Polémico indulto del Gobierno a una fábrica en Pontevedra: "Hay connivencia política"
El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, hizo una promesa en su programa electoral de 2009 que posiblemente ya nunca cumplirá, salvo que gobierne hasta que tenga más de 100 años. En el documento figuraba que cambiaría de ubicación la fábrica de pasta de papel Ence, pegada a la ría de Pontevedra y condenada en 2002 por delito ambiental por la contaminación de la zona. Pero el Gobierno central en funciones, también del PP, acaba de prorrogar por 60 años la concesión a la planta, que iba a expirar sin remisión en 2018.
La instalación se quedará allí, llevándose por delante la promesa de Feijóo, al que ahora la decisión del Ejecutivo de Rajoy no le parece mal. Dice digo donde antes decía Diego: que no le gusta el emplazamiento de la fábrica, pero que esa “no era la disyuntiva a debate”, sino que la “alternativa” a su continuidad era “el paro en la ciudad con más paro de Galicia”, con una tasa de más del 20%.
La prórroga a Ence ha dividido a Pontevedra entre los que creen que era necesaria para conservar cerca de 300 puestos de trabajo directos y los que califican la decisión de “hipoteca” para una ría que, denuncian, está desbordada por la contaminación por culpa de la fábrica.
"SIEMPRE HUBO UNA CONNIVENCIA ABSOLUTA"
Entre estos últimos, que reunieron a miles de personas en una protesta en la ciudad hace unos días, se encuentra Antón Masa, presidente de la Asociación en Defensa de la Ría de Pontevedra. Denuncia que la decisión del Gobierno central se debe a que “siempre hubo una connivencia absoluta” entre la dirección de la empresa y las Administraciones. Recuerda que, por ejemplo, en el consejo de administración de Ence están sentados Isabel Tocino, ministra de Medio Ambiente con Aznar, o Carlos del Álamo, exconselleiro de medio ambiente de la Xunta, del PP.
“Además hay una relación familiar clarísima: el director de la fábrica está casado con una funcionaria de la Xunta de Galicia que es subdirectora Xeral de coordinación ambiental [María José Echeverría]. Entre otras funciones tiene la de tramitar expedientes sancionadores a las empresas contaminadoras”, señala.
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Los detractores de la fábrica no entienden por qué el Gobierno improvisó una excepción reglamentaria para salvarla de la evaluación ambiental exhaustiva que marca la normativa. También señalan que la planta ha sido una de las grandes beneficiadas por los retoques de la Ley de Costas que impulsó el Gobierno de Rajoy en 2013.
Ahora, a la indignación de buena parte de la ciudadanía se une el rechazo de los partidos. Sólo el PP y Ciudadanos se han mostrado a favor de la prórroga, mientras que BNG, PSOE y Marea critican el mantenimiento de la fábrica, mandada construir en los años 50 por el franquismo sobre uno de los bancos marisqueros más ricos de la zona.
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“La contaminación de la ría tiene varios orígenes, pero el complejo de celulosa es lo fundamental”, asegura Masa, quien afirma que las tasas que está vertiendo Ence sobrepasan “bastante” lo permitido por la legislación. “Estas aguas tienen carácter de residual urbana y puedo asegurar que incumplen la legislación”, zanja.
"ERRORES" DE "HACE LUSTROS"
Una afirmación que no comparte en absoluto Ramón Vidal, secretario comarcal de UGT, un sindicato que, junto a CCOO, celebra la permanencia de la fábrica. Afirma que hay “datos europeos que dicen que los efluentes que manan de Ence están dentro de los parámetros admitidos y por debajo”. Subraya que la empresa se ha comprometido a invertir 61 millones para mejorar la eficiencia de la fábrica.
Vidal admite que “hace lustros”, cuando la empresa pertenecía “a otros organismos”, se cometieron “errores” y que tenía “efluentes contaminantes”. “Pero ahora mismo los datos que tenemos nos indican que no”, garantiza. Los defensores de la planta argumentan que la Comisión Europea ha premiado recientemente a la fábrica por sus 15 años ininterrumpidos sometida al registro EMAS de gestión y auditoría. Antonio Casal, director de la fábrica, esgrime otro dato: la calidad de aire de Pontevedra es la mejor de las ciudades de Galicia, algo que, dice, es difícilmente compatible si la fábrica contaminase tanto como dicen.
Pero los detractores subrayan que las cabinas de medición de la calidad del aire están colocadas de tal forma que no recogen la contaminación de Ence. “Nosotros lo olemos y, si viene alguien de fuera, te dice: ‘Joder, qué mal huele”, afirma Juan Loureiro, presidente de la Federación de Veciños Castelao, quien relata una anécdota para demostrar que la fábrica “claro que contamina”: “El otro día estuve con un señor mayor que tiene un limonero. Por donde está la parte de Ence, que le cae siempre, está amarillo y seco. Y la otra mitad está sano”.
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"NO PODEMOS JUGAR TAN ALEGREMENTE CON LA COMIDA"
Los empresarios, partidarios del mantenimiento de Ence, subrayan que están en juego puestos de trabajo y que tendría que tratarse de “una cosa muy muy seria para permitir que se cierre”. “No podemos jugar tan alegremente con la comida”, avisa José María Corujo, presidente de la Asociación de Empresarios de la Mediana y Pequeña Empresa Aempe. La propia compañía da sus cifras: 5.048 empleos, de los que 329 son directos, 2.402 indirectos, 1.144 indirectos secundarios y 1.173 son puestos de trabajo inducidos.
Sus detractores se preguntan cuánto trabajo habría en Pontevedra si no existiese la fábrica que, según afirman, ha reducido los empleos de las mariscadoras de 900 a sólo 200, ya que únicamente se puede recoger un tipo de almeja por culpa de la contaminación. “Recuperaríamos puestos de trabajo de mariscadores, gente del sector del mejillón que se tuvo que ir volvería, y eso genera reparación de barcos y muchos otros puestos indirectos. Medioambientalmente mejoraría y sería una de las zonas más turísticas de España. Se generaría una cantidad de trabajo enorme”, afirma Loureiro.
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Gonzalo Sancho, presidente del colectivo ambiental Vaipolorío, critica, además, que la fábrica está “reconvirtiendo” el monte gallego porque en la zona únicamente se plantean eucaliptos, un árbol que crece rápidamente y se paga mejor que otros, pero que arde con facilidad y no es autóctono. “No hay diversidad, no veo la fauna que tendría que haber. Cuando caen las hojas de eucaliptos, a duras penas crece el toxo y el helecho. Dan una acidez al suelo que lo transforma y no pueden crecer las plantas autóctonas, de las que ha habido toda la vida”, critica.
Ramón Vidal, secretario comarcal de UGT, pone el contrapunto al asegurar que el monte originario de Galicia, con árboles como el carballo (roble) y el haya, es “muy bucólico”, pero advierte de que “hay que vivir de ello”. Y zanja la discusión: “Debemos poner los pros y los contras en la balanza y nos indica que, ahora mismo, la fábrica es necesaria y, para nosotros, imprescindible”.