Destrucción y cólera: así es la lucha de Haití tras el huracán Matthew
Haití es, desde 2010, una herida abierta. El terremoto causó más de 316.000 muertos, 350.000 heridos y dejó a más de un millón y medio de personas sin hogar. Muchos de ellos seguían sin un techo bajo el que vivir cuando el huracán Matthew llegó con sus vientos de 220 kilómetros por hora y sus lluvias torrenciales. La tormenta, que ha causado más de 900 muertos y decenas de miles de desplazados, ha resucitado una amenaza que, como salida de las grietas de la tierra, cercó a los haitianos tras el temblor: el cólera.
La enfermedad mata por deshidratación. Causada por la bacteria vibrio cholerae, provoca fuertes diarreas que literalmente vacían el organismo de algunos de los elementos imprescindibles para la vida: agua, sodio, bicarbonato y potasio. Esta dolencia intestinal, relacionada con la ingesta de aguas sin tratar, es endémica en Haití. El objetivo ahora es que no se recrudezca y eche por tierra la labor de contención que las autoridades sanitarias y las organizaciones de ayuda han llevado a cabo durante estos años.
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Una de esas ONG es Alianza por la Solidaridad, que trabajaba en la república caribeña desde antes del terremoto y que centra ahora sus esfuerzos en mantener unas mínimas condiciones de higiene. Por eso, ha reforzado su equipo habitual (dos españolas y cuatro haitianos) con un experto en agua y saneamiento y prepara “kits de higiene y dignidad” para repartir entre la población. Incluyen pasta dentífrica, guantes, toallas higiénicas, jabón antibacteriano y pastillas purificadoras de agua.
UNA DESTRUCCIÓN IMPRESIONANTE
Cristina Muñoz, coordinadora de Ayuda Humanitaria de la Alianza, explica a El Huffington Post que lo primero que hicieron tras el paso del huracán fue "colaborar en informes de evaluación sobre seguridad alimentaria en el sudeste. Esta zona no fue una de las más afectadas por el huracán, pero era donde estábamos y hemos comprobado la destrucción de hasta el 80% de las cosechas”. Su equipo se abre paso ahora hasta el extremo oeste del país, donde los daños han sido grandes.
En el camino, “están encontrándose con la destrucción y con mucha gente desesperada. Son personas que han perdido su casa y su pequeña cosecha y que están refugiadas en casas de familiares, por lo que no aparecen en las cifras oficiales”. La pérdida de los medios de vida es, para Cristina, lo más grave de la situación abierta por el huracán: “La gente puede ver que hay mil muertos y pensar que no es tan grave. Pero hay que tener en cuenta que los daños han afectado a los escasos medios de vida con los que contaba la población. Por lo tanto, la afectación no es sólo a corto plazo, sino sobre todo a medio y largo plazo, porque la capacidad de recuperación es muy baja”.
En esa idea insiste María José Agejas, portavoz de Intermón-Oxfam España y recién regresada de Haití: “El estado de ánimo allí es difícil de describir, porque hay tristeza, desesperación e incluso enfado”, relata, “pero lo más claro que te puedo decir es que hay gente hambrienta, porque ha perdido el pequeño cultivo del que vivía, ha perdido la casa en la que podía tener algo almacenado y ha perdido hasta los aperos con los que labrar”. “Cuando dejemos de contar los muertos, será cuando más muertos haya”, sentencia con tristeza.
Las lluvias, los vientos y la precariedad de las construcciones han sido la dramática alianza que ha causado una destrucción impresionante: “Es como se ve en la tele, pero en 360 grados. Son dos departamentos o provincias destruidos prácticamente por completo. Hay lugares en los que no ha quedado una sola cosecha, una sola casa, un solo árbol en pie”, describe.
AGUA LIMPIA, LA MEJOR ARMA
Agejas explica que las cifras hablan ya de 1,4 millones de personas afectadas: "Eso supone el 12% de la población total del país y por la dimensión de la tragedia, hace falta el trabajo del estado y el compromiso de los grandes donantes”. Mientras las grandes donaciones llegan, Intermón Oxfam seguirá trabajando en los campos a los que se dedica desde el terremoto de 2010: “Ya estábamos llevando a cabo campañas de prevención contra el cólera y ahora redoblamos esfuerzo. Además del reparto de kits, estamos colocando depósitos provisionales de agua, estamos reparando otros puntos de agua a los que tenemos acceso y vamos a intensificar las campañas de sensibilización con la higiene”.
Lo fundamental en la batalla contra el cólera es el agua limpia. Por eso, Cruz Roja Española ha enviado a Haití desde la República Dominicana dos plantas potabilizadoras de agua. Lo hizo el pasado 10 de octubre, el mismo día en que partió de España un avión fletado por el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación cargado con 6 toneladas de ayuda humanitaria financiadas por la Generalitat Valenciana.
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La organización, cuya delegación española ha enviado 15.000 euros de su Fondo de Emergencias a la Cruz Roja Haitiana, ha hecho un llamamiento de emergencia por valor de 6,9 millones con los que se adquirirán los bienes necesarios para brindar asistencia médica, alojamiento, agua limpia y saneamiento a unas 50.000 personas en las zonas del suroeste del país devastadas por el huracán.
Toda prevención es poca, pero ni siquiera eso basta. Médicos Sin Fronteras, la organización más dedicada a cuestiones directamente médicas de las consultadas por El Huffington Post, ha lanzado ya la voz de alerta: el riesgo de epidemia es muy alto. Además de los heridos a los que atiende, en sus propios centros o en los centros médicos haitianos en los que presta asistencia, el personal desplegado por la ONG se ha enfrentado ya a los primeros casos de cólera, el enemigo aparentemente invencible.
El 11 de octubre, en Port-à-Piment, al sur del país, atendieron a 87 personas por cólera. En la población de Les Anglais, fueron 16 pacientes los tratados por esta dolencia. En Petit Trou, donde el huracán dañó dos centros médicos locales, una clínica móvil ha atendido a 400 personas. ¿Las dolencias que presentan? Heridas, infecciones urinarias y de la piel, fiebres y diarreas… Ése es el primer síntoma del cólera. Y lo peor es que hay zonas a las que la ayuda todavía no ha llegado. Acceder a ellas, para proporcionar asistencia médica básica y evaluar las necesidades, es una de las prioridades de MSF.
La otra es continuar con la vigilancia epidemiológica, tanto en el Oeste como en el área de Puerto Príncipe, la capital. A esa tarea se dedica también Médicos del Mundo, una de las organizaciones de referencia en Haití desde 1989. A través de un comunicado, señaló este viernes que se habían confirmado 29 muertes por cólera y que el desastre ambiental puede hacer ascender la cifra de afectados a 50.000 para finales de año.
PROTEGER A LOS NIÑOS
Una de las prioridades de todas las organizaciones que trabajan sobre el terreno es proteger a los niños, especialmente vulnerables frente a los brotes de enfermedades infecciosas y menos capaces de resistir a la virulencia del cólera. UNICEFha hecho un llamamiento urgente para prestar ayuda a los más de 890.000 niños afectados por el huracán en los departamentos Sur y Gran Anse. 590.000 de esos niños necesitan asistencia humanitaria urgente, según los cálculos del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia.
Los niños son también la prioridad de Save The Children. Unni Krishnan, director general de la Unidad de Salud de Emergencia de la organización, ha expresado su preocupación por los informes que reciben: “Con cada uno de ellos, vemos que el número de casos sigue aumentando”. La rapidez en la toma de decisiones es fundamental: “Las decisiones rápidas y un liderazgo sólido puede hacer o deshacer las operaciones de ayuda. La asistencia médica, agua limpia y la información adecuada deben seguir siendo prioritarios en esta etapa”.
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Para ayudar a los niños, también debe serlo la recuperación de la normalidad. Según las primeras estimaciones, el 50% de las escuelas en Gran Anse, Sur y Puerto Príncipe han sido dañadas, lo que ha dejado sin colegio a más de 130.000 niños. Devolverlos a la escuela es fundamental: “Lo más importante ahora es que los niños vuelvan al colegio lo antes posible. Estar en la escuela da a los niños una sensación de normalidad y seguridad pese a la catástrofe”.