¿Es positivo tener una semana de vacaciones cada dos meses de clase?
La Educación ha vuelto a colarse esta semana en la discusión social y política. Cantabria ha anunciado que a partir del curso que viene cambiará el calendario escolar a los alumnos de la comunidad, que pasarán a tener una semana de vacaciones cada dos meses de clase. La medida ha abierto un encendido debate entre los partidarios de la reforma, apoyada mayoritariamente por los profesores y los sindicatos, y los detractores, encabezados por las familias y por otros Ejecutivos regionales como el de Madrid, que ha tachado la iniciativa de “ocurrencia”.
El consejero de Educación, el socialista Ramón Ruiz -en la región gobierna el Partido Regionalista Cántabro de Miguel Ángel Revilla en coalición con los socialistas- ha argumentado en una reciente entrevista en El País que el calendario escolar estaba “irregularmente repartido”. Los defensores de la reforma destacan que lo que se ha hecho ha sido simplemente reordenar los días lectivos, que serán los mismos que en el resto de España: 175. Pero ahora se distribuirán en cinco bimestres, enmarcados entre cuatro periodos vacacionales, en lugar de los tres actuales.
Como consecuencia de la nueva distribución, que otras regiones ya habían descartado por falta de respaldo, se amplían a cuatro las evaluaciones, lo que conlleva la supresión de los exámenes de septiembre en Educación Secundaria. Como contrapartida, se adelantarán unos días las fechas de inicio del curso y se retrasará su finalización. Así, subrayan los defensores de la medida, el calendario se parecerá al que tienen otros países europeos, especialmente Francia.
"REFUERZA MÁS EL CONTROL"
Nicolás Fernández, presidente del sindicato de profesores Anpe, defiende el cambio y subraya que el acuerdo lleva aparejado otra serie de cuestiones importantes, como la reducción de ratios a 25 alumnos por clase como máximo en infantil y primaria, recuperar algunos de los recortes que se implantaron hace años y la posibilidad de que el profesorado vea reducido su horario lectivo.
El hecho de que haya más evaluaciones, apunta, “probablemente refuerza más el control y la evaluación interna”, lo que mejoraría el rendimiento académico. La Consejería de Educación insiste en ese punto, al afirmar que los alumnos son más evaluados y, así, los profesores podrán reflexionar ya antes de la Navidad sobre elementos correctores si va mal.
Entonces, ¿todo son ventajas? Los defensores creen que sí y, de hecho, el titular regional de Educación ha admitido que la polémica le ha pillado por sorpresa. Aunque reconoce que el calendario “se filtró” y el Gobierno regional no tuvo tiempo a consultar el cambio con las familias, una de las principales razones de la oposición de éstas a la reforma.
"NI AVANCE NI MEJORA"
“Estamos en unos momentos en los que se habla mucho de educación, de participación, de consenso, de sistemas educativos… y así no se avanza”, critica Jesús Salido, presidente de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (Ceapa), que insiste en que el cambio “no se puede ver ni como avance ni como mejora, sino como una forma” para que los profesores tengan fiesta, algo que niegan desde la Consejería.
Salido insiste, además, en que otra muestra de que la reforma se ha hecho de espaldas a las familias es que se ha creado una semana de fiesta la primera semana de noviembre, lo que hace que esos días sean “dificultosos” para los padres, que no tienen con quién dejar a los chavales. “Se podría haber puesto en la primera de diciembre porque ahí hay dos días de fiesta, esa semana va a ser extraña y las familias tienen más margen para adaptarse”, apunta.
El presidente de Ceapa subraya que no saben si esas semanas de fiesta van a estar los colegios abiertos para poder atender a los alumnos cuyos padres trabajen. “Tampoco sabemos si, en caso de existir esa posibilidad, va a ser de pago. No se ha dado ninguna alternativa”, lamenta. La Consejería ha afirmado que abrirá algunos centros como espacios lúdicos con comedor, que será gratuito para familias con pocos recursos, en línea con la experiencia puesta en marcha el pasado verano.
Nicolás Fernández, del sindicato de profesores Anpe, afirma que entiende esas preocupaciones, pero recuerda que ahora tampoco se garantizaba la conciliación en la semana blanca y alguna otra. “La propuesta tampoco es tan rompedora. Porque la semana de todos los santos era de jueves a domingo y ahora van a ser tres o cuatro días más. Y la de Carnaval o semana blanca ya eran dos o tres días de fiesta”, apunta.
"NO ES TAN REVOLUCIONARIO"
También rechaza el argumento de las familias de que los profesores aprovecharán para cargar de deberes a los alumnos en las semanas de fiesta. “Atosigar en esos cinco días no tiene sentido, no tiene por qué producirse y no debería ser el objetivo. Lo que no quiere decir que, como en cualquier periodo corto, se realice alguna tarea de refuerzo, de repaso, sencilla”, explica.
Razones que no convencen a las familias, que también rechazan el argumento de que este calendario es muy similar al que se utiliza en Europa. “No podemos mirar al extranjero para unas cosas sí y para otras no. Todo lo que se hace en otros países no sirve. No nos podemos fijar en el calendario y mirar hacia otro lado en la metodología que aplican fuera o en la forma en la que se dan las clases”, zanja Salido.
En esa misma dirección apunta Mario Gutiérrez, presidente del sector de Educación de la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF), quien asegura que el calendario “no es tan revolucionario” como se ha dicho, aunque se muestra reacio a que se acorten las vacaciones de verano. “Aquí las vacaciones de diciembre son más cortas comparadas con el resto de Europa. Porque allí las tienen más largas por motivos climatológicos, por la nieve. Aquí en verano no se puede dar más. En Madrid, en junio no se puede ni respirar por el calor”, subraya.
Los profesores responden que, en Educación, hay que ver la cosas con perspectiva, que la medida es reversible, que se puede evaluar cómo ha ido y, en caso de fracaso, dar marcha atrás. Es decir: tiempo de estudio para ver si el calendario cántabro alcanza el aprobado.