La maldición de nacer niña

La maldición de nacer niña

GTRESONLINE

Un sencillo cromosoma puede suponer una condena en algunos lugares del mundo, y una dificultad añadida en la mayoría. Si el espermatozoide más avezado trae una X, en muchos países meses después una niña verá una luz hostil bajo la que será considerada una ciudadana de segunda sin derecho a una educación, un objeto al que casar y del que abusar sexualmente, un ser al que vender, comprar y golpear. En el Día Internacional de la Niña, en el que la ONU reivindica sus derechos, están naciendo miles de bebés con la maldición del cromosoma X.

El ratio de natural de nacimientos según el género es de 105 niños frente a 100 niñas (después la proporción cambia por la mayor mortalidad de los niños). En 2013 hubo 1.330.000 abortos selectivos de niñas, según el Population Research Institute: una cada 18 segundos. En países como China, Vietnam, India y Azerbaiyán la interrupción de embarazos de niñas altera la proporción de géneros a 112:100.

Los infanticidios y la muerte de niñas por abandono o negligencia agravan las cifras: Azerbaiyán (114:100); China e India (113:100); Vietnam (112:100) y Albania (111:100).

Estos son los países donde más abortos selectivos se realizan:

31 millones de niñas en edad de estar en educación primaria no están escolarizadas, y de ellas, 17 millones nunca lo estarán (también le pasa a los niños, pero son cuatro millones menos). Otras 34 millones de adolescentes tampoco tienen la oportunidad de aprender las habilidades básicas para conseguir un trabajo y manejarse en la vida. De los 126 millones de jóvenes analfabetos del mundo, el 61% son chicas, según UNESCO.

¿Qué se lo impide? La pobreza, porque no pueden pagar las tasas escolares ni pueden dejar de aportar su trabajo al núcleo familiar. La cultura machista y patriarcal, porque cuando hay pocos recursos y tienen que elegir, las familias prefieren enviar a los niños al colegio. La falta de instalaciones sanitarias en los centros educativos en los que, por ejemplo, no hay baños separados y privados para las niñas. Los entornos en los que prevalecen la violencia, la explotación o los castigos físicos. La legislación y la política en países como Afganistán y Pakistán, donde los talibanes atacan escuelas con niñas.

La educación no es solo un derecho universal, también es una herramienta esencial para romper el ciclo de la pobreza. Si las niñas van a clase, ganan todos. 171 millones de personas dejarían de ser pobres si todos los estudiantes de países en desarrollo supiesen leer al terminar el cole, según UNESCO. Cuando una niña va a la escuela tiene menos posibilidades de que la obliguen a casarse pronto y en contra de su voluntad y de morir al dar a luz, y al contrario, tendrá hijos más sanos y los mandará al colegio. Las adolescentes que reciben una educación están también mejor protegidas contra enfermedades como el sida o la malaria y adquieren los conocimientos que les permitirán ganar un mejor salario, según UNICEF.

Este mapa recoge los millones de niñas no escolarizadas (puedes consultar otros parámetros en la versión interactiva aquí):

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Un tercio de las niñas menores de 18 años de los países en desarrollo tendrá que casarse. Una de cada nueve lo hará, además, antes de cumplir los 15. Eso son 15 millones de niñas, según el consorcio de más de 500 organizaciones que forman Girls Not Brides (niñas, no novias).

Para ellas se acaba cualquier oportunidad de elegir su futuro, porque normalmente no tienen ni voz ni voto sobre cuándo o con quién casarse, y lo habitual es que, si alguna vez fueron al colegio, dejen de hacerlo y perpetúen su situación de pobreza.

Pero además tienen muchas posibilidades de quedarse pronto embarazadas, y se sabe que las niñas que dan a luz antes de los 15 tienen cinco veces más posibilidades de morir en el parto y sus hijos tienen menos probabilidades de llegar a su primer cumpleaños. Son niñas, y son por lo tanto más vulnerables a la violencia; tienen muy poco poder para negarse a tener sexo -suelen describir su primera experiencia sexual como forzada- ni conocimientos para negociar formas más seguras de hacerlo, que las protejan del sida y otras enfermedades.

84 millones de chicas de entre 15 y 19 años han sido víctimas de algún tipo de violencia física, psicológica o sexual a manos de sus parejas o maridos en algún momento de sus vidas. Los datos, recogidos en 2014 por UNICEF, son para el mundo entero, no solo para los países en desarrollo donde la situación de las niñas es más complicada. Pero hay números igual de preocupantes: casi la mitad de las niñas en esa franja de edad (126 millones) cree que algunas veces está justificado que un marido le pegue a su mujer.

Y aún hay más: alrededor de 120 millones de niñas menores de 20 años (una de cada diez) ha sido obligada a mantener relaciones sexuales en algún momento de sus vidas. El porcentaje escala hasta el 10% en 13 de los 18 países del África subsahariana. De lejos, quienes perpetran este tipo de abusos son hombres o chicos con quienes han tenido o tienen una relación de pareja.