Cinco minutos de horror en Charlie Hebdo
La cita era a las 11 de la mañana. El consejo de redacción de la revista satírica Charlie Hebdo había convocado su reunión semanal en la sede del semanario, ubicada en el número 10 de la céntrica calle parisina de Nicolas Appert, en el distrito XI.
Cuando se busca esa localización en el servicio de mapas de Google puede verse la fachada del edificio y, a escasos metros, un coche de policía con dos agentes custodiando la zona. Era la realidad con la que, desde hacía años, se habían acostumbrado a convivir los trabajadores de Charlie Hebdo: protección policial, amenazas y luchas constantes en favor de la libertad de prensa.
Sus problemas, que en realidad son los de todos aquellos que quieran vivir en un mundo de libertad, comenzaron en 2006, cuando el semanario publicó varias caricaturas de Mahoma. Un ‘intocable’ cuya mera reproducción —sea satírica o no— está prohibida por el Islam.
“Recibimos amenazas por correo electrónico todo el tiempo y llamadas de teléfono, pero no no las tomamos verdaderamente en serio. Nos hemos acostumbrado en los últimos tiempos, creíamos que lo de las amenazas había terminado”, comentaba un periodista del semanario este miércoles. Se había bajado la guardia. O como poco, asume, se había dejado de sentir una “inmensa inquietud”.
EN CINCO MINUTOS
Ese era el clima que se respiraba en el consejo de redacción a las 11 de la mañana del miércoles 7 de enero de 2014. Un cierto sosiego que se quebró, apenas 20 minutos después, a golpe de disparos, gritos y sangre.
Tres personas, vestidas de negro, enmascaradas y armadas con fusiles Kalashnikov y un lanzacohetes, irrumpen en la segunda planta de la sede del semanario, donde se ubica la redacción, abren fuego durante cinco minutos y se dan a la fuga.
La dibujante Corinne Rey, Coco, había salido del edificio para recoger a su hija de la guardería. "Al llegar a la puerta del edificio del periódico dos hombres encapuchados y armados nos han amenazado brutalmente. Quería entrar, subir. He tecleado el código. Han disparado contra Wolinksi, Cabu… Me escondí debajo de un escritorio”. Los dibujantes Wolinksi y Cabu son dos de los 12 fallecidos en el atentado.
A las 11:30 horas, una llamada a la policía alerta de varios disparos en la sede de Charlie Hebdo. Varios policías acuden al lugar inmediatamente.
“Hablaban perfecto francés y se reivindicaban como miembros de Al Qaeda", recuerda Cocoen declaraciones a L'Humanite. Los terroristas habían cometido previamente un error de principiante: en vez de ir al número 10 de la calle Nicolas Appert pararon en el número seis, donde se encuentra el archivo de la publicación. “¿Es aquí Charlie Hebdo?”, preguntaron. Les aclararon que redacción se encontraba cuatro números más lejos.
“LA SEGURIDAD ABSOLUTA NO EXISTE”
Una vez transcurridos los cinco minutos de terror, los asaltantes abandonan el edificio y huyen en un Citroen C3 de color negro al grito de “¡Alá es el más grande!” y “¡Hemos vengado al profeta!”. El vehículo fue localizado pocas horas después abandonado en la calle de Meaux, cerca de la puerta de Pantin en el distrito XIX, con la luna delantera rota. Un poco antes habían chocado contra un automovilista, que resultó levemente herido.
Un problema menor: robaron otro coche y prosiguieron su huída. Desde entonces se les ha perdido la pista.
Los terroristas han sido identificados a última hora del día por la Policía. Sus identidades serían Saïd K., de 34 años; Chérif K., de 32 años; y Hamyd M., de 18 años. Todos procedentes de la localidad francesa de Gennevilliers.
Luc Poignant, compañero de uno de los dos agentes fallecidos, tenía como tarea proteger a Charb, director de Charlie Hebdo fallecido en el atentado. Apela a la lógica que sostiene que, no importa cuanta seguridad lleves, si alguien quiere matar, mata. “La seguridad absoluta no existe. Esto es un acto de terrorismo. Si se pone a un tipo delante de la puerta del periódico, para personas tan decididas como ellos, eso solo supone un muerto más”. Y agrega: “Uno de mis dos colegas estaba ahí para proteger al dibujante Charb. No ha tenido tiempo de hacer nada. En casos así se mata primero a aquel que está ahí para proteger”.
Un vídeo recoge el momento de la huida de los terroristas, cuando se topan con un coche de policía. Disparan diez tiros al parabrisas, sin herir a los agentes que están en el interior. Los dos hombres salen del vehículo y se acercan a uno de los policías, que levanta la mano y le pregunta: "¿Quieres matarme?”. Uno de los dos asaltantes se le acerca corriendo y le responde: “Está bien, jefe”, antes de dispararle en la cabeza, a sangre fría. Los dos agresores regresan a su automóvil sin detenerse. Y gritan "¡Vengamos al profeta Mahoma! ¡Matamos a Charlie Hebdo!" .
Las imágenes reflejan que la forma de actuar de los asaltantes —tranquilidad y determinación— denota que habían recibido entrenamiento militar previo, según exponen fuentes policiales consultadas por el diario francés Le Figaro.
"Se ve claramente por el modo en el que sostienen sus armas, cómo avanzan con calma, fríamente. Claramente han recibido formación de tipo militar", señala uno de los policías consultados. "No se trata de iluminados que han actuado por impulso", añade.
Un elemento que reforzaría esta tesis es que, en vez de lanzar ráfagas con los Kalashnikov, los llevaban pegados al cuerpo y disparaban de uno en uno. Tiro a tiro.
Otro agente, sorprendido sobre todo por “su sangre fría", especula con la posibilidad de que los asaltantes hayan sido entrenados “en Siria, en Irak o en algún otro sitio, puede que incluso en Francia”. “Lo que sí es seguro es que han sido entrenados", zanja.
CUMPLIR ÓRDENES
Entrenados o no, existen pocas dudas de que los asaltantes han cumplido a rajatabla el llamamiento realizado el pasado septiembre por el grupo terrorista Estado Islámico liderado por Abu Bakr Al Baghdadi, 'califa Ibrahim', para atacar a ciudadanos europeos y americanos en sus países "como sea", especialmente a "los vengativos y sucios franceses".
"Si podéis matar a un infiel americano o europeo, especialmente a los vengativos y sucios franceses, o a un australiano, un canadiense o cualquier infiel de los que promueven la guerra infiel, incluidos los ciudadanos que han entrado en la coalición contra el Estado Islámico, confiad una vez más en Alá y matadles de cualquier modo o manera pero hacedlo", animaba.
Frente a la amenaza y la grandilocuencia, la página web de Charlie Hebdo optaba por la sencillez: sobre un fondo negro, un único mensaje: "Je suis Charlie" (Yo soy Charlie).