACCEDE AL PORTAL?
Pongamos que superan la prueba, que los tres magos se unen desde sus distintos orígenes y siguen con su aventura siguiendo una estrella brillante. Tienen que seguir por Jordania, Israel y, de ahí, a Palestina, si tomamos el camino más corto en línea recta. Si dan un rodeo por Siria... Pues tendrán que enfrentarse a un país que afronta casi su sexto año de guerra, donde una parte importante de la población se levantó pacíficamente contra el dictador El Asad y donde la represión de sus quejas, sumada al florecimiento de grupos armados yihadistas, la persecución sectaria, el terrorismo y la aparición de actores foráneos (Rusia, EEUU, Irán, Arabia Saudí...) acabó en una guerra civil que lleva ya al menos 470.000 muertos.
Jordania sería el tramo más fácil, uno de los países más estables de Oriente Medio. A lo mejor les hacían más preguntas que de costumbre, exacerbado como está el miedo a los movimientos de forasteros en toda esa zona, en un país al que le pueden saltar las costuras en cualquier momento tras acoger a 650.000 refugiados sirios, en un país con 6,5 millones de habitantes. El ISIS también empieza a tratar de ganar adeptos dentro.
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Protesta de la ONG Pallasos en Rebeldía en la Puerta del Sol de Madrid, simulando la detención de los Reyes Magos en el control de Belén.
Los reyes caminarían hacia el Mar Muerto -que aparece expresamente en algunas referencias medievales sobre los magos- y es entonces cuando el pasaporte les pasaría factura, posiblemente. ¿Un iraní tratando de cruzar un paso fronterizo que controla Israel al otro lado? ¿Irán e Israel? No, siguen siendo enemigos irreconciliables. Irán es el demonio para Tel Aviv, un país cuyos líderes propugnan la destrucción de Israel. Las relaciones están completamente rotas. Cualquier visita es bloqueada, bilateralmente. Uno de los tres monarcas se tendría que quedar en el camino.
Pero bueno, vamos a ponernos en lo mejor, en que al menos pasan dos de los reyes. Cruzan y ya están en suelo controlado por Israel, pero ellos necesitan entrar en Cisjordania, que es donde se encuentra Belén, a escasos minutos de Jerusalén. Cisjordania llega hasta la frontera con Jordania, pero no es Palestina quien controla ese acceso, así que la comitiva deberá cruzar controles militares para entrar en suelo internacionalmente reconocido como palestino, pero ocupado por Israel desde 1967, cuando la Guerra de los Seis Días.
Los extranjeros pueden pasar a Cisjordania como turistas -no así a Gaza, el otro gran territorio palestino-, pero los palestinos necesitan un permiso especial para poder entrar o salir de la jaula. Esos salvoconductos se otorgan por motivos de salud, estudio, trabajo o visitas religiosas y son ridículamente escasos. Los reyes pueden seguir caminando mirando la estrella, cruzando el cegador desierto, hasta que se topan con las colonias en las que residen ilegalmente casi 600.000 israelíes -son datos de la ONU-, y llegan al checkpoint, al control militar empotrado en el muro de hormigón que aísla Cisjordania. Un muro-valla de más de 70 kilómetros, condenado por la Justicia internacional. Ahí les toca interrogatorio: ¿A qué vienen? ¿Qué van a hacer? ¿Tienen amigos palestinos? ¿Van a dormir en Belén? ¿Van a comprar algo?
Es muy posible que puedan conservar sus regalos, porque el problema -los cacheos, las inspecciones, los arcos de seguridad- son más habituales a la salida que a la entrada del territorio ocupado. Pero... ¿acaso quedará algo tras su travesía? Ladrones, pagos a señores de la guerra y traficantes de personas, mordidas a funcionarios, multas o cárcel, nuevos documentos -incluso falsos-, visas... Y la intransigencia de un mundo con muros nada porosos en el que tres hombres sabios, científicos y por tanto poco de fiar, con la que se toparían en cada paso.
No, no habría tres reyes en Belén esta noche. Igual, de nuevo, un siglo de estos pueden regresar.