La asesina invisible: cómo nos daña y cómo podemos protegernos de la polución
El aire de Madrid se ha vuelto irrespirable estos días. Los niveles de dióxido de nitrógeno (NO2) alcanzaron su máximo la tarde del 27 de diciembre: superó los 200 microgramos por metro cúbico (el límite en Europa), durante varias horas seguidas, en distintas estaciones de medición de la ciudad. La que está situada en Cuatro Caminos, por ejemplo, se mantuvo por encima del límite de peligrosidad desde las 19 hasta las 23 horas.
El dióxido de nitrógeno es sólo uno de los elementos de la polución del aire, entre cuyos componentes están también el ozono, el dióxido de azufre y diferentes partículas nocivas. Pero es uno de los más frecuentes en las ciudades, puesto que lo produce la combustión a altas temperaturas en los motores de los coches o en los sistemas de calefacción.
Su alta concentración es considerada muy peligrosa por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que la asocia a posibles inflamaciones severas de las vías respiratorias. De hecho, si has notado cierta dificultad para respirar, un cansancio mayor del habitual, fatiga al hacer tareas cotidianas o malestar al hacer ejercicio, es posible que tenga que ver con la alta presencia de NO2 en el aire de la capital.
UN PROBLEMA DE SALUD PÚBLICA
Por eso, el hashtag que se ha convertido en trending topic este miércoles es #PrimeroLaSalud. En él, se han dado cita quienes aplauden la medida adoptada por el Ayuntamiento de permitir únicamente el tráfico de los automóviles con matrícula impar el 29 de diciembre y quienes critican a Manuela Carmena y minimizan la importancia de la alerta.
Pero la contaminación del aire es cualquier cosa menos una broma. Ha sido llamada, de hecho, como la "asesina invisible". Un informe del Banco Mundial, que recogía datos relativos a 2013, explicaba que la exposición a altos niveles de contaminación atmosférica provoca 5 millones de muertes prematuras al año en el mundo. Otro estudio, del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), responsabiliza al aire contaminado de más de 200.000 muertes tempranas en Estados Unidos.
La idea de que la contaminación del aire es un asunto de poca importancia no se sostiene con los datos en la mano. Más estudios, este de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), que recoge datos de más de 400 ciudades: la polución precipita la muerte de 430.000 personas al año en territorio europeo. El 85% de la población urbana de la Unión está expuesta a niveles dañinos de contaminación por dióxido, ozono y partículas contaminantes.
"La reducción de las emisiones ha conducido a mejoras en la calidad del aire en Europa, pero no son suficientes todavía para evitar el inaceptable riesgo que suponen para la salud de las personas y el medio ambiente", sostiene Hans Bruyninckx, director ejecutivo de la Agencia.
El informe de la AEMA incluye datos procedentes de España y ellos confirman que nuestro país ha logrado algunos avances, pero no rompe la trágica pauta que aparecía reflejada en el informe del Banco Mundial: aquí, la contaminación del aire causa 30.000 muertes al año y cuesta 45.000 millones de euros, más del 3% del PIB. Karmenu Vella, Comisario Europeo de Medio Ambiente ha afirmado que los informes no hacen sino "recordarnos que es necesario mantener el asunto de la contaminación del aire en los lugares más alto de la agenda política".
CÓMO NOS DAÑA EL AIRE SUCIO
Varios de los hospitales madrileños más céntricos han señalado a El Huffington Post que sus servicios de urgencias no han registrado una afluencia extraordinaria de pacientes con dolencias respiratorias en los últimos días. Pero eso no quiere decir que la polución no tenga un efecto inmediato sobre la salud de las personas.
La doctora Carmen Diego, neumóloga y coordinadora de medio ambiente de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica señala que "está demostrado que la existencia de altos niveles de contaminación provoca un mayor número de atenciones e ingresos hospitalarios, por lo que tiene un efecto inmediato sobre nuestra salud".
¿Cómo se concreta esa incidencia? "Suele traducirse en la agudización de enfermedades respiratorias crónicas, como asma o EPOC", explica la doctora. Y añade: "La contaminación es también un elemento facilitador de infecciones en las vías respiratorias. Afecta especialmente a personas en edades extremas de la vida, ancianos y niños".
En cualquier caso, los efectos más nocivos de la polución del aire tienen que ver con una exposición continuada a altos niveles de sustancias nocivas. La polución "aparece como un factor de riesgo para cáncer de pulmón y como desencadenante de enfermedades respiratorias como el asma", detalla la doctora Diego. "También afecta al sistema cardiovascular, pues aparece como factor de riesgo para el infarto de miocardio y la angina de pecho, y al sistema neurológico", añade.
RECETAS CONTRA LA BOINA TÓXICA
En las calles de las grandes ciudades, cada vez es más frecuente cruzarse con personas que han añadido una mascarilla a su atuendo. Las alertas y los picos de contaminación hacen crecer su número pero, ¿son útiles esas medidas? "Hay muchos tipos de mascarillas", explica la doctora De Diego, "y depende de cuál se utilice. Las mascarillas quirúrgicas de papel, desde luego, no sirven para nada".
¿Qué hacer, entonces, para protegerse? La neumóloga remite al sentido común: "Lo primero de todo es evitar estos picos de contaminación. Cuando se desencadena la alerta, lo más recomendable es lo más lógico: mantenerse alejado de los sitios más transitados por coches, evitar el ejercicio físico en las horas centrales para no aumentar la respiración de sustancias tóxicas, proteger a los más vulnerables del exterior"...
Concentración anual de CO2 en las ciudades europeas, AEMA
Son las recomendaciones que se repiten cada vez que una alarma rompe nuestra habitual despreocupación sobre el asunto. Y es ahí donde más trabajo queda por hacer: "Como ciudadanos de a pie", afirma la doctora, "tenemos que poner todo de nuestra parte para que los niveles altos sean cada vez menos frecuentes. Tenemos que comportarnos responsablemente y pensar en el medio y largo plazo para asegurar la limpieza del aire".
Esta responsabilidad pasa por hacer un buen uso de la calefacción, por apostar por el transporte público o por modos alternativos de transporte, por gastar energía responsablemente. En definitiva, pasa por llevar a cabo una transformación que afronte las causas de la polución y modifique nuestras maneras de comer, de movernos y de calentarnos.
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