Al borde del Brexit, esperando a 'súper' Corbyn

Al borde del Brexit, esperando a 'súper' Corbyn

EFE

¿Es un pájaro? ¿Es un avión? No, es Jeremy Corbyn en acción. Es este el sueño más recurrente que sacude las alcobas de quienes, con el primer ministro David Cameron a la cabeza, han metido al Reino Unido en un lío extraordinario: un referéndum sobre su salida de la UE, que ahora las encuestas indican será probable, precipitando unas consecuencias catastróficas para los británicos y el resto de europeos. A menos de una semana para el voto del 23-J, y con un país conmocionado por el asesinato de la parlamentaria laborista Jo Cox, parece que sólo la movilización de los votantes laboristas de la mano de su carismático pero hasta ahora pasivo líder Jeremy Corbyn puede evitar el desastre. El asesinato de Cox, ferviente defensora de la permanencia en la UE, podría empujar al líder laborista a subir el tono.

El Brexit sería un terrible negocio para británicos y el conjunto de europeos. Sobre las consecuencias económicas para los británicos, su gobierno se ha esmerado en publicar varios estudios con detalles sobre las tempestades que esperan a su economía en caso de producirse la ruptura. El estudio publicado por el ministerio de economía británico en abril situaba las pérdidas para su PIB durante los próximos 15 años en 3,8% - en el escenario más favorable – y en un 8,2%, en el escenario más pesimista. Ello supondría una caída de ingresos por hogar entre 2.600 y 5.700 libras anuales. Aunque probablemente muchos de los partidarios de la separación británica no se han dado cuenta: el Brexit es quizás un capricho que sólo los ricos se pueden permitir. Causará estragos en los más humildes.

El Brexit dejará en el limbo a los ciudadanos europeos que viven en el Reino Unido.

El Brexit dejará en el limbo a los ciudadanos europeos que viven en el Reino Unido, que son nada menos que unos 3,3 millones, y también a los británicos que viven en otros lugares de Europa, 1,2 millones, de los que más de 300.000 viven en España. Sus derechos de los que ahora disfrutan – residir y trabajar sin una visa, acceso a las prestaciones sociales, pensiones, etc... – quedarán en el aire, pendientes de que la negociación que seguirá al Brexit entre la UE y el Reino Unido sea amistosa y pragmática, algo que, al no haber precedentes, es difícil de vaticinar.

Si los promotores del Brexit ganan será precisamente gracias a su promesa de mano dura con la inmigración, la palabra que, según acaba de revelar Google, más veces aparece vinculada al Brexit en las búsquedas de los internautas británicos. La campaña se ha empezado a escorar a favor del Brexit cuando ha sido la inmigración el tema central. Es decir, un Reino Unido independiente no será precisamente un paraíso para los foráneos. Denis MacShane, el ex ministro laborista para Asuntos Europeos, llegó a afirmar hace un mes en Bruselas que el lenguaje xenófobo que se emplea en su país para hablar de otros europeos recordaba al utilizado contra los judíos en los años 20.

LA CATÁSTROFE DEL BREXIT PARA LA UE

Más allá del terremoto bursátil que sacudirá nuestras capitales el 24 de junio, la crisis de confianza y las repercusiones en nuestra económica en la zona euro –todavía medio construida sin un armazón político sólido para enfrentarse a grandes shocks– lo peor será el efecto cascada que podría seguir al Brexit. Marine Le Pen en Francia, que encabeza algunos sondeos, ha prometido ya que hará una consulta similar a la británica en caso de llegar al poder en las elecciones presidenciales del año que viene.

Una propuesta similar a la del populista xenófobo Wilders en Holanda, cuyo partido también lidera las encuestas de intención de voto. Otros populistas anti europeos (norte, sur, este y oeste) guardan planes similares.

El golpe para la Unión Europea sería durísimo en un momento de bajísimos niveles de apoyo entre los ciudadanos europeos. La reciente encuesta elaborada por Pew Research Center, un centro de estudios situado en Washington, muestra que la imagen de la UE cae en la opinión pública europea, mostrando a un 47% de los encuestados con una imagen no favorable de la UE, frente al 51% que dicen tener una imagen positiva de la Unión. El mismo estudio señala que un 42% de los europeos son partidarios de que algunos poderes de la Unión Europea sean devueltos a los gobiernos nacionales, frente al 19% que dice ser partidario de que los Estados miembros cedan más poder a Bruselas.

Según el artículo 50 del Tratado de la UE, la negociación de la salida del Reino Unido durará un máximo de dos años, aunque podrá ser prorrogada por unanimidad de todos los Estados Miembros. El gran dilema en la estrategia para la Unión será:¿pragmatismo o dureza? Ninguna de las dos opciones parece buena. Una negociación pragmática, dado los grandes intereses económicos que hay en juego –una tesis defendida por el gobierno alemán– dará fuerza a los populistas antieuropeos de la UE, que podrán proclamar a los cuatro vientos: salir de la UE no es ningún drama, es algo fácil y ya existe un civilizado precedente británico. Por el contrario, una negociación dura será económicamente catastrófica y perjudicará a los más de tres millones de

europeos que viven ahora en Reino Unido y a los 1,2 de británicos en Europa que podrían terminar unos y otros, si las cosas se tuercen, retornando a sus países de origen con una mano delante y otra detrás.

VENTAJA DE LOS PARTIDARIOS DE LA RUPTURA

Durante la mayor parte de la campaña las encuestas han mostrado una ligera ventaja para los partidarios de permanecer en la UE, pero hace días que las tornas han cambiado. Conforme se acerca el jueves de la semana que viene los partidarios de la separación están a la cabeza y ganan distancia tanto en las encuestas telefónicas como las realizadas a través de internet. La “encuesta de encuestas” que realiza el Financial Times, tomando como referencia las siete publicadas más recientemente, sitúa ahora a los partidarios de la ruptura en un 48% frente al 43% de los que quieren permanecer en Europa.

La batalla será intensa los próximos días. Un reciente estudio de la London School of Economics asegura que el 30% de los electores decidirá esta semana final su posición

en el referéndum. Por otro lado, las encuestas señalan que los votantes laboristas son los menos movilizados y los que podrían decantar la balanza.

De los tres principales partidos británicos de ámbito nacional, sólo el Partido Laborista está posicionado sin grandes divisiones a favor de permanecer en la Unión Europea. Su grupo parlamentario está cohesionado entorno a la permanencia. Sólo 10 de sus 229 diputados votarán por la salida, frente a los 135 diputados tories (de 330) y cinco de los ministros del gobierno de Cameron que están haciendo campaña para el Brexit.

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A Jeremy Corbyn se le cuestiona su implicación con la permanencia de Reino Unido en la UE

Las encuestas muestran que los votantes laboristas son también los más pro europeístas. Entorno a un 61% apoyan la permanencia, frente al 39% de los votantes conservadores. Pero los estudios demoscópicos han sacado a la luz que la base de

votantes laboristas tienen una gran confusión sobre cuál es la posición de su partido.

Una encuesta reciente desveló que la mitad de los potenciales votantes laboristas no

saben cuál es la postura de su partido en este referéndum. Otros respondieron que el partido con el que simpatizan apoya la salida de la Unión Europea. ¿A qué se debe esta gran confusión?

La respuesta podría estar en el pasado euroescéptico de su líder y en la campaña de perfil bajísimo que está realizando. Jeremy Corbyn se fue de vacaciones cuando la campaña ya había comenzado y después se negó a compartir escenario con el primer

ministro David Cameron en ningún acto a favor de la permanencia del Reino Unido en la UE. Corbyn va a aparecer solamente en uno de los eventos televisivos sobre la campaña que las cadenas británicas elaboran estos días en prime time (lo hará en la cadena Sky tres días antes del voto).

La pasividad de Corbyn puede estar relacionada con su pasado euroescéptico. Votó en contra de la permanencia del Reino Unido en la Comunidad Económica Europea en 1975 y también rechazó el Tratado de Maastricht y el Tratado de Lisboa. Desde su llegada al liderazgo del Partido Laborista hace menos de un año ha expresado que es partidario de seguir en la UE, pero muchos no le creen. Hace dos meses el sindicalista John Sweeney, amigo de Corbyn desde hace muchos años, expresaba sus dudas: “La

idea de Brexit ha corrido por las venas de su experiencia como diputado durante cuarenta años y sólo lleva un año a favor de la UE”.

Creo que Jeremy Corbyn está diciendo que quiere la permanencia del Reino Unido en Europa para mantener al Partido Laborista unido

Algunos testimonios de votantes laboristas dan cuenta de la falta de credibilidad de las posiciones pro-europeas que tímidamente está defendiendo Corbyn. Andrew Kiermander se expresaba hace unos días en The Observer en los siguientes términos: “Soy de izquierdas y soy partidario del Brexit… Creo que Jeremy Corbyn está diciendo que quiere la permanencia del Reino Unido en Europa para mantener al Partido Laborista unido. No veo que realmente él sea partidario de quedarse en la UE”.

Los conservadores han hecho una excelente campaña del miedo, alertando a los británicos sobre los costes económicos que tendría la aventura del Brexit y los efectos sobre su bienestar. Pero el miedo no será suficiente para ganar el referéndum. Hasta

ahora ha sido Gordon Brown, ex primer ministro laborista, quien ha hecho el llamamiento más emotivo para que el Reino Unido permanezca en Europa. Al igual que hiciera en una célebre intervención para apelar a los escoceses que no se marchasen del Reino Unido, Brown ha vuelto a apelar a la historia compartida entre británicos y europeos, al pasado de violencia y al civilizado presente de diálogo e intercambio de ideas. “El Reino Unido no debe ser un miembro de la UE, debe ser un líder en la UE”, proclama Brown con su voz rocosa.

Un gran discurso de Corbyn, en el que elevara el tono de los valores de permanecer en Europa – más allá de los efectos negativos que supondría la salida para los derechos de los trabajadores, que es hasta ahora su principal mensaje de campaña - podría ser

clave en los próximos días. No sólo porque es el líder de los laboristas, sino por su gran credibilidad para muchos de sus votantes. Según una encuesta de Fabian Society, Corbyn es la figura que más confianza genera en el debate europeo para sus votantes, por encima del veterano Alan Johnson, el responsable laborista al frente de su campaña para la permanencia, y por debajo de Brown. Corbyn conecta con los jóvenes de izquierdas más recelosos del establishment, los mismos que se movilizaron para darle la victoria en su partido frente a las elites. ¿Dará un golpe en la mesa Corbyn para movilizar a los indecisos que, envueltos en sus reticencias a la inmigración, dudan sobre si ir a votar y cómo hacerlo?

La parlamentaria laborista asesinada, Jo Cox, se caracterizó por su defensa de la permanencia en la Unión Europea y también por su valentía a la hora de ensalzar el valor de la inmigración en un momento en que cada vez más votantes laboristas muestran rechazo frente a los foráneos. “Nuestras comunidades han ganado gracias a la inmigración…. Tenemos mucho más en común entre todos nosotros que las cosas que nos separan”, dijo Cox en uno de sus discursos. En uno de sus últimos tweets declaró: “La inmigración es una preocupación legítima, pero no es una buena razón para salir de la Unión Europea”.

¿Recogerá Corbyn el testigo de Cox y se empleará a fondo en estos últimos días? Se acaba el tiempo para evitar la ruptura de Europa.