El lujo crece y se expande: el secreto de los resultados de LVMH
Pocos días después de terminar la Semana de la Moda de París, el gigante de los gigantes dentro del mundo del lujo, el grupo francés LVMH ha presentado resultados trimestrales. Ya se preveía que la evolución iba a ser buena: los resultados de la primera parte de 2015 anunciaban que la recuperación económica también llegarían a este sector.
Con las cuentas cerradas del tercer trimestre de 2015, se puede decir que LVMH ha ganado en los primeros nueve meses del año 25.000 millones de dólares (casi 22.000 millones de euros), o lo que es lo mismo un 18% más que en el mismo periodo de 2014. Se consolida también la unidad de negocio de moda y productos de marroquinería con un crecimiento del 5% en ese periodo hasta los 8.872 millones de dólares (7.758 millones de euros).
En los informes destaca Japón como uno de los mercados más potentes este trimestre con un incremento espectacular de las ventas. La unidad de negocio de bebidas, por ejemplo, ha facturado un 7% más en los primeros nueve meses del año en comparación con el mismo periodo del año anterior.
¿DÓNDE ESTÁ EL SECRETO DE LVMH?
Los buenos datos de LVMH hacen plantearse cuestiones relativas a su éxito. ¿Dónde está? Dos razones explican sus buenos resultados. En primer lugar, haber sabido reinventar sus marcas más icónicas en materia de ropa y de complementos, y en segundo lugar, la espectacular evolución de las ventas de sus bebidas más exclusivas. El coñac Hennessy, por ejemplo, se ha consolidado como la bebida de lujo exclusiva más vendida de la maison en Estados Unidos, en China y en Japón, con un crecimiento del 12%.
Por otro lado, Loewe, Dior, Kenzo, Céline y Louis Vuitton —sus marcas de ropa y complementos— han sabido encontrar sus propios orígenes y han tenido la capacidad de comunicarse con sus públicos, muy distintos entre ellos, con un resultado magnifico en cuanto a posicionamiento de cada una de las marcas. Jonathan Anderson, la apuesta más joven de la casa, está redefiniendo la mujer Loewe jugando con texturas y proporciones y apostando por la piel como sello de identificación de la firma creada por Enrique Loewe y adquirida por LVMH en 1997.
Raf Simons ha sido otro acierto. El director creativo de Dior conecta cada vez más con público joven y sofisticado sin peder la esencia de la casa. Los looks están estructurados, pero llenos de la ligereza romántica que mantuvo a flote durante su último desfile en París.
Carol Lim y Humberto Leon han sabido reinventar el ADN de Kenzo, cada vez más transgresor, mientras que Phoebe Philo ha transformado a la mujer de Céline en una nueva romántica con toques gatunos, agresivos, que abraza códigos masculinos en prendas con imponentes hombros audaces.
Nicolas Ghesquière pone la guinda en Louis Vuitton, y hace con la marca lo que realmente le da la gana y se las arregla para seguir vendiendo como rosquillas. Ya sean los trajes de chaqueta lenceros —con los que se puso de moda salir de casa como si fueras en pijama— o las nuevas tendencias ultramodernas inspiradas en un remake futurista de La Guerra de las Galaxias. Todo en LV se vende.
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