Museos: cuando el pasado mira al futuro
Ahora que los teléfonos móviles están en los bolsillos de todo el mundo, se han convertido en el soporte tecnológico más en boga, aquel al que todos miran e intentan sacar partido. Los museos lo han hecho, y sin complejo alguno, jubilando a las audioguías, que ya cumplieron con su corto cometido.
Foto: Getty Images.
Paradojas de la vida. Los museos, concebidos para mirar al pasado, están dando al mundo una lección sobre cómo estar a la vanguardia. Lejos de anquilosarse en una actitud contemplativa, los centros expositivos se han convertido en auténticas puntas de lanza en cuanto a la adaptación de las nuevas tecnologías a sus rutinas de funcionamiento y a los servicios que ofrecen.
La irrupción de los smartphones puso en su día en jaque muchos conceptos asentados. Ahora, presente en los bolsillos de todo el mundo, son el soporte tecnológico más en boga, aquel al que todos miran e intentan sacar partido. Los museos lo han hecho y sin complejo alguno, jubilando a las audioguías, que ya cumplieron con su corto cometido.
Superada la etapa de cierto vértigo inicial en la que comenzaron a ofrecer al usuario la oportunidad de disfrutar de las obras de arte a través de la pantalla de su teléfono móvil, ahora la experiencia va mucho más allá: el público puede "visitar" el museo desde cualquier parte del mundo como si estuviera allí, con todo lujo de detalles.
La realidad virtual se está tornando en los últimos años en la mejor carta de presentación de los museos más importantes del mundo. Europeana, la biblioteca digital de la Unión Europea, fue pionera en la implementación de estos sistemas y lo hizo con las gafas de realidad virtual Oculus Rift, que siguen siendo el dispositivo de referencia para esta nueva forma de universalizar el acceso al arte y la cultura.
Aplicaciones de pago o que apuestan por el modelo freemium están compensando económicamente a los museos por las posibles visitas de menos provocadas por los tours virtuales. Con todo, están sabiendo compatibilizar ambos mundos con "apps" que resultan el complemento perfecto para una visita y que hacen las veces de guía museográfico.
La experiencia del usuario queda sorprendentemente enriquecida con las herramientas de realidad virtual que posibilitan, por ejemplo, observar una recreación del artista en el momento de pintar un cuadro, o ver éste bajo rayos X, infrarrojos y ultravioletas para conocer los secretos de la técnica.
Por no hablar de los centros expositivos nacidos en el mundo de lo virtual, como el Museo del Arte Robado, donde se pueden contemplar obras desaparecidas que no existen físicamente en ningún otro lugar.
Todo avanza tan rápido que hasta los códigos QR, que tan buen resultado han dado a muchos museos, para remitir a las fichas completas de cada una de las obras expuestas, casi van ya oliendo a rancio. Por suerte, cada vez más los museos están abriendo sus puertas a la renovación.
Google, como no podía ser de otra manera, también ha querido tomar parte de estos cambios. Este mismo año creó la aplicación Google Arte y Cultura, con la que permite recorrer virtualmente un millar de museos de más de 70 países.
El pasado mira al futuro y el futuro se alimenta del pasado. Sólo hay que saberlo mirar con unas gafas de realidad virtual.