La ejecución de un clérigo chií y otros 46 reos en Arabia Saudí despierta la ira
La ejecución, este sábado, de 47 personas condenadas por terrorismo en Arabia Saudí, entre ellas el clérigo chií opositor Nimr Baqir al Nimr, ha sido una demostración de mano dura -la más sangrienta en 30 años- que ha encendido a la ira de la comunidad chií en Oriente Medio.
Esa ejecución en masa y simultánea, realizada en 12 zonas del país mediante decapitaciones por sable y fusilamientos, es la mayor realizada desde los años 80; desde la llegada al trono de Salman bin Abdelaziz a principios de 2015 se ha disparado la aplicación de este tipo de castigos.
El año pasado se realizaron 150 las ejecuciones en el país que sigue una estricta versión de la sharía o ley islámica, según diversas organizaciones de Derechos Humanos, una cifra muy superior a las 90 de 2014.
La mayoría de los ejecutados hoy -45 saudíes, un egipcio y un chadiano- son extremistas suníes, algunos destacados miembros de Al Qaeda, pero entre ellos figuran también cuatro chiíes como Al Nimr, que muchos consideraban sencillamente como un preso político.
Al Nimr fue detenido en julio de 2012 por apoyar los disturbios y a grupos terroristas contra las autoridades saudíes en Al Qatif, en el este del país y de mayoría chií.
Su condena a la pena capital fue confirmada el pasado octubre por el Tribunal Supremo, que le culpó de desobedecer a las autoridades e instigar a la violencia sectaria, lo que ya levantó las críticas de la comunidad chií.
También fue muy polémica la condena a muerte contra su sobrino Ali Mohamed al Nimr y otros dos jóvenes chiíes, detenidos cuando eran menores de edad.
Las reacciones hoy a la ejecución del clérigo llegaron de grupos y dirigentes chiíes de países como Irán, Baréin, el Líbano o Irak, agudizando las ya crecientes tensiones sectarias.
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El portavoz del Ministerio de Exteriores de Irán, la gran potencia chií y rival de Arabia Saudí, Hosein Yaber Ansarí, denunció "la profunda imprudencia e irresponsabilidad" del régimen saudí, y auguró que este "pagará un precio alto" por esta acción.
En el Líbano, el grupo chií Hizbulá responsabilizó a EEUU por la ejecución, al ser un aliado del régimen saudí -como también lo es gran parte de la Unión Europea-, e instó a la comunidad internacional a condenar ese "crimen odioso".
Por su parte, el vicepresidente del Consejo Superior Chií, el jeque Abdul Amir Qabalan, calificó la acción de "grave error" y "acto peligroso": "Es un crimen contra la Humanidad que tendrá repercusiones en los próximos días (...) un llamamiento a la escisión y a avivar la división", subrayó.
Esas repercusiones se vivieron ya en Barein, donde la mayoría chií se lanzó a las calles y protagonizó enfrentamientos con las fuerzas de seguridad. Los manifestantes enarbolaron fotografías de Al Nimr y entonaron lemas que pedían la muerte para la familia gobernante saudí Al Saud y contra la monarquía bareiní, que profesan el islam suní. Estas manifestaciones se extendieron por algunas zonas chiíes de la propia Arabia, a India, Líbano e incluso a ciudades europeas como Londres, donde ha habido una simbólica protesta por la connivencia de Occidente con la monarquía absoluta que ha ordenado los ajusticiamientos.
LA CONDENA DE LA UE
También la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, condenó "el uso de la pena capital en todas las circunstancias y en particular en casos de ejecuciones en masa", y alertó de que lo ocurrido puede aumentar las tensiones sectarias en la región.
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Ante las críticas, las autoridades saudíes defendieron su decisión alegando que todos fueron sometidos a juicios justos, con todas las garantías, y en aplicación de la ley islámica.
El comunicado del Ministerio del Interior anunciando las ejecuciones estaba precedido por versículos coránicos que justifican el uso de este castigo.
Del mismo modo hizo el mufti saudí, la máxima autoridad religiosa, Abdulaziz al Sheij, para quien son "legítimas" y tienen el objetivo de "defender la seguridad y estabilidad" del país.
En una rueda de prensa y al ser preguntado por Al Nimr, el portavoz de Interior, Mansur al Turki, solo indicó que "el reino saudí aplica sus fallos judiciales legales independientemente de la persona".
El analista saudí Munif al Sofaqui dijo a la Agencia Efe que el clérigo opositor "no fue condenado por ser chií sino por estar implicado en delitos de sangre".
En su opinión, el Gobierno saudí busca con estas ejecuciones "asustar y disuadir" a los terroristas y a aquellos que simpatizan con la ideología extremista, mostrándoles su "dureza" en la lucha contra esta lacra.