La "broma" que sirvió para cazar al presunto pederasta de Ciudad Lineal
El inspector jefe que dirigió la Operación Candy que se saldó con la detención del presunto pederasta de Ciudad Lineal ha explicado hoy que identificaron al acusado en agosto por su "firma" ya que engañaba a las niñas diciéndoles que iban a gastar "una broma" a un familiar.
Lo ha dicho en la tercera sesión de la vista oral que se celebra desde el pasado martes en la Sección Séptima de la Audiencia Provincial de Madrid contra Antonio Ortiz, para quien la Fiscalía pide 77 años de prisión por secuestrar y agredir sexualmente a cuatro niñas.
En su declaración como testigo, el inspector jefe del Servicio de Atención a la Familia (SAF) de la Policía Nacional ha explicado que el dato de la "broma" fue crucial para identificar y detener al presunto autor de las cuatro agresiones.
Al respecto, ha contado que ya en julio la policía había reducido el grupo de 50 sospechosos a tres, entre ellos Antonio Ortiz, gracias a los detalles que aportaron las tres primeras niñas y los abundantes antecedentes policiales que este tenía.
"VAMOS A GASTAR UNA BROMA"
Pero en agosto, poco después de la cuarta agresión del día 22, los agentes hallaron que Ortiz tenía antecedentes penales al ser condenado a nueve años de prisión por una agresión sexual en 1998, si bien finalmente cumplió siete. Esta niña contó cómo el procesado se acercó a ella y le dijo "vamos a gastar una broma a tu tío y a tu abuelo".
Fue exactamente la misma frase que empleó para captar a la cuarta de las menores, el 22 de agosto de 2014 en un parque de Ciudad Lineal. En ese momento los agentes descartaron a los otros dos sospechosos porque tenían abundantes indicios hacia Ortiz.
Entre los indicios, ha enumerado el edificio de la calle Santa Virgilia donde supuestamente llevó a dos de las niñas para agredirlas sexualmente, los vehículos que empleó en los secuestros y las características físicas ofrecidas por las niñas, especialmente la última.
"Dijo que era musculado, que sudaba mucho y que le caía el sudor. Hablaba de venas muy marcadas", ha dicho el inspector jefe, que ha especificado que eso les condujo a sospechar de una persona vinculada al culturismo, que era una afición del procesado. Precisamente agredió a la menor nada más salir del gimnasio, en el que "llegaba a estar hasta seis horas".
"COMPATIBLE"
En aquel momento montaron dispositivos no solo en los parques infantiles, sino también en los gimnasios. Tanto es así que le siguieron y le identificaron al salir de su gimnasio lo que, según el inspector jefe, provocó que se diera cuenta de que estaba siendo investigado y se viera forzado a marcharse de Madrid a Santander.
Además, las comunicaciones y el posicionamiento del teléfono del acusado desvelaron el recorrido que realizó con las menores. "Todo era compatible", ha destacado.
Finalmente, la Policía vio en septiembre que su teléfono le posicionaba en Santander, por lo que se pidió autorización al juez para pincharle el aparato y controlarle 24 horas para evitar que volviera a actuar. El 24 de septiembre se le detuvo tras solicitar autorización judicial.
"Teníamos muchos indicios; si hubiésemos tenido pruebas lo hubiésemos detenido el primer día. (Los investigadores de la Policía) Se dejaron las pestañas en ello", ha apostillado el inspector jefe director de la Operación Candy.
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