En busca de los souvenirs veraniegos más feos
Una persona cercana regresa de vacaciones y se ha acordado de ti. Te ha traído un regalo, un recuerdo de su viaje que resulta ser terriblemente feo. La afrenta puede llegar por culpa de su mal gusto, por la falta de opciones o por pura maldad estival, pero el reto está lanzado y es momento de responder.
Solo basta acercarse a cualquier punto turístico del destino que visitamos o pasear por un aeropuerto para encontrarlos, pero competir y ganar en el arte del souvenir hortera exige ciertas normas. La primera de ellas obliga a que el regalo sea incomprensible desde el punto de vista estético. Los brillos, colores imposibles y la purpurina ayudan mucho.
Pero no solo basta con que sea feo. El regalo ideal pasa por ser representativo del lugar donde se ha comprado. Si además resulta ser lmaun objeto útil, para que la persona se vea obligada a verlo a diario en su casa o al menos cuando quien se lo ha comprado esté de visita, se habrá logrado la excelencia. Por ejemplo, un abrebotellas con forma de tortuga que lleva tallada en relieve una estridente imagen de la Sagrada Familia en el caparazón se puede encontrar sin problemas en Las Ramblas de Barcelona.
El blogero especializado en viajes Doug Lansky colecciona los mayores atentados al respecto en The Huffington Post y ha incluido los mejores de ellos en un libro titulado "Crap Souvenirs" y publicado por la editorial Penguin. Las webs Shelf of Shame y Ugly Souvenirs decidieron en su día también hacerlo.