Así ignoró Obama al primer ministro de Irak
En un banco de madera al aire libre, Barack Obama, presidente de Estados Unidos, charlaba amigablemente con el primer ministro de Italia, Mateo Renzi, y con la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, aprovechando un descanso de la cumbre del G7, que se celebraba en Múnich (Alemania).
En un momento dado, el primer ministro iraquí, Haider al-Abadi, se sentó al lado de Obama con la clara intención de hacerse una foto hablando con el mandatario norteamericano. Los flashes resonaban pero Obama no se giraba ni parecía percatarse de la presencia de al-Abadi, que pedía paciencia a los reporteros gráficos.
La incomodidad del mandatario iraquí era patente en sus gestos (se tocaba la chaqueta, miraba a los lados, se colocaba en el asiento). Nada.
Obama, Lagarde y Renzi terminaban su conversación y se levantaban, sin hacer ni caso a al-Abadi, que esbozaba una sonrisa incómoda y miraba su reloj como buscando huir de aquella incómoda situación.
Una última mirada a Obama no sirvió de nada. El primer ministro iraquí y su traductor, que se encogía de hombros, se marchaban de vacío y con el chasco.