Un restaurante israelí ofrece descuentos a israelíes y palestinos que coman juntos
A un lado y al otro de la Línea Verde, la que marca en los mapas la división ideal entre la tierra de los israelíes y la de los palestinos, hay cosas que hermanan a los adversarios. Una esencial es la comida, compartida por todos los habitantes de Oriente Medio, profesen la religión que profesen o luzcan la bandera que luzcan. Tienen muchos platos en común, desde las hojas de parra con arroz a la halva, un dulce a base de sésamo. Pero por encima de todos está el hummus, esa deliciosa pasta de garbanzos con tahini.
¿De quién es la receta? ¿Es palestina o israelí? ¿Quién lo hace mejor? Son preguntas esenciales en ciudades como Jerusalén, con partidarios tan aferrados de una u otra respuesta que hasta acaba siendo materia de pelea nacionalista. Pero no esta vez. No en el Hummus Bar de Kfar Vitkin, una pequeña comunidad rural de Israel, a unos 40 kilómetros al norte de Tel Aviv. Allí su dueño, Kobi Tzafrir, ha lanzado una oferta de paz: hummus a mitad de precio si palestinos e israelíes comen en la misma mesa, compartiendo plato.
La iniciativa es mucho más que un guiño al otro, en mitad de una ola de violencia que ha matado ya a una cuarentena de palestinos y a nueve israelíes.
"¿Te dan miedo los árabes? ¿Te dan miedo los judíos? Con nosotros no hay árabes ni judíos. ¡Con nosotros hay gente! ¡Y hummus y falafel! Oferta especial: 50% de descuento en las mesas en las que árabes y judíos se sienten juntos", dice el mensaje que colgó en Facebook, y que ha causado una auténtica revolución.
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מפחדים מערבים? מפחדים מיהודים? אצלנו אין ערבים! אבל אין גם יהודים... אצלנו יש בני אדם! וחומוס ערבי אמיתי ומעולה!...
Desde su local, ubicado en el M Mall, un centro comercial mediano de la costa central de Israel, Tzafir cuenta vía Facebook que la iniciativa está yendo "bastante bien", que la gente la ha tomado "con agrado" y que se están formando "grupos simpáticos" en las mesas. Le alegra, dice, porque lleva semanas viendo un ambiente "complicado y triste". "Todos lo estamos pasando mal, pero por eso creo que tenemos que vivir juntos", insiste, sin querer entrar en temas más profundos. "Todos tenemos que dar pequeños pasos y ayudar", concluye.
La oferta que plantea el Hummus Bar incluye hummus "árabe" y falafel (una especie de croqueta vegetal) "judío". En su elaboración se guardan tanto las normas alimentarias kosher como las halal, las propias del judaísmo y del islam. "Que todos puedan venir", insiste el propietario.
Ante el éxito que ha tenido su iniciativa, han lanzado una campaña en Facebook para que todos los restaurantes de hummus del mundo se sumen a su oferta.
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Evidentemente, la oferta del Hummus Bar es entrañable, pero limitada. Los palestinos no pueden cruzar a Israel y los israelíes -más allá de los casi 600.000 colonos que residen ilegalmente en Jerusalén Este y Cisjordania, suelo ocupado- no pueden entrar tampoco en los territorios palestinos. Así que de la rebaja se benefician los judíos israelíes y los árabes israelíes, que constituyen el 17,5% de la población del estado; la mayoría desciende de los palestinos que quedaron en el territorio tras la creación del Estado de Israel en 1948 y, pese a tener pasaporte del adversario, son muy fieles a la causa palestina.
EFECTO CONTAGIO
En la Ciudad Vieja de San Juan de Acre, al norte de Israel, los propietarios del restaurante Al Marsa, Musa Ala y Marwan Sawaed, también se han sumado a la iniciativa de unir pueblos mediante la comida y se decidieron a invitar a cenar a los dueños de un restaurante judío vecino.
No es un gesto menor, en una ciudad donde más del 80% de la población es de origen palestino, donde las comunidades viven muy aisladas unas de otras, y donde se han producido incidentes importantes en años pasados.
"San Juan de Acre es una ciudad mixta y la situación actual en el país afecta tanto a árabes como a judíos", ha explicado Sawaed a la Agencia AFP.
Desde que comenzó la violencia se produjo una ruptura: "los árabes con los árabes, y los judíos con los judíos, y esto afecta a San Juan de Acre", se lamenta, "debemos vivir juntos para encontrar una solución", añadió, "y una mesa es el lugar indicado".