¿Los productos orgánicos son mejores que los convencionales? La ciencia dice ahora que sí
Creemos a pies juntillas que los frutos de la agricultura ecológica son más sanos y nutritivos que los convencionales. Pero la ciencia no lo tiene tan claro. Por cada estudio que dice que sí, hay otro que dice que no. Sin embargo, ahora la mayor investigación realizada hasta la fecha concluye que las frutas, verduras y otros productos orgánicos tienen más antioxidantes y menos metales, pesticidas y fertilizantes.
En realidad no se trata de un nuevo estudio sino de un metaestudio. Una veintena de investigadores ha recopilado casi 350 trabajos que analizaban las diferencias de composición entre los productos ecológicos y los cultivados de forma convencional. Se trata de la mayor recolección de publicaciones científicas hecha hasta la fecha. A pesar de su heterogeneidad, los científicos han obtenido muchos argumentos que gustarán a los amantes de la alimentación ecológica.
En términos generales, los productos ecológicos (en especial frutas y verduras) tienen una cantidad mayor de antioxidantes como los polifenoles y de vitaminas. Según el trabajo y los productos analizados, la producción orgánica presenta entre un 18% y un 69% más de estos metabolitos vegetales secundarios. Es como si se tomaran una o dos raciones de fruta más.
El estudio, publicado en la revista British Journal of Nutrition, también concluye que, de media, la producción orgánica presenta niveles inferiores de tres metales potencialmente peligrosos para la salud humana como el arsénico, el plomo y el cadmio. De este último, su presencia es hasta un 48% menor.
Más obvio es el hecho de que los ecológicos tienen menores residuos de fertilizantes químicos y pesticidas. Desde que en 1992 la Unión Europea aprobara la reglamentación sobre la producción ecológica, estas sustancias son tabú en la agricultura orgánica. Las concentraciones de nitrógeno, el principal fertilizante, son un 10% inferiores. Y en su formulación como nitritos, hasta un 87%. En el caso de los pesticidas, la diferencia es mayor entre frutas ecológicas y frutas convencionales, teniendo éstas hasta siete veces más de residuos.
Donde ambos tipos de producción andan más parejos es en el apartado de los macronutrientes, como son las proteínas, aminoácidos, carbohidratos o minerales. De hecho, salvo en el caso de los carbohidratos, el resto tendía a presentar mejores niveles en los productos convencionales.
“Este estudio demuestra que elegir alimentos que cumplen las normas de producción ecológica puede conllevar una mayor ingesta de antioxidantes nutricionalmente deseables y una menor exposición a metales pesados tóxicos”, decía el profesor de la Universidad de Newcastle y director del estudio, Carlo Leifert. “Este hecho constituye un dato adicional importante en la información actualmente disponible para los consumidores, que hasta la fecha ha sido confusa y en algunos casos incluso contradictoria”, añadía.
HACE UN AÑO, LA CIENCIA DECÍA LO CONTRARIO
Lo de contradictoria no lo dice Leifert porque sí. En 2009, otro metaestudio encargado por las autoridades británicas llegó a la conclusión de que no había diferencias significativas entre orgánico y convencional. Pero claro, la ciencia no es como la religión y avanza y lo hace muy rápido. De hecho, la mitad de los estudios revisados en el metaanálisis actual son posteriores a aquella fecha.
Sin embargo, en septiembre del año pasado, hubo otra revisión realizada por investigadores de la Universidad de Stanford (Estados Unidos) de 237 investigaciones sobre los productos también denominados biológicos. En su caso también incluían la producción ganadera. Sus conclusiones fueron muy diferentes a las del presente estudio. Salvo en el caso de los pesticidas, no pudieron decantarse por un tipo de producción u otra.
Está también el problema de ver el mundo en blanco y negro. Entre la producción 100% ecológica y la 100% tecnificada hay muchos grises. Por ejemplo en España (uno de los países donde más estudios se han realizado) casi toda la producción de vegetales y un número creciente de cultivos de frutales ya no usa pesticidas químicos, su principal talón de Aquiles hasta ahora, sino lo que se llama lucha integrada donde se combate las plagas con otros insectos auxiliares.
Los investigadores, además, reconocen que una cosa es que los productos ecológicos contengan más antioxidantes y menos fertilizantes y otra su impacto real en la salud de las personas. Por eso recomiendan que se abran líneas de investigación con humanos donde una parte de la muestra tenga una dieta basada en lo ecológico y la otra en lo convencional para hacer una comparación definitiva.
Lo que no resuelve esta gran investigación es el asunto de la productividad de la agricultura orgánica. El abandono de los fertilizantes químicos, de los plaguicidas o la estabulación de los animales que identifican a lo orgánico conlleva una menor rentabilidad por área cultivada.
Aunque el objeto de este estudio no era establecer el mayor o menor impacto medioambiental de la producción orgánica se da una gran paradoja: Como demostraba una investigación de la Universidad de Oxford que comparaba los efectos de ambos tipos de cultivos sobre el medio, por unidad de producto el impacto de los orgánicos es inferior pero, al necesitar mayores extensiones, a escala global es mucho mayor. Los autores de este trabajo cifraron la cantidad extra de tierra por unidad de producto en un 84% más. Si todos comiéramos ecológico, igual no había tanta tierra en la Tierra.