¿Por qué llamarle gordo?
Hay quien dice que la opinión que los demás tienen de ti empieza por ti mismo, por lo que piensas, por lo que transmites y por lo que permites. Pero, en mi opinión, esto no siempre es así. Cuando somos pequeños construimos nuestra autoestima a partir de lo que los demás nos dicen o dicen de nosotros
Hay quien dice que la opinión que los demás tienen de ti empieza por ti mismo, por lo que piensas, por lo que transmites y por lo que permites.
Pero, en mi opinión, esto no siempre es así. Cuando somos pequeños construimos nuestra autoestima a partir de lo que los demás nos dicen o dicen de nosotros.
Escucho a menudo a padres dirigiéndose a sus hijos con duros adjetivos como "gordo", "burro", "patoso", "sucio", etc. Hoy en día sabemos que las palabras condicionan el pensamiento.
Con esto no estoy diciendo que sean malos padres o madres. No, son padres cariñosos, pero no se dan cuenta de que en lugar de destacar una virtud o un talento de su hijo, lo identifican con aquello que tendría que mejorar.
¿Por qué llamar gordo a tu hijo pudiendo llamarle simpático, listo, divertido, o simplemente, por su nombre?
En una ocasión le pregunté a uno de estos padres que por qué lo hacía, y me dijo:
- "Está gordo y seguro que se lo dirá mucha gente, se lo digo para que se acostumbre"
- "Ufffff", esa fue mi respuesta.
También hay padres y madres que le llaman gorda o gordo por que està delgado. En ese caso no destacan el defecto en su hijo, sino en todos los que sí lo están.
Piensan que llamar "gordo" a un niño con sobrepeso es cruel, pero que hacerlo al niño delgado es simpático. Son de los que piensan que llamar "feo" a un niño que tenga algún defecto físico es cruel, pero que hacerlo con uno que es guapo, tiene gracia.
Pero te aseguro que no tiene gracia ni para el niño con sobrepeso ni para el que tiene un defecto físico, que tienen que oír cómo el papá o la mamá del niño "guapo" hace bromas con estos adjetivos.
Cómo bien sabéis los que me conocéis, yo no trabajo ni con niños ni con padres. Me dedico a pasar consulta sólo con adultos y nada sé sobre lo que es correcto o lo que no lo es a la hora de educar.
Pero estos adultos con los que trabajo no siempre lo han sido, y todos hemos construido nuestro auto-concepto a partir de lo que los demás han dicho de nosotros cuando éramos niños.
El niño con sobrepeso al que llaman "gordo", es muy probable que una vez adulto tenga dificultades a la hora de aceptarse. No es extraño que alguien con la etiqueta de "gordo" practique deporte más allá de lo saludable, se obsesione con la dieta o la descuide por completo.
Pon una etiqueta a un niño y se convertirá en el adjetivo que escribas en esa etiqueta.
Si eres un padre, una madre o un profesor/a o entrenador/a, tú eliges si quieres que esos futuros adultos se identifiquen con sus talentos o lo hagan con sus debilidades. Le puedes llamar: torpe, tonto, patoso, enano, chocho, burro o sucio y espera a ver qué sale de todo eso.
O, por el contrario, le puedes llamar: simpático, generoso, divertido o listo, y a ver qué es lo que pasa. Y siempre le puedes llamar por su nombre.
Para ti que ahora eres el adulto en el que se ha convertido ese niño, recuerda que no somos perfectos. Quizás te gustaría ser más alto o fuerte o delgado, más listo o paciente, pero lo cierto es que nada de eso importa demasiado. Por lo menos, nada de eso le importa a quien te quiere.
De modo que empieza a quererte, porque nadie puede hacerte más daño que tú mismo.