'The Telegraph' dice que esta ciudad española tiene "la catedral más fea del mundo"
"Parece una iglesia normal pero hecha de cera, que se está derritiendo".
El diario británico The Telegraph ha publicado un artículo relacionado con España que tiene un titular, cuanto menos, llamativo: "Barcelona intenta prohibir uno de los mayores placeres de la vida".
El texto hace referencia a una situación que ha expuesto El País sobre que hay restaurantes de Barcelona que impiden sentarse sin acompañantes. "Locales de la calle Blai y del Eixample rechazan a clientes únicos en sus mesas. La pospandemia y el regreso del turismo masivo alteran las políticas de asiento en la hostelería", aseguraba el reportaje.
The Telegraph aprovecha su artículo para cargar contra la ciudad catalana, asegurando que tiene "la catedral más fea del mundo" porque "la Sagrada Familia parece una iglesia normal pero hecha de cera, que se está derritiendo" [aunque ese edificio, en realidad, no es un catedral] y "un independentismo catalán tan irritante como los del País Vasco y Escocia".
A eso, prosigue el rotativo, se debe añadir ahora "un movimiento de hosteleros para desalentar, incluso erradicar, a los comensales solitarios": "Se dice que los comensales individuales son malos para los negocios. Solos, ocupan una mesa que podría asignarse a una pareja o, en el improbable caso de que la persona ocupe una mesa para ocho, a todo un grupo".
"He aprendido a no esperar mucho de Barcelona (si os acordáis de Cobi, la mascota del de las Olimpiadas de 1992, sin duda estaréis de acuerdo), pero esto es claramente absurdo", resalta el autor del artículo, quien destaca que en otras ciudades, como Londres, los restaurantes dan la bienvenida a los clientes solitarios.
Además, asegura que tras los duros años de la pandemia, cuando los restaurantes sufrieron especialmente, los hosteleros deberían ser especialmente atentos con sus clientes: "Todavía considero que salir a cenar es un trabajo caritativo a favor de los restauranteros en apuros".
El autor celebra, además, los pequeños placeres que proporciona comer solo en un restaurante: por ejemplo, observar al resto y escuchar conversaciones o que nadie te juzgue por lo que bebes o lo que comes.
"Pero el verdadero placer de cenar solo es la oportunidad de leer, algo que podría considerarse una ofenda" si estás con alguien.