No tienes por qué perdonar
En un país de tradición cristiana como el nuestro, la Iglesia católica es la que ha venido estableciendo desde hace cientos de años lo que esta bien y lo que está mal. Los principios y valores de la Iglesia, en los que yo he sido educado, no me parecen mal para vivir en sociedad. Sin embargo, no me encuentro demasiado cómodo con el principio del perdón que predica la Iglesia.
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Vivimos en un país de tradición cristiana, que es lo mismo que decir que lo que está bien y lo que está mal ha venido marcado durante cientos de años por la Iglesia católica y esto, en general, no es malo.
La iglesia tiene algunos buenos valores, y es muy posible que me lo parezca así porque para ello he sido educado, como atender al necesitado, no robar, honrar a nuestros padres...
Estos principios y valores me parecen buenos para vivir en sociedad, pero también tengo que decir que no estoy de acuerdo con todo lo que predican.
Algo con lo que no me encuentro cómodo es con la idea del perdón.
Por lo visto sólo es necesario mostrar arrepentimiento para conseguir el perdón de la persona a la que has ofendido. Es más, ni siquiera hace falta que te arrepientas enseguida, basta con que lo hagas justo antes de morir.
Nos han inculcado que hay que perdonar siempre y a todos.
Hay que aprender a perdonar, nos dicen desde bien pequeños, o de lo contrario no somos buenas personas, no estamos en paz...
Esto que aparentemente es positivo, tiene, a mi entender, su parte negativa y es que muchas personas se sienten culpables por no ser capaces de perdonar a quien les ha hecho daño y les exige su perdón.
Ya te he pedido perdón, ¿qué más puedo hacer?
Y esta es justamente la clave: el perdón no se tiene por qué ganar con la disculpa.
El perdón se gana con la reparación. Si de manera voluntaria me has perjudicado, de nada me sirven tus disculpas.
Las personas son más coherentes con sus actos que con sus palabras, por lo tanto me creo más tu ofensa que tus disculpas.
Por ejemplo, si me has perjudicado económicamente debes restituir mi pérdida. Si has hablado mal de mí debes corregir lo dicho. Si has sido desleal es necesario que demuestres de nuevo que mereces mi confianza y que tengas paciencia mientras la recuperas.
Las personas somos lo que hacemos y no lo que decimos, por lo tanto si has ofendido haz lo necesario por corregir tu error y si te han perjudicado recuerda que perdonar es una opción, de ti depende, pero que en absoluto está mal que antes del perdón pidas la reparación del perjuicio que has recibido.
Hace algún tiempo, el Rey emérito pidió perdón por cazar elefantes.
Un gesto muy generoso por lo visto, pero siento discrepar, y creo que los a elefantes tampoco se lo parece.
Quizás hubiera estado bien que destinará parte de sus ahorros a garantizar la conservación de la especie o a dar a conocer el trabajo de alguna reserva o a cualquier otra acción que ayude a hacer entender que matar por hobby no es propio de personas civilizadas.
El perdón sin arrepentimiento de nada sirve. Corregir en lo que podamos el daño causado siempre es el mejor camino.
Pero, ¡ojo!: no perdonar no es lo mismo que odiar.
Puedo no perdonar una acción concreta y al mismo tiempo reconocer que muchas otras cosas se han hecho bien.
Si con este escrito a alguien he ofendido, espero que me perdone.... o no.