'The New York Times' ve lo que Felipe VI le hizo a Yamal y dice lo que nadie en España se atrevería
Una afirmación rotunda.
El prestigioso diario estadounidense The New York Times ha dedicado un artículo a analizar la victoria de España en la Eurocopa en el que se centra casi en exclusiva en Lamine Yamal, el futbolista de 17 años que ha asombrado al mundo con sus actuaciones en el campeonato.
Entre otras cosas, el rotativo dice que Yamal "ha servido para revitalizar la forma en que el fútbol español se ve a sí mismo" porque "España había conocido poco más que decepciones" desde que ganó la Eurocopa de 2012 y recuerda que no ha vuelto a ganar una eliminatoria en el Mundial desde su triunfo en el 2010.
Además, se destaca en el artículo, "sus autoridades futbolísticas se han visto envueltas en un escándalo que amenazó con eclipsar la única gloria de ese periodo, la conquista por España de la Copa Mundial Femenina el año pasado".
El New York Times dice que Yamal, "a pesar de su juventud", "puede atribuirse gran parte del mérito de haber llevado a una selección española relativamente desestimada a una gloria en gran medida imprevista".
"Es tan joven que la ley alemana exige que tenga una dispensa especial para trabajar hasta tarde por la noche. Es tan joven que ha estado acompañado en todo momento por un tutor designado. Es tan joven que, de pie junto al podio, probablemente podía saborear el pastel que le regalaron un día antes para celebrar su cumpleaños número 17", destaca el periódico estadounidense.
Además, el New York Times se fija en un gesto que Felipe VI tuvo con Yamal y saca una conclusión absolutamente rotunda.
Dice que, "mientras los jugadores españoles celebraban, con confeti dorado a sus pies, se encontraron de repente cara a cara con su monarca, vestido inmaculadamente como siempre". "Le pasaron el trofeo al rey Felipe. El rey, con algo de timidez, lo levantó en el aire", describe.
"Ligeramente avergonzado, buscó a un jugador que se lo quitara de las manos. Sus ojos se posaron en Yamal. Con ternura, su mano rozó el hombro del joven de 17 años mientras se lo entregaba. Parecía un acto de sucesión: un viejo rey pasando la gloria al nuevo príncipe de su país", sentencia.