Las campañas y la jornada de reflexión no influyen en el voto
Expertos en psicología social creen que la jornada de reflexión, previa a unas elecciones, ha dejado de ser clave para decidir el voto y que las campañas electorales tampoco son ya determinantes para la mayoría de los ciudadanos e, incluso, que pueden ser contraproducentes ante una situación de desconfianza.
Esta es la opinión que han mostrado algunos especialistas consultados por Efe, a una semana de las elecciones municipales y autonómicas, sobre lo que influye al ciudadano al votar y los factores que baraja a la hora de tomar una decisión y depositar el voto en la urna.
Es posible que hace "muchos años" las campañas electorales tradicionales fueran fundamentales para la mayoría de los ciudadanos para decidir su voto, según señala Manuel Nevado, vicepresidente de Psicólogos Sin Fronteras y miembro del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid.
Pero en estos momentos -apunta- no es así por la gran cantidad de información que tenemos de todos los partidos: "Estamos en la era de las nuevas tecnologías, donde la propaganda de las ideas se hace a través de las redes sociales y donde los métodos más tradicionales no sirven a la sociedad actual", argumenta.
Y ese bagaje informativo con el que cuentan de forma inmediata desde hace tiempo los ciudadanos hace que "la inmensa mayoría tenga ya decidido el voto antes de la jornada de reflexión e incluso de la propia campaña", según Nevado.
Las campañas tradicionales "sirven" actualmente para las personas más mayores, porque los nuevos electores, tal y como explica, "tienen otra forma de confrontar sus ideas y opiniones", de ahí que las redes sociales "se estén convirtiendo en elementos decisivos".
LOS GRANDES MÍTINES, CONTRAPRODUCENTES
Pero, incluso, a veces, esas campañas "a la vieja usanza, de grandes mítines" pueden resultar perjudiciales, según Jorge Juan Collantes Núñez, psicólogo clínico y miembro de Saluspot, la comunidad interactiva de salud formada por médicos profesionales y usuarios.
Pueden ser contraproducentes, a su juicio, porque "el votante, que ya tiene unas ideas preconcebidas con la información recibida, se encuentra con nuevas propuestas y se puede preguntar: "¿por qué no lo hicieron antes o cuando gobernaron?", y entonces lo que hacen es cuestionarlo".
De la misma opinión es Nevado, porque en ocasiones las campañas pueden "servir para perder votos porque los candidatos puedan decir algo inapropiado o que no se pueda cumplir".
"La sociedad ya aguanta menos, está mucho más suspicaz con cualquier elemento político que haya e incluso con los nuevos partidos, a pesar de la ilusión que despertaron en un principio, y eso es consecuencia de que se ha generado una desconfianza hacia todo lo relacionado con la política", argumenta el psicólogo social.
No obstante, algunos especialistas, como Beatriz Pacheco, de Psicología Clínica de la Salud, creen que las campañas sí pueden "motivar en cierta medida a los votantes más desinformados", aunque también matiza que ahora "son pocos los que analizan un programa que les llega a casa de manera pormenorizada, punto por punto".
MALA IMAGEN POR LA CORRUPCIÓN
Esa situación, según Pacheco, la ha generado "la crisis y la mala imagen que han dado muchos políticos con el tema de la corrupción", de ahí que en la actual campaña se esté ahondando en dar "una imagen más cercana y accesible de los candidatos para generar un vínculo de familiaridad, no tanto político, y así ganar confianza en la identificación".
Por eso, según Nevado, en la campaña, los líderes bien valorados y consolidados se están alejando de los partidos. "Están haciendo una campaña más a la americana, en la que el partido ya no importa tanto, sino la persona que se presenta, y eso levanta odios y pasiones", apunta.
En ciertos perfiles poblacionales, esta "imagen trabajada de cercanía puede funcionar", según Pacheco, pero en estas elecciones en muchos votantes dudosos, indecisos va a jugar un papel importante "el factor impulsivo".
"Probablemente opten por uno u otro partido, dentro de una ideología determinada, ya en el colegio electoral. Es el voto de última hora, por impulso y emoción", según Nevado.