Elecciones en Alemania: Fin de una campaña cautiva de Merkel y con sordina europea

Elecciones en Alemania: Fin de una campaña cautiva de Merkel y con sordina europea

AFP

"Duerman. Todo va bien. Acudan a las urnas". Angela Merkel, Angie en campaña, habla a una pareja de alemanes (él con una botella en la mano, ambos bajo el influjo de la canciller) en lo que parece una sesión de hipnosis. Es una viñeta, publicada por Patrick Chapatte en el diario suizo Neue Zürcher Zeitung, pero también un sorbo de la campaña electoral alemana que termina este domingo.

Duerman, porque ella dirige lo que exhibe como "el mejor gobierno desde la reunificación". Y el Gobierno de Alemania, como la campaña de la CDU, es Angie. Conscientes de la popularidad de la canciller, Merkel ha sido el centro del mensaje político de la derecha alemana. En la recta final de la carrera por la cancillería, que la CDU cierra con el envío de cinco millones de cartas, Merkel hace un sencillo llamamiento. "Si quiere que continúe ejerciendo como su canciller, dé sus dos votos a la CDU este domingo", dice la misiva. O Merkel, o el caos. O Merkel, o despertar.

Despertar supone decir adiós a la salida a la crisis, que Alemania supera con niveles de desempleo excepcionalmente bajos (6,8%) u olvidarse de endeudarse cobrando por ello en vez de pagar intereses, como los demás países. Y caer en manos de un político tan experimentado y tan inteligente como Peer Steinbrück, líder de la socialdemocracia (SPD), que comete fallos totalmente inexplicables. Entre ellos está hacer el corte de manga en una revista, decir que la jefa de Gobierno cobra poco (25.000 euros, contando también dietas y sueldo de diputada) o ser el punta de lanza de una campaña desacompasada e incapaz de arañar la perfecta imagen de madre ejecutiva tejida por Merkel en sus ya dos legislaturas al frente de Alemania.

UNA CAMPAÑA SIN PENA NI GLORIA

La campaña de las elecciones alemanas apenas ha tenido eco en el resto de países de la Unión Europea. Mucho menos que unas elecciones en EEUU y probablemente menos que una siempre colorida cita con las urnas en Francia. Todo a pesar de que Alemania ha sido la piedra angular de una lucha por la supervivencia del euro, de una batalla por el tipo de UE solidaria pero responsable que se juega su papel en un mundo global donde sólo los pesos pesados tienen cita en el ring de las decisiones clave.

En parte, la respuesta hay que buscarla en los países que lamentan las posiciones de Alemania sin realmente prestar atención a la situación interna del país. En parte, la falta de tensión europea de la campaña se debe a que el euro, el probable tercer rescate de Grecia, la prórroga del de España o el probable plan para Eslovenia no han ocupado más que unos minutos en las agendas de campaña. Tasas a extranjeros por conducir carreteras alemanas, el día vegetariano en la escuela o el cálculo de la pensión de los funcionarios han ocupado más terreno político, junto a otros asuntos clave como el salario mínimo (inexistente en el país) o la reducción de la brecha entre ricos y pobres.

"DEMASIADO FUERTE PARA MANTENERSE A RAYA"

Jürgen Habermas, sin duda el intelectual vivo más reputado del país, ha acusado a las élites de la política alemana de un "fracaso colectivo" en la gestión de la crisis del euro. Citando a Ludwig Dehios, un historiador que estudió el país nacido en 1871 de la unificación, Alemania es "demasiado débil para dominar el continente, pero demasiado fuerte para mantenerse a raya", demasiado fuerte para resistir la tentación de imponerse.

Así se sienten millones de ciudadanos griegos, portugueses o españoles, que siguen con incertidumbre el desenlace de este proceso electoral que ha metido en el congelador las decisiones más importantes que han desfilado por la mesa de decisiones de la Unión Europea en los últimos meses.

¿QUÉ PASARÁ CON EL SUR DE EUROPA?

Los alemanes votan. ¿Qué les pasará a los españoles el lunes? Obviamente, en el resultado está parte de la clave. Todas las encuestas apuntan a una victoria de la canciller, pero las últimas no son concluyentes sobre sus compañeros de viaje. Los partidos pequeños, principalmente los liberales con los que aspira a seguir gobernando, pero también los euroescépticos (Alternativa, que podría entrar en el Parlamento) y los verdes se han convertido en actores clave. Todo ello ante una socialdemocracia que podría aspirar a revalidad la llamada gran coalición (un gobierno con la derecha de Merkel) en la que Steinbrück ya participó entre 2005 y 2009 nada menos que como ministro de Finanzas.

En realidad, según explican expertos y temen políticos en España, la falta de posibilidades del SPD de alcanzar la socialdemocracia hace que cualquier otro escenario postelectoral sea una cuestión de grado, de modulación. Una Merkel aliada con los liberales tendrá las manos libres para continuar y acentuar una política que en los países del sur ha causado estrago.

Una Merkel obligada a pactar con la socialdemocracia modulará la agresividad de esa política, pero no cambiará su signo de manera que ofrezca un gran alivio en países con situaciones sociales agónicas. Al fin y al cabo, el propio Steinbrück trabajó para Merkel en cuatro años clave en la gestación de la crisis y su primera reacción. Desde entonces, la canciller ha recurrido al parlamento para llegar a Bruselas con una sólida mayoría. Y el SPD ha ido apoyando sus pasos.

Este sábado, la canciller repitió su idea de que quiere "una Alemania fuerte y respetada en Europa", sin imponer sus tesis, pero sirviendo de guía como su primer país en población y economía. No parece que las elecciones alemanas vayan a cambiar radicalmente el rumbo de Berlín, con Merkel al timón. La estrategia impuesta sólo puede perder rigidez si se confirman los incipientes signos de recuperación económica y no vuelve la montaña rusa de los rescates.

PROYECTOS EUROPEOS ESPERANDO

Sin embargo, sobre la mesa hay proyectos clave para el futuro del euro y sus países: una unión bancaria que impida crisis futuras, el adecuado uso del BCE y su reorientación para complementar la política económica de los Gobiernos, los mecanismos de solidaridad que creen una eurozona política y no sólo monetaria. En su mitin de este sábado,

Merkel repitió que no quiere oir ni hablar de eurobonos. Queda por esclarecer si tras la cita electoral Merkel dejará que despierte alguna de esas ideas (o ciudadanos, retomando la viñeta y el inicio de este artículo). Queda por despejarse del todo si se consumará el "fracaso colectivo" del que habla Habermas o existe alguna posibilidad de que, ya sin campaña electoral, las cosas comiencen a cambiar.