La capilla ardiente de Suárez reúne a los expresidentes, fuerzas políticas y cientos de ciudadanos
La muerte de Adolfo Suárez ha logrado reunir a los tres expresidentes del Gobierno vivos, una abrumadora mayoría de fuerzas políticas y a cientos de ciudadanos que en la mañana de este lunes hacían cola kilométrica en las calles de Madrid para despedirse.
"Una gran pena". Con esta frase ha resumido el Rey su pesar y el sentir general que se respiraba hoy en el Congreso, en cuyo Salón de Pasos Perdidos, una de sus estancias más emblemáticas, se ha instalado la capilla ardiente.
Con honores de Estado ha llegado esta mañana el féretro de Suárez al Palacio de la Carrera de San Jerónimo, en medio de un profundo silencio sólo roto por los aplausos de los miles de ciudadanos que ya aguardaban para entrar.
Las principales autoridades del Estado, con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y los del Congreso, Senado, Tribunal Constitucional y Consejo General del Poder Judicial a la cabeza, han esperado en la escalinata de la Puerta de los Leones la llegada del expresidente.
Con ellos, los otros tres expresidentes (Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero), los miembros de las Mesas del Congreso y del Senado, el líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, y otras autoridades han aguardado la llegada del féretro de Suárez, que diez soldados del Regimiento Inmemorial del Ejército de Tierra han portado hasta el Salón de Pasos Perdidos.
Bajo el redoble de los tambores de la Guardia Real han entrado al Congreso los restos mortales del primer presidente de la democracia, cuyo féretro seguían, caminando, sus hijos y sus nietos.
LA ORDEN DE CARLOS III
El primogénito del expresidente, Adolfo Suárez Illana, portaba consigo el Toisón de Oro con el que el Rey distinguió a su padre, que se ha colocado a los pies féretro.
Y junto al Toisón ha colocado el Rey la última y póstuma condecoración a Suárez: el Collar de la Real y Distinguida Orden de Carlos III.
Don Juan Carlos y Doña Sofía, así como la infanta Elena, han llegado al Congreso media hora después que el cortejo fúnebre, y han sido recibidos en el Patio de Floridablanca por Rajoy y las principales autoridades.
El Rey, con semblante muy serio, ha conversado unos segundos con Rajoy y ha posado junto a la Reina y la infanta con las autoridades antes de entrar en el Palacio.
Después, la capilla ardiente ha quedado abierta cuando, uno por uno, han ido entrado en fila y rindiendo homenaje con una inclinación de cabeza (y algunos santiguándose), los tres expresidentes, los miembros del Gobierno, los presidentes del Congreso, el Senado, el TC y el CGPJ, Rajoy y su mujer, y ya finalmente los Reyes y su hija.
En primera fila y de riguroso luto, la familia de Suárez ha recibido el pésame y las muestras de cariño de los Reyes y después del resto de autoridades.
CORONAS DE FLORES
Numerosas coronas de flores de las principales instituciones del país rodeaban el Salón y llenaban también el vestíbulo de Isabel II, donde cuelga un retrato del propio Suárez junto al del último presidente de la II República, Manuel Azaña.
Especialmente emotiva ha sido la visita a la capilla ardiente de algunos de los que fueron ministros en los gobiernos de Suárez, como Landelino Lavilla y Federico Mayor Zaragoza o dos de los padres de la Constitución, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón y José Pedro Pérez Llorca.
Todos ellos, así como la mayoría de los políticos que han hablado al salir de la capilla ardiente, han puesto en valor el legado de Suárez y han destacado su capacidad para fraguar consensos en el camino hacia la democracia.
"Las figuras históricas no desaparecen nunca", son "permanentes", ha subrayado, por ejemplo, Herrero de Miñón.
No han faltado tampoco a esta despedida buena parte de los presidentes de gobiernos autonómicos, entre ellos el de la Generalitat, Artur Mas -cuya presencia ha causado una gran expectación- así como los de Madrid, Extremadura, Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha y Aragón.
Al mediodía, tras la marcha de los Reyes, se ha abierto la capilla ardiente al público. Miles de personas desfilan desde entonces por el Salón de Pasos Perdidos para dar también su despedida a Alfonso Suárez.