Claves de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Austria: ¿ultraderecha o no?
Un ultraderechista que quiere cambiar la forma de ser Presidente de la República de Austria o un veterano economista que fue un dirigente histórico de los verdes. Esas son las dos opciones por la que tendrán que optar los austriacos el domingo en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales.
En la primera vuelta, celebrada el pasado 24 de abril, Norbert Hofer, del ultraderechista Partido de la Libertad (FPOe), obtuvo un 35% de las papeletas, mientras que el independiente Alexander Van Der Bellen, se llevó el 21,3% del escrutinio. Un mes después son los únicos que aspiran a suceder al socialista Heinz Fisher.
Este domingo los austriacos están llamados a las urnas para tomar la decisión final sobre quién será su próximo presidente en los próximos seis años. El cargo del jefe del estado es tradicionalmente representativo, a pesar de que la Constitución le otorga amplios poderes.
Hasta la fecha, salvo el mandato del independiente Rudolf Kirchschläger entre 1974 y 1984 y unos meses en 2004 en el que el cargo lo ejercieron conjuntamente tres personas, el Presidente de Austria siempre ha sido o del Partido Socialista o del Partido Democristiano. Pero el sucesor del socialista Heinz Fischer no será de ninguno de los dos grandes partidos tradicionales.
En la primera vuelta, celebrada el pasado 24 de abril, el democristiano Andreas Khol, un expresidente del Parlamento, fue cuarto con un 11,2%, mientras que el socialdemócrata Rudolf Hundstorfer, hasta su candidatura ministro de Asuntos Sociales, terminó quinto con un 10,9%.
Tras la primera vuelta, los austriacos deberán decidir si su próximo presidente es el veterano Alexander Van der Bellen (72 años), que tras llevar a finales de los años 90 al partido de los verdes a sus mejores resultados, ahora se presenta como independiente. La otra opción es el ultraderechista Norbert Hofer (45 años), que es la cara amable del neonazi Partido de la Libertad (FPOe).
Ambos empezaron en política en los años 90, pero mientras que Van der Bellen tuvo una prestigiosa carrera como profesor de económicas y llegó a ser Decano de la Universidad de Viena, Hofer es un ingeniero aeronáutico que poco a poco ha ido medrando en su partido.
(Puedes seguir leyendo tras la foto...)
Alexander Van der Belle en un mitín
La principal virtud de Hofer es que ha conseguido rebajar el discurso de su líder, Heinz-Christian Stache, al que ha asesorado desde la muerte del carismático Jorg Haider en 2005. Con el eslogan de "incorrupto, honesto, bueno" dio la sorpresa en la primera vuelta y consiguió el mejor resultado de su partido en unas elecciones desde la II Guerra Mundial.
Frente a las arrugas y cara de seriedad del independiente Van der Bellen, el candidato de la ultraderecha, que anda con bastón debido a las secuelas de un accidente, siempre luce una sonrisa y no duda en demostrar sus amor por las armas. De hecho ha reconocido que a veces lleva una pistola encima y no se ha cortado a la hora de colgar fotos en Instagram en una galería de tiro.
(Puedes siguir leyendo después de la foto...)
Los austriacos tendrán que elegir entre el europeísmo de Van der Bellen y el euroescepticismo y la xenofobia de Hofer, un "lobo con piel de cordero" para muchos analistas. Aunque ambos se opondrán a firmar el TTIP, tratado de libre comercio entre la Unión Europea y Estados Unidos, pese a que lo apruebe el parlamento, sus semejanzas acaban ahí.
Hofer ha articulado un discurso populista en torno al bienestar social y la lucha contra la crisis económica dejando en un segundo plano el duro discurso tradicional de su partido. Eso sí, para el los refugiados no serán bienvenidos en su Austria.
En uno de sus debates, Hofer le echó en cara a Van der Bellen que pese a que el economista contaba con apoyos entre muchas personalidades, él tenía el apoyo del pueblo.
Lo cierto es que aunque ninguno de los dos grandes partidos, socialistas y democristianos, se han pronunciado sobre quién es su favorito, numerosos políticos socialdemócratas, incluyendo el nuevo canciller federal, Christian Kern, y también la propia Imgrad Griss, que en la primera vuelta sumó un 19% de los votos, han dejado claro que votarán por Van der Bellen.
La jefatura del Estado austríaco, un cargo protocolario pero imbuido de prestigio y visto como una referencia ética. Para algunos analistas Van Der Bellen, representa el prototipo de aspirante a este cargo, mientras que Hofer ya ha avisado que no le temblará la mano a la hora de ejercer las prerrogativas que le otorgaría la carta magna.
La Constitución austríaca ofrece al presidente federal la potestad de decidir a quién encarga la formación del gobierno sin obligación de optar por el líder del partido más votado, como sin embargo es la usanza en Austria.
Entre las competencias del presidente está la de despedir al gobierno, algo que el ultraderechista ha asegurado que hará si el ejecutivo no se muestra lo suficientemente diligente a la hora de hacer frente a la crisis migratoria y los problemas económicos del país.
Por su parte, Van der Bellen tampoco pretende ser una mera comparsa y ya ha dicho que no le tomará juramento a Heinz-Christian Stache, candidato del FPOe a jefe de Gobierno en las elecciones generales de 2018.
Aunque el exdirigente de los verdes quiere seguir el modelo de Fisher y ser un presidente tradicional, representando al país en el extranjero e internamente, mediar de forma discreta entre las fuerzas políticas. Su labor se centrará sobre todo en tratar de poner de acuerdo a los socios de la coalición de gobierno, ante la falta de mayorías absolutas.