Juan Moscoso: "La izquierda puede y tiene que recuperar el control político de la economía"
¿Qué le pasa a la izquierda? ¿Por qué los ciudadanos le dan la espalda? ¿Qué tiene que ofrecerles? Todas estas preguntas rondan el libro Ser hoy de izquierdas, del diputado socialista Juan Moscoso, quien plantea en sus 272 páginas la hoja de ruta que debe marcar el camino de una socialdemocracia "moderna y ejemplar".
Moscoso -secretario ejecutivo del PSOE para la Unión Europea y miembro del círculo más cercano de Alfredo Pérez Rubalcaba- habla sin tapujos sobre el "error colectivo" que cometió toda España entre 1993 y 2008. Llega ahora un cambio de ciclo económico y también político. Es el momento de reivindicar la socialdemocracia porque España la "necesita" y de desplegar una "agenda de radicalismo democrático", ya que la izquierda es "cambio, aventura y el disfrute racional del gozo de vivir". Eso sí, no evita admitir que se han cometido errores.
¿Qué es ser de izquierdas hoy?
Sigue siendo en esencia lo mismo que ha sido tradicionalmente, ser una persona que se indigna ante la injusticia y la ignorancia y que cree que es posible cambiar desde la razón y la política las condiciones en las que funciona la sociedad y en las que vive la gente.
En su libro se habla de que estamos ante una crisis de la izquierda, que sería más bien una crisis de la Tercera Vía. ¿Por qué se ha llegado a este momento?
El principal problema de la izquierda no es tanto un problema de fondo, de principios objetivos, como un problema de ejercer el poder, cómo llevar a la realidad su propuesta y su proyecto. Y lo que ha ocurrido en los últimos 30 años, que el libro lo explica, es que la economía ha salido en gran medida del ámbito de decisión de la política. Hemos vaciado de capacidad económica a las instituciones, a los poderes políticos.
Eso ha provocado el dominio de una manera de ser forjado por el neoliberalismo que complica mucho e imposibilita llevar a la práctica las políticas de la izquierdas.
Habla del periodo 1993-2008 como una gran expansión económica, pero lo llama el “ciclo perdido”. ¿Por qué esos años que la gente identifica como los de la gran bonanza económica reciben esa denominación?
Fueron 15 años de crecimiento consecutivo, de los cuales la parte central (1996-2004) estuvo el PP al frente del Gobierno, pero también estuvo el PSOE entre 1993 y 1996 y entre 2004 y 2007. Quince años en los que se apostó por un modelo de crecimiento y por un camino insostenible. De hecho, la caída del PIB ha sido en porcentaje parecida a la italiana, mientras que en Italia -una economía mayor- se han destruido un millón de empleos y en España cuatro.
Todo lo que construimos en esos quince años era insostenible, se basaba en la apuesta por lo inmobiliario, la especulación, un desarrollo del sector financiero desbocado y muy poca reflexión sobre la sostenibilidad social, ambiental y económica.
También digo que durante esos años, sobre todo hasta muy al final, nadie fue capaz de hacer un pronóstico o de elevar una crítica o una advertencia razonable sobre lo que venía.
Ni el PP ni el PSOE, ni el BCE, ni el Banco de España, ni las entidades financieras, ni el FMI, ni la Comisión Europea, ni los institutos de estudios, ni los sindicatos, ni los empresarios, ni la Universidad, nadie advirtió de las consecuencias de esta combinación letal de tipos de interés bajos, exuberancia monetaria en el marco del euro, desregulación del suelo como puso en marcha el PP y burbuja inmobiliaria.
En un momento sostiene que la izquierda no solo actuó pasivamente, sino que incluso activamente en la desregulación de los mercados. ¿Por qué cayó en ese juego?
Lo que pasó entre 1993 y 2008 yo lo llamo el error colectivo español, con mucho apoyo internacional. Lo que me pregunta se remonta a antes, me remonto a la revolución conservadora de Margaret Thatcher, que apostó por la desregulación y el desmantelamiento de muchas regulaciones que controlaban el correcto funcionamiento de los mercados, evitaban los abusos y protegían a los más vulnerables de la capacidad de decisiones de los más poderosos y ricos. Esa cultura se convirtió en hegemónica a partir de 1989 desde la caída del muro de Berlín.
Luego hubo una pequeña crisis entre 1992 y 1993 y el ciclo económico que es este. Esa cultura impregnó todo el sistema económico internacional en los países occidentales. En ese contexto -de desregulación, de connivencia con los mercados y de creencia generalizada de que lo mejor para la economía era dejar a los mercados operar con absoluta libertad y contemplar desde cierta distancia sus contradicciones y avalar las desregulación- para convivir con esa filosofía se desarrolló la Tercera Vía. Era una manera de entender la política económica de la izquierda que hacía mucho énfasis en la desregulación y en la redistribución después del resultado del mercado y no tanto en qué es lo que debía decir a los mercados.
Todo eso al final, cuando irrumpe la gran crisis, se demostró que fue un grave error porque tanto Bill Clinton en EEUU, Tony Blair en el Reino Unido y Gerhard Schröder en Alemania fueron en cierta medida los que apuntalaron muchas de esas desregulaciones que luego están detrás de la cuestión de la crisis financiera. La izquierda en ese momento de euforia de mercado, de crecimiento y de sensación incluso de fin de los ciclos y del fin de los periodos de pobreza, fue incapaz de plantear un paradigma alternativo porque la opulencia lo invadió todo.
¿Qué modelo puede ofrecer económicamente la izquierda? En el libro habla de la “barrera psicológica” que todavía supone el periodo desde mayo de 2010 -los grandes recortes de Zapatero- y noviembre de 2011. ¿Qué hay sobre la mesa del PSOE y la izquierda para hacer una economía que no sea la actual de ajuste fiscal del Gobierno del PP?
La izquierda puede y tiene que recuperar el control político de la economía, algo que se ha perdido en los últimos 30 años. La economía ya no depende de la política. Hay una famosa ‘paradoja de Rodrik’ que explica que es imposible compatibilizar en el mundo actual tres elementos: el Estado-nación, la globalización y la democracia.
Hay que buscar un proyecto de izquierdas supranacional. El primer escalón debe ser gobernar desde la izquierda, gobernar el euro, Europa, desde el ámbito que se toman las decisiones políticas al menos para Europa. Esa combinación de libertad e igualdad que ya solo puede ofrecer la izquierda.
También hablo de la derecha española, que para nada nunca ha sido liberal. En ese sentido coincido con el análisis de Ángel Pascual-Ramsay y Luis Garicano sobre la necesidad de acabar en España con una economía de oligarquía, intereses, de mercados cerrados, que generan rentas cautivas y no permite que los ciudadanos se desarrollen en libertad de oportunidades.
Frente a este planteamiento, hay que apostar por una economía del conocimiento, del capital humano, de la ciencia, de la sostenibilidad -hago un importante llamamiento a recuperar las políticas contra el cambio climático-, para que desde una actitud distinta Europa convine un plan de crecimiento y un calendario distinto de consolidación fiscal porque se ha demostrado que la política de austeridad es un fracaso.
Las sociedades igualitarias son más competitivas, son más eficientes, generan menos externalidades, tienen mayor capacidad de consumo, de inversión, como se ha demostrado siempre. Podemos crecer de manera muy distinta a como nos está gobernando la derecha.
En el libro habla de que existe un cliché de que la derecha crea riqueza, mientras que la izquierda hace mejor la redistribución. Esto ha calado en la sociedad. ¿Por qué se piensa eso y cómo rebate que la izquierda también puede crear riqueza?
Hablo sobre la capacidad que ha tenido la derecha desde los años ochenta de generar marcos de referencia, que al final se imponen y que son falacias, como bien explica George Lakoff. Ideas como que bajar impuestos a los ricos es bueno para la economía. No, teóricamente no se demuestra que eso redunde en el crecimiento, en el consumo, en la inversión social. Es mentira, pero es ya una verdad establecida por los marcos de referencia.
Incluso en la reelección de Obama frente a Mitt Romney, después del desastre descomunal que heredó Obama en materia económica de Bush y de que hubiese gobernado un primer mandato y la economía ya se comenzase a recuperar, todavía el único apartado en el que perdía frente a Romney era en capacidad de gestionar la economía. y esa idea la derecha, sus medios de comunicación, la han conseguido consolidar.
En España es evidente que no es así porque al gran error colectivo (1993-2008) podemos concatenar un segundo error, que esta vez no es colectivo, sino de la derecha y aquí sí que la izquierda ha estado alerta, que es el de la austeridad entre 2010 y 2014.
Una austeridad que el único país que no lo ha practicado, EEUU, ha crecido, mientras que todos los países europeos que lo han practicado lo que ha hecho ha sido profundizar su crisis.
¿Qué propone la izquierda? ¿Qué piensa hacer para darle trabajo a los millones de desempleados? ¿Cómo se puede responder y qué tipo de trabajo puede ofrecerles?
Esa pregunta esconde dos preguntas. Primero, para crear empleo hay que crecer, y para crecer hay que convertir las políticas de crecimiento en una prioridad. Esa es la primera cuestión.
Pero la segunda es qué políticas de crecimiento, crecer de qué manera y qué tipo de empleo. Ahí también hay diferencia entre la izquierda y derecha. Nosotros apostamos por crecimiento en empleo de calidad y para eso tenemos que mantener, no solo como eran, sino reforzados, los elementos que garantizan que una economía va a ser productiva y va a tener empleo de calidad, que son los sistemas de formación y de educación, la investigación, el mantener un tejido de empresas competitivas para que no nos deslocalicen el empleo dentro y fuera y apostar por la sostenibilidad y la productividad social.
Jamás vamos a poder competir a la baja como pretende la derecha con sociedades donde no existe protección social, donde los salarios son ínfimos y donde se vive en condiciones incomparables con las europeas.
Esa es la gran diferencia entre la derecha y la izquierda. Esa ruta que ha tomado ahora la derecha en España es lo que yo indico en el libro como una ruptura del pacto social que acompañó a la Constitución, porque en la Constitución se apuesta por una economía social y de mercado, por la preservación de la igualdad.
Citaba antes a Obama y en el libro señala que es paradójico que el referente de las ideas progresistas sea el Partido Demócrata de EEUU. ¿Qué referentes tiene ahora a la izquierda? ¿En quién se fija?
Tenemos muchos referentes. Yo hablo en el libro de los dos gobiernos socialistas que hubo en España. Creo que Felipe González es el gran referente de la izquierda española porque hizo en el momento que gobernó lo que había que hacer entonces: ser valiente, incluso transgresor, reformista, siendo muy coherente con los principios de la izquierda
Logró el segundo gran éxito histórico de España. Si el primero era consolidar la democracia, que se produjo con su Gobierno y ahí contribuyeron los gobiernos anteriores, el segundo fue la incorporación a Europa y la normalización total de nuestra economía y nuestras políticas sociales.
El segundo gobierno socialista fue el de José Luis Rodríguez Zapatero. Es verdad que ha pasado poco tiempo. Se avanzó mucho en los derechos civiles y las libertades. Es evidente que en materia económica no logramos cumplir los objetivos que nos marcamos. Llegó la crisis, aquí y en el resto del mundo -porque era global-, y oscureció mucho su parte final.
Es evidente que el gran referente en activo de la izquierda es Obama. Con mucha ilusión miramos a la Italia de Matteo Renzi, que colabora con el libro.
Renzi y Obama
Obama ha demostrado que, también se explica en la parte de Matt Browne, que es posible políticamente construir una coalición progresista en EEUU, en un país en el que la izquierda estaba muy fragmentada desde hacía mucho tiempo. Es algo que en Europa tenemos que aprender porque sigue estando muy fragmentada entre grupos, grupúsculos, incluso entre los diferentes partidos.
Fija que el gran objetivo es ampliar la clase media y, sobre todo, que la socialdemocracia vuelva a conquistarla. ¿Por qué se ha distanciado la clase media de la izquierda, del PSOE? ¿Cómo la puede volver a atraer?
Lo que ocurre es que los apoyos tradicionales de nuestra democracia en Europa, en España menos porque llegamos tarde, era la clase trabajadora, la clase media pequeña asalariada que vivía en barrios toda su vida, el modelo de sociedad que casi ha desaparecido.
Eso enlaza con lo que estábamos hablando de las nuevas alianzas que hay que construir. De manera que si los partidos socialdemócratas queremos gobernar o seguir gobernando como en Francia, tenemos que pensar que nuestro electorado es muy diverso y coral y que la clase media ha crecido mucho en los últimos veinte años, entendida como los profesionales urbanos, los pequeños empresarios, los autónomos y una parte de la juventud.
Son personas que se han sentido abandonadas. No tanto por el fondo de las políticas sino por cómo se han llevado a cabo esas políticas, las prácticas de los partidos, por cómo se ha ejercido el poder por los socialdemócratas, por cómo ha funcionado el sistema… Eso hay que recuperarlo.
Aboga por reformas constitucionales. ¿Cuáles deberían llevarse a cabo en materia económica y política?
Apuesto por un cambio del modelo territorial del Estado, por federalizar España, con una reforma del Senado que la convierta en una Cámara territorial.
También creo que hay que modificar el sistema electoral para hacerlo algo más proporcional de lo que se hizo. La mejor solución sería crear una circunscripción adicional, de 50 diputados para compensar restos, como existe en Alemania.
Hay que avanzar en cuestiones como la libertad y la laicidad del Estado, que es elemental, y, sobre todo, retocar muchas cuestiones que puedan ser vistas desde otras perspectivas. La Constitución española de 1978 se hizo a la medida de lo que querían los ciudadanos entonces.
Y ahora tenemos que reformar todo aquello que durante estos años se ha demostrado obsoleto.
También habla del “patriotismo progresista”...
Yo creo que en España tenemos un problema grave de simbología democrática, los símbolos que representan la democracia son los símbolos que nunca hemos dejado ver con el régimen franquista, luego por los nostálgicos y luego por la derecha. Y se han convertido más en los símbolos que representan más el nacionalismo que el patriostismo. Y la izquierda es patriota pero no nacionalista. Eso tiene que al carecer de símbolos democráticos cuando hay desafección, como en los últimos años, sufren la degradación las instituciones, el Congreso de los Diputados o los diputados que son el símbolo de nuestra democracia.
Es algo sobre lo que tenemos reflexionar.
¿Alguna propuesta?
Yo creo, por ejemplo, que la bandera es más complicada de cambiar, está en la Constitución. Pero el himno es una tragedia, que no tengamos una letra, es algo que nos una a todos, izquierda y derecha, catalanes, vascos, andaluces, gallegos, castellanos… No existe nada que nos identifique simbólicamente al mismo tiempo, salvo conceptos abstractos como la Constitución, la Democracia, Europa.
En el texto queda muy claro que no impera que por el mérito o el talento propio la gente pueda prosperar todo lo que merece. ¿Hay todavía clases que no se ven? ¿Cómo lo explica?
La sociedad y la economía española siguen siendo muy cerradas, muy basadas en los círculos pequeños, en la opacidad, en el clientelismo, en las redes familiares y personales. De tal manera, que cuando se habla de igualdad de oportunidades hay que tener en cuenta que las oportunidades ni tan siquiera existen según para quién y que se crean ad hoc para algunos.
Creo que la política en esos 35 años no ha sido clara en este sentido, tenemos todavía un sistema político muy condicionado por las grandes empresas, intereses, por órdenes cautivas. Estamos en crisis hablando de salir de ella y vemos como no hay recursos para la innovación y para los emprendedores... Y si hay problemas en las autopistas, en las empresas energéticas o bancos, aparecen en seguida ideas para ayudarlas
En la sociedad española sigue en exceso identificándose que el ascenso social conlleva una reorientación ideológica, hacia la derecha, como si el acceso a ese redes clientelistas fuese algo natural cuando uno tiene una posición acomodada en la sociedad
De manera que los valores de igualdad, libertad y cohesión se olvidan o se dejan atrás por parte de individuos. Pero también la izquierda peca de esto, porque en ocasiones ha sido muy dura y trata con aspereza a las personas de izquierda que vengan de orígenes sociales donde han estado en el lado de las oportunidades.
A veces una manera política de justificar a líderes de izquierdas es buscar también ancestros o pasados muy humildes y modestos. Es muy respetable, pero no tiene nada que ver con ser de izquierdas.
Entre la demandas de los ciudadanos que cita está la de la regeneración de las fuerzas políticas, habla de “partidos setenteros”.
Algunos se han modificado más que otros, el PSOE se ha modernizado quizá el que más (conferencias políticas abiertas, primarias abiertas a la ciudadanía, practica realmente la democracia interna…)
Sin embargo, la estructura básica de los partidos, la legislación que los regula y los modelos son una foto de los 70.
Y luego también yo creo que los partidos tienen que ser ejemplares en sus comportamientos, en sus actitudes, porque los políticos al ser ejemplo de vida y de actitudes influimos en la creación de costumbres. Si los políticos son corruptos, como recuerdo el caso Gürtel, y no se paga, al final ese ejemplo se convierte en costumbre. La izquierda debe ser absolutamente ejemplar.
También he hablado del problema porque se nos exige más en algunos momentos en los perfiles de los equipos que hemos llevado a los gobiernos y que han podido perjudicar a la percepción de la izquierda.
¿Se refiere a los perfiles del segundo mandato de Zapatero?
En general.
¿En el libro pone de ejemplo a los primeros gobiernos de González?
Pongo ejemplos en positivo, no pongo ejemplos en negativo. En los primeros gobiernos de González había personas muy brillantes con carreras profesionales fuera de la política, que en ese momento cumplieron un trabajo político y en su inmensa mayoría no tuvieron ningún problema para volver a la vida privada después de acabar sus tareas políticas con brillantez.
Si analizas aquellos primeros ministros, todos volvieron prácticamente pronto, en diez años, a la vida privada: Carlos Solchaga, Ernest Lluch...No se quedaron ahí para siempre en el Congreso, en el Senado o en el Parlamento Europeo.
Es evidente que la política exige perfiles profesionalizados y que desarrollen sus carreras en el entorno de los partidos y de las instituciones próximas. Composición de equipos distintos y transmitir ejemplaridad.
Hablando de perfiles, el PSOE estás metido de lleno en el proceso de primarias. ¿Tiene el perfil de candidato? ¿Algún nombre?
No estamos en eso todavía. Estamos en las elecciones europeas, las primarias son en noviembre. Lo importante es que se presente quien se presente y elijamos a quien elijamos salgamos reforzados y con un proyecto de cohesión. Tenemos opciones para gobernar en 2015. Yo ya he dicho en alguna ocasión que tenemos un magnífico secretario general, que yo estaré con Rubalcaba y que él dirá lo que va a hacer en su momento.
A partir de ese momento cada uno decidirá dónde está.
Madina, Rubalcaba y Moscoso
¿Usted se plantea en algún momento presentarse?
Yo ya con lo que he dicho…
Título del libro: 'Ser hoy de izquierdas'. Hay mucha gente dentro de la izquierda que dice que el PSOE no es de izquierdas, lo hemos escuchado en el 15-M, se ha escuchado en voces de IU. ¿Cómo responde a eso?
Le respondo con una respuesta muy clara. Es que el PSOE ha gobernado casi 22 años de democracia y que todo lo que esta izquierda que dice que no somos de izquierdas sale ahora a la calle a defender son conquistas que alcanzaron gobiernos del PSOE. Así de claro. El PSOE ha gobernado en solitario casi siempre, pero también sobre todo a nivel municipal y autonómico con IU en muchos momentos. Pero si existen en este momento en España el Estado del Bienestar, el modelo social y el sistema que garantiza la igualdad de oportunidades, es porque ha habido gobiernos socialistas que han construido un modelo impensable hace 35 años.
Es verdad que somos la única izquierda que ha gobernado y somos la única izquierda posible, creo yo. Eso no quiere decir que no cometamos errores o que luego se nos critique en ocasiones.