Cada vez más cerca de hallar vida en Marte (pero nunca llegamos)
En 1976, parecía que la búsqueda de vida en Marte había logrado la primera en la frente. Las sondas gemelas de la NASA Viking 1 y 2 no eran las primeras misiones dirigidas al planeta vecino, pero sí las primeras que aterrizaron y operaron con éxito. Las Viking fueron diseñadas como buscadoras de vida, equipadas con cuatro potentes experimentos biológicos destinados a resolver rápida y definitivamente la cuestión de si había microbios en Marte. Y la respuesta parecía afirmativa cuando ambos robots detectaron a la primera que el suelo era capaz de metabolizar nutrientes y convertirlos en dióxido de carbono (CO2); una prueba contundente de la presencia de microorganismos.
La existencia de vida en Marte habría quedado así probada y zanjada con extrema facilidad, de no haber sido porque otro de los experimentos de las Viking rindió un resultado tan contrario como demoledor: no había moléculas orgánicas en el sustrato marciano. Y sin tales compuestos de carbono, jamás puede existir vida como la conocemos. El veredicto final fue que el llamado experimento de liberación de marcaje (LR, por sus siglas en inglés) fue positivo debido a una simple reacción química de oxidación sin la intervención de nada vivo. Sin embargo, el debate ha proseguido a través de las décadas, todo el tiempo que los responsables de aquel ensayo han defendido la validez de su conclusión inicial.
PRUEBAS NO CONCLUYENTES
La siguiente gran novedad llegó en 2008 cuando otro robot posado en Marte, Phoenix, descubrió en la arena un compuesto de cloro llamado perclorato. El hallazgo de esta sustancia fue un arma de doble filo para la reinterpretación de los experimentos LR de las Viking: inicialmente, el perclorato fue culpado de la reacción oxidante responsable del falso positivo. Sin embargo, un estudio publicado en 2010 por los científicos Rafael Navarro-González, de la Universidad Nacional Autónoma de México, y Chris McKay, de la NASA, dio la vuelta al argumento al sugerir que el perclorato es un mal oxidante, pero que destruye las moléculas orgánicas cuando se calienta, tal vez la causa de que las Viking no las detectaran. Y curiosamente, lo único que las Viking encontraron fue dos gases de cloro; precisamente los mismos que el perclorato produce cuando se le añaden calor y carbono.
Hoy suele considerarse que los experimentos de las Viking no fueron concluyentes. Pero no todos opinan así. En 2012, Gilbert Levin y Patricia Ann Straat, responsables en su día del experimento LR, publicaron un nuevo estudio en el que reanalizaron los datos de las sondas gemelas empleando un modelo matemático. Y su conclusión no puede ser más clara. "Estos análisis apoyan la interpretación de que el experimento LR de las Viking detectó vida microbiana presente en Marte", escribían los investigadores en su estudio publicado en la revista International Journal of Aeronautical and Space Sciences.
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La experiencia de las Viking demuestra que constatar la existencia de vida alienígena no es algo tan sencillo como esperar a que se abra la puerta de un OVNI. Desde entonces, ninguna sonda enviada a Marte ni a ningún otro lugar se ha diseñado con la intención expresa de buscar vida presente, sino, en todo caso, restos de vida pasada o condiciones de habitabilidad, como en el caso del rover Curiosity. A menudo se acusa a las agencias espaciales de falta de ambición, pero no tendría mucho sentido empeñarse en repetir carísimos experimentos biológicos que no van a aportar pruebas lo suficientemente sólidas. El editor de la web NASA Watch, Keith Cowing, escribía que la respuesta de la agencia estadounidense a esta crítica "siempre es: todavía no sabemos cómo buscar vida en Marte". Teniendo en cuenta, claro está, que la opción de enviar a alguien que lo compruebe no se vislumbra en el horizonte.
LA CARA DE MARTE Y EL METEORITO DE CLINTON
A lo largo de los años han surgido otras proclamas de signos de vida en Marte, siempre refutadas. Un ejemplo célebre fue el presunto hallazgo de un retrato humano gigante que resultó ser un simple caso de pareidolia, el mismo fenómeno que nos hace ver dragones o elefantes en las nubes. En la memoria queda el 7 de agosto de 1996, cuando el entonces presidente estadounidense Bill Clinton compareció ante la prensa para comentar el anuncio de la NASA sobre el hallazgo de posibles fósiles de bacterias en el meteorito marciano ALH84001, recogido en la Antártida 12 años antes. "Si se confirma este descubrimiento, será con seguridad una de las más asombrosas revelaciones de nuestro universo que la ciencia ha desentrañado jamás", declaraba Clinton. Por desgracia, el descubrimiento nunca fue confirmado, sino cuestionado por otros expertos; hoy permanece, como el experimento LR de las Viking, en el limbo de las pruebas no concluyentes.
El supuesto retrato humano de Marte
Al menos, el tiempo ha dado la razón a quienes, como Levin y Straat, defendían que el suelo de Marte sí contiene química orgánica. La prueba final ha llegado gracias a las investigaciones del Curiosity. El pasado 16 de diciembre, científicos de la NASA que asistían a la reunión de otoño de la Unión Geofísica de EEUU en San Francisco revelaron que el vehículo robótico, en la superficie de Marte desde agosto de 2012, había confirmado la presencia de moléculas orgánicas complejas. El entonces jefe científico del Curiosity, John Grotzinger, lo calificó como un "gran descubrimiento". La misma semana, un estudio publicado en la revista Science por los investigadores del robot marciano confirmaba que no solo existe metano en Marte —un gas orgánico cuya presencia se barajaba desde años atrás—, sino que a lo largo de 60 días entre finales de 2013 y comienzos de 2014 la región del cráter Gale donde se sitúa el Curiosity emitió una especie de soplido que multiplicó por diez la concentración de esta sustancia. Según Suhil Atreya, miembro del equipo científico del Curiosity, "hay muchas fuentes posibles [del gas], biológicas o no biológicas, como la interacción entre el agua y la roca". Sobre las fuentes biológicas, Grotzinger dijo: "Tenemos que respetar que es una posibilidad".
¿FÓSILES MARCIANOS?
El último argumento hasta la fecha a favor de la existencia de vida en Marte, en este caso vida pasada, aparece en un estudio publicado en la revista Astrobiology por la geobióloga Nora Noffke, de la Universidad Old Dominion en Virginia (EEUU). Noffke lleva dos decenios estudiando un tipo de formaciones rocosas que ella misma describió en 2001 y que se denominan Estructuras Sedimentarias Inducidas por Microbios (MISS, por sus siglas en inglés). Las MISS se forman cuando una alfombra microbiana queda preservada en el registro geológico, dando lugar a “playas fósiles” con rocas de aspecto y textura característicos. En 2013, la geobióloga identificó el que describe como el ecosistema bacteriano complejo más antiguo de la Tierra, un conjunto de MISS en la región australiana de Pilbara que data de hace 3.500 millones de años. Ahora, Noffke ha examinado las imágenes tomadas por el Curiosity en el llamado afloramiento del lago Gillespie, un lecho seco que contuvo agua en el pasado, y de ello concluye que algunas de aquellas rocas son MISS formadas por microbios hace 3.700 millones de años.
"Miré las imágenes y pensé que resultaban familiares", expone Noffke. La investigadora analizó las fotos de Marte en detalle, "pulgada cuadrada a pulgada cuadrada", y las comparó con miles de imágenes de MISS terrestres que ha recogido en los últimos 20 años. "Realmente hay una gran similitud", valora. "Al componer mi manuscrito, detecté que las estructuras forman asociaciones, cada una típica de un escenario ambiental concreto; son las mismas asociaciones de MISS que vemos en la Tierra, tanto en las modernas como en el registro fósil. Fue un momento muy emocionante", recuerda.
Noffke defiende que sus conclusiones basadas solo en la observación de imágenes tienen "el mismo grado de certidumbre que tendríamos estudiando las estructuras en la Tierra". McKay, el investigador de la NASA que estudió el efecto del perclorato y que es editor asociado de la revista Astrobiology, reconoce que abundan los estudios en los que se propone la existencia de vida en Marte a partir de formaciones rocosas que en la Tierra tienen un origen biológico, y que este argumento "no suele ser muy convincente". Pero añade: "Sin embargo, el estudio de Noffke es el análisis de este tipo más cuidadosamente realizado que he visto".
Con todo, Noffke admite que sería preciso contrastar el examen de las fotos con análisis microscópicos y químicos para evaluar los llamados "criterios de biogenicidad de las MISS", tal como ha hecho en sus investigaciones terrestres; algo que hoy es imposible en Marte. "Estoy bastante segura de que las estructuras son biológicas, pero todavía hay mucho que hacer para tener la demostración; también podría estar equivocada", concluye. En su estudio, la geobióloga sugiere ensayos adicionales, algunos de los cuales podrían ser efectuados por el Curiosity. Por su parte, los responsables de la misión se muestran escépticos. Su actual jefe científico, Ashwin Vasavada, declaró a Space.com: "Realmente no hemos visto nada que no pueda explicarse por procesos naturales de transporte de la arena por el agua, y la naturaleza de las rocas sugiere que es simplemente una arenisca fluvial".