Michael Sinan, el "amado por Alá" que defiende que Islam y homosexualidad son compatibles

Michael Sinan, el "amado por Alá" que defiende que Islam y homosexualidad son compatibles

“Tolerancia, lucha, perseverancia, rebelión, entendimiento, fe... abuela, madre, padre. Sí. Ya sé que suena un poco cursi”. Quien habla es Michael Sinan y relata, en conversación con El Huffington Post, algunas de las palabras que lleva tatuadas en su cuerpo en idiomas como el urdu, persa o pastún, en los que es experto. Desde agosto, Sinan es Mister Gay Dinamarca. Y desde niño, un musulmán que se siente “amado por Alá”.

Michael Sinan está al margen de la fricción religiosa y cultural que se ha convertido en una mediática fuente de conflictos con el Islam como centro de gravedad. ¿Qué dice o deja de decir el Corán sobre la representación y caricaturización de Mahoma? En realidad, nada. No hay ni un sólo verso explícito al respecto. ¿Y sobre la homosexualidad? Los académicos están divididos entre la condena clara y la ambigüedad en los pasajes (similares a los de la condena de Sodoma y Gomorra en la Biblia) que más bien podrían estar dirigidos a las relaciones con extranjeros o la lujuria.

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Sinan, de 34 años (en la foto de la derecha), se presentó al concurso de belleza este verano precisamente para demostrar que no tiene por qué haber conflicto alguno. Lo hizo para hacer ver “que es posible ser gay y musulmán: y que está bien”. Para él es más fácil, ya que es hijo de daneses, rubio y de tez clara, pero quiere ayudar a cambiar la mentalidad de los jóvenes musulmanes en Dinamarca, en su mayoría inmigrantes o hijos de inmigrantes, que viven en guetos donde ser homosexual sigue siendo una anomalía. Desde que ganó el certamen ya ha recibido multitud de cartas, tanto de adolescentes gays y musulmanes que se sienten perdidos como de musulmanes heterosexuales que le agradecen el mensaje.

“La visibilidad es importante y que haya personas como Michael puede ayudar a los jóvenes que prefieren no lidiar con su orientación sexual”, asegura Fahad Saeed, portavoz de la asociación danesa Sahaad, que se dedica a la integración de personas LGTB (lesbianas, gays, transexuales y bsexuales) de minorías étnicas. “El principal problema empieza en las familias, pero continúa por los amigos y el entorno social más inmediato, por lo que los jóvenes musulmanes a menudo no obtienen ningún tipo de apoyo”.

El mapa de los atropellos a los derechos de los gays es, en buena parte del mundo, una colección interminable de crímenes. En 78 países, la orientación sexual puede ser sinónimo de prisión o castigo físico. En siete de ellos el castigo es la muerte, según un informe de Amnistía Internacional. Se trata de Mauritania, Sudán, Arabia Saudí, Yemen, Irán y algunas regiones de Nigeria y Somalia.

En Europa la protección de los derechos de las personas LGTB oscila desde el pleno reconocimiento del matrimonio y la adopción, como España, y la violación más o menos explícita, como en Ucrania o Rusia. Pero la atención a los gays musulmanes es casi inexistente. Apenas hay asociaciones que aconsejen y ayuden a vivir su fe a los musulmanes LGTB.

Ludovic Mohamed Zahed, es el fundador de HM2F (Homosexuales Musulmanes de Francia), una de las pocas que existen en Europa. La asociación, con sede en París, considera “la visibilidad como un avance clave, pese a sus riesgos”. El propio Zahed, que es seropositivo, vivió en sus carnes las amenazas y la censura cuando acudió a una mezquita con su marido, un ciudadano sudafricano, donde los bendijo un imán que acepta la homosexualidad.

“La visibilidad tiene contraindicaciones”, asegura, “ya que cuando no se hablaba de esto, el sufrimiento era oculto, sordo. Ahora el homosexual musulmán es el objetivo sobre el que tirar”, lamenta. “El único camino es luchar por nuestros derechos, que son los derechos humanos. En Francia sabemos bien que a veces los avances llegan con gran estruendo... ¡si hasta le cortamos la cabeza a la realeza!”, ironiza.

DOS DIMENSIONES PARALELAS EN ESPAÑA

En España no existe ninguna asociación como la de Zahed, según reconoce la Federación estatal de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales. Mohamed el Morabet, periodista hispano-marroquí que ha investigado sobre homosexualidad en Marruecos y España, señala que en torno a la homosexualidad y el Islam se da “una combinación perversa” con “la interpretación de los textos y las tradiciones más homófobas”.

En España, “alrededor del 80% del colectivo musulmán es marroquí y, aunque en la segunda generación ya se ven cambios, la homosexualidad es todavía un asunto muy controvertido”. En el ámbito familiar directamente se obvia y los musulmanes acaban teniendo una doble vida, la de sus encuentros sexuales y sus relaciones sentimentales, a menudo sin que se establezcan grandes lazos y muy breves, y por otra parte el círculo familiar y de amigos, donde prima el prestigio y la imagen.

“Además, la inmigración marroquí proviene, en su mayoría, de zonas más rurales y cuando llega a España se aisla y radicaliza. Las élites y clases más avanzadas se quedan en las grandes ciudades”.

Así lo confirma el Estudio sociológico y jurídico sobre homosexualidad y mundo islámico (aquí en pdf), publicado en 2007, el único estudio reciente sobre la homosexualidad e Islam.

La imagen de los considerados barrios gays de ciudades como Madrid o Barcelona contrastan mucho con esta realidad, que desde Dinamarca Sinan se propone cambiar. Reconoce que la tarea es muy árdua y que lograr comprensión no es sino un objetivo a largo plazo. “No pido que me entiendan, sino que se me respete. Yo respeto a otra persona a la que puedo no entender. No entiendo a algunas mujeres que visten burka o nicab, pero las respeto. Respeto al imán que quiere vivir literalmente según el Corán, aunque no lo entienda. No entiendo cómo es ser heterosexual, nunca he intentado serlo. Pero obviamente lo respeto”.

Con todo, el mensaje de Sinan no es pesimista. Con suerte, aparecerán muchos más como él en reportajes como este. “Los medios de comunicación se fijan sobre todo en esos musulmanes extremistas y agresivos que viven según costumbres más propias de la Edad Media. Y no es justo. Somos muchos y modernos”, promete.

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