Los retos de Felipe VI
La España de 2014 que ‘hereda’ Felipe de Borbón es muy diferente a aquella de 1975 que coronó a su padre. Treinta y nueve años después, el príncipe de Asturias tomará en unas semanas las riendas de un país sumergido en una profunda crisis económica, con unos niveles de desempleo inaceptables, en pleno cambio del mapa político e inmerso en una delicada situación territorial… pero también mucho más desarrollado, integrado en la Unión Europea y con la generación más preparada de la Historia.
Estos son los grandes retos a los que se enfrenta el futuro Felipe VI:
SALIR DE LA CRISIS ECONÓMICA
Han pasado ya más de cinco años de la virulenta crisis económica que ha azotado a las principales economías desarrolladas y que ha sacudido con especial fuerza a los países del sur de Europa. Este huracán se ha llevado a gobiernos por delante y ha provocado los mayores recortes que ha visto la España democrática.
A pesar del discurso optimista que ofrece el Gobierno, los españoles apenas notan en su vida diaria las décimas de crecimiento del PIB a las que se aferra La Moncloa. La agenda internacional del rey se ha centrado en los últimos meses en viajes con marcado carácter económico como los realizados a países del Golfo Pérsico, donde ha defendido la fase de recuperación de la economía nacional.
El príncipe también ha intensificado su presencia en foros económicos desde la caída de Lehman Brothers. Entre los mensajes que ha lanzado se encuentran la apuesta por los sectores como la innovación, la formación y la internacionalización empresarial. Todo ello con el objetivo de superar principalmente el problema del paro.
EL DRAMA DEL DESEMPLEO
Desde la casa real siempre se ha potenciado la imagen académica del príncipe y han sido constantes las alusiones del rey y de las altas esferas políticas a su “preparación”. Frente a las salvas de la buena educación de las nuevas generaciones, el príncipe se encontrará con un país con 5.933.300 personas en la lista del paro -según los datos de la Encuesta de Población Activa correspondiente al primer trimestre de 2014-.
En la mayoría de los discursos pronunciados por don Felipe desde el inicio de la crisis el desempleo ha ocupado buena parte del guión. El pasado 19 de mayo, el futuro rey aseguró en un acto en Bilbao que hay que tener "siempre presente la dimensión social y humana" del problema del desempleo y subrayó que el sistema económico y productivo debe estar "al servicio de las personas".
LA CRISIS TERRITORIAL Y CATALUÑA
Cataluña es el gran debate político en España. Muchos ven en la resolución de la cuestión catalana el gran reto de Felipe y su forma de legitimarse en el trono. Una especie de 23-F para el heredero.
El príncipe de Asturias ha aumentado sus viajes oficiales a Cataluña en los últimos meses. Además, mantiene contacto directo con diferentes personalidades del mundo político y, especialmente, del económico para palpar la situación de la comunidad.
La noticia de la abdicación ha sido recibida con el “máximo respeto” por el presidente de la Generalitat, Artur Mas, que ha declarado que si bien “habrá un cambio de rey en España, el proceso político catalán que llevará a la consulta del 9 de noviembre seguirá”.
"Pedimos a todas las instituciones, todas, que respeten la voluntad del pueblo catalán de decidir libremente su futuro colectivo, que tengan una actitud de respeto mutuo, diálogo permanente y leal colaboración", ha manifestado Mas tras conocerse la noticia.
En sus primeras palabras tras conocerse la abdicación, el príncipe Felipe ha avanzado que pondrá todas sus fuerzas en la tarea de servir a su "querida" España, una nación "unida y diversa".
LA REGENERACIÓN DEMOCRÁTICA
La España en la que reinará don Felipe es la que salió en masa en mayo de 2011 para pedir un cambio en la forma de gobernar el país. El país indignado no se conforma solo con votar cada cuatro años y aspira a una mayor profundización de los canales de participación.
En el punto de mira están las propias instituciones, desde la propia monarquía hasta el Gobierno, el Parlamento y las administraciones autonómicas y locales. Los partidos políticos no se han puesto de acuerdo en el cacareado pacto por la corrupción que impulsa la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. Todo ello ha llevado a que crezca cada día más la desafección hacia los representantes. El país del que se hace cargo Felipe también es el de los ‘casos’ Bárcenas, de los ERE, Palau, Pokemon…
EL NUEVO MAPA POLÍTICO
La casa real ha desvinculado la “muy meditada” decisión del monarca de sus problemas de salud o “coyunturas de uno u otro tipo”. Pero el anuncio llega una semana después de las elecciones europeas del 25 de mayo.
Estos comicios han supuesto un punto de inflexión en la política española y han dibujado un nuevo mapa político. Por primera vez los dos partidos políticos -PP y PSOE, las dos columnas que sustentan el arco de la monarquía- no han aglutinado ni el 50% de los votos. La España bipartidista ha dejado paso a una más fragmentada y en la que aparecen partidos de reciente creación como Podemos, Ciudadanos o UPyD. Las reglas del juego están cambiando y el carismático ‘olfato’ del que presumía el rey ya no afina tanto.
LA CRISIS EN LA PROPIA INSTITUCIÓN
Felipe VI tendrá el ‘metarreto’ en su propia casa. La monarquía se encuentra en sus cotas más bajas de popularidad en las últimas décadas. El rey ya no es para la sociedad española el héroe del 23-F, el hombre que ayudó a recorrer el difícil camino entre el régimen franquista y la España democrática de finales del siglo XX. Don Juan Carlos es para muchos jóvenes el hombre que se cayó en una lujosa cacería en Botsuana, el yerno de un duque investigado por utilizar su nombre y defraudar a las administraciones públicas, el padre de una infanta con el dudoso honor de ser el primer miembro de la casa real en ser imputado…
Felipe tendrá que ordenar las estancias de Zarzuela. Debilitadas las relaciones con su hermana Cristina por el ‘caso Nóos’, debe demostrar a los jóvenes que tiene sentido su labor. En octubre de 2011, la monarquía obtuvo por primera vez un suspenso por parte de los españoles en la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). En el barómetro del pasado mes de abril -él último con valoración de las instituciones- la monarquía suspendía por tercera vez y solo conseguía un 3,72 sobre 10. En 1994 la nota rozaba el 7,5. Los españoles ya no les miran con los mismo ojos.
Dentro de los muros de palacio son conscientes de la situación. En estos meses Zarzuela ha intentado recuperar el terreno perdido descalificando el comportamiento de Urdangarin, haciendo públicos datos desconocidos y hasta abriendo una cuenta de Twitter. Poco a poco se adaptan a la España del siglo XXI. Ahí está el gran reto de Felipe VI (y de Letizia Ortiz). Comienza de verdad la 'segunda Transición'.