"Cuesta más luchar contra la fuerza del capital que contra la fuerza de la naturaleza"
Varios expertos del sector de la construcción analizan los errores que se han dejado ver tras la DANA de Valencia.
"No puede ser que para abrir un negocio en Valencia tengas que presentar 8.000 planos, 800 documentos, justificar la normativa de mil formas... pero para construir una promoción en una zona inundable resulta que a todo el mundo se le ha pasado a mirar que era inundable. ¿Cómo puede ser eso?".
"Si yo no cumplo el 1,50 de la silla de ruedas en el baño y a mí me llega una notificación. ¿Cómo puede ser que a todo el mundo se le pase algo así?", censura Ángela Mañas, arquitecta valenciana especializada en el diseño y desarrollo de edificios públicos y espacios urbanos.
Las recientes inundaciones en Valencia han dejado una estela de devastación que no solo señala al clima como responsable, sino también a años de decisiones urbanísticas cuestionables. Unos errores que Erik Harley, Ángela Mañas y Jordi Martí, expertos en diferentes ámbitos relativos a la construcción, desgranan para intentar arrojar luz sobre las múltiples causas detrás de los enormes desastres provocados por la DANA.
"Lo que está claro es que el cambio climático aumentará la frecuencia y severidad de estas catástrofes. Esto es un llamado urgente para adaptar nuestras ciudades. Era para anteayer", señala el investigador experto en estudios urbanos, Erik Harley.
Algo con lo que coincide con Mañas, quien apunta que el calentamiento global "es el problema más importante ahora". "Tenemos que empezar a hablar de decrecimiento, pero no sé si es un debate para el que estemos preparados como sociedad", afirma la arquitecta.
Una desconfianza que también comparte el ingeniero de edificación y divulgador Jordi Martí, quien considera que "la sociedad solo tomará conciencia si se suceden muy rápido grandes desgracias, porque eso cambiaría la opinión de la gente y su concepción del riesgo".
Sobre qué ha fallado en Valencia a nivel urbanístico para que las consecuencias sean tan desastrosas, los expertos han mencionado una serie de errores a varios niveles; una suma de fallos estructurales, falta de interés, descoordinación y enredos políticos y, sobre todo, económicos.
Para empezar, la prevención. "Se han ignorado las múltiples advertencias de los expertos sobre riesgos y la ordenación del territorio ha apostado por priorizar el desarrollo económico sobre la seguridad y la sostenibilidad", explica Harley.
"La tragedia de Valencia ha evidenciado que el 'error' es estructural y que se trata de un problema de base capitalista, en el que hemos defendido un tipo de 'desarrollo urbano' que es insostenible", continua el investigador.
"Tenemos muchas herramientas de previsión, así que ya ahora mismo no hay excusa. Primero que hay un montón de estudios de patrones climáticos que nos advierten y luego, los mapas de riesgo te indican el riesgo y la frecuencia. O sea, lo tienes todo ahí", manifiesta Mañas.
Para Harley, también es un hecho claro que las consecuencias se podrían haber previsto "con un análisis de riesgos más serio". "Las herramientas y la ciencia estaban disponibles; lo que faltó fue una implementación efectiva y preventiva, una gestión territorial basada en la seguridad de la ciudadanía y en la naturaleza, no contra ella", matiza el experto.
"Y luego la respuesta peor no ha podido ser. Una vez ha ocurrido la catástrofe han pasado al menos cuatro días hasta que todos se han puesto de acuerdo. No puede ser que los trámites burocráticos tarden cuatro días cuando está muriendo gente. Ha fallado todo", indica la arquitecta.
"Para mí no ha hecho nada bien, la verdad. Habría que revisarlo un poco todo, sobre todo la descoordinación entre departamentos. Cada uno tiene su función, está claro, pero yo personalmente no entiendo muy bien por qué los bomberos pueden actuar por voluntad propia pero las demás fuerzas de Estado no, por ejemplo. Desconozco la razón. Al final cuando hay una tragedia deberían poder salir, no esperar a que alguien les diga que pueden salir. A nivel funcional eso no tiene sentido" censura la valenciana.
Además, Erik va más allá. "Lo que ha fallado indudablemente es la política. Porque actualmente tenemos a la cabeza de las administraciones públicas demasiada gente sin oficio ni beneficio y muchos solo son expertos en una única materia: la ineptitud".
"Ante esto uno podría pensar que lo fácil es decir que la política no sirve para nada, pero nada más lejos de la realidad. Tener a gente formada y concienciada como representantes políticos es la solución. Lo que tenemos que hacer es reforzar la democracia y defender con uñas y dientes a las instituciones públicas de los ineptos. Nuestra vida está en juego", subraya Harley.
Una profesión a la que también apunta Mañas: "Aquí la culpa ha sido de todos los partidos. Desde del gobierno local de cada municipio donde ha ocurrido esto, que han echo oídos sordos al riesgo y no estaban preparados y, partiendo de ahí, hasta arriba. Yo creo que eso ha sido un fallo piramidal total".
Asimismo, la arquitecta denuncia que las alertas emitidas fueron "tardías e ineficientes". “No puedes esperar que la gente se meta en la web de la Agencia Estatal de Meteorología para informarse de un riesgo tan grave", critica Mañas.
Por su parte, Martí señala otro grave problema: "Quizás nadie se esperaba que las consecuencias iban a ser tan terribles, es cierto que la intensidad era impensable, o sea que ha ido mucho más allá de lo que podía pasar según los estudios, Pero también es un hecho que se deberían haber puesto unas limitaciones o unas obligaciones evidentes a nivel de construcción que no se han puesto.
En este punto, los tres expertos coinciden en que no ha interesado política y económicamente darle el peso que merecía al riesgo, y en que se ha apostado por "hacer la vista gorda", apuntando todos ellos con el dedo a la especulación inmobiliaria.
"No se puede olvidar un tema también muy importante que subyace en esta problemática: entender el sector de la vivienda como un mercado especulativo", ha recalcado Harley.
"Cuesta más luchar contra la fuerza del capital que contra la fuerza de la naturaleza", recalca Martí, quien remarca que "cuando un promotor construye, también tiene la responsabilidad de hacer las cosas bien".
"No diré que la responsabilidad es totalmente suya tampoco, porque se lo podrían haber prohibido. Pero claro, aquí al Ayuntamiento le parece interesante ganar todo ese dinero que va a ganar por la promoción; el propio promotor también quiere ganar ese dinero y, en última instancia, también creo que hay mucha presión de la propia ciudadanía, porque hay gente que sencillamente valora el riesgo de formas diferentes", insiste el ingeniero de edificación.
"Siempre hay urbanizaciones en zonas inundables, nunca va a dejar de haber porque al final eso es totalmente especulación 100%. Las urbanizaciones son el problema. ¿Por qué? Pues porque interesa mucho, o sea, hay mucho dinero detrás, muchos metros cuadrados, mucha rentabilidad económica en pocos metros cuadrados...", apunta Mañas.
"Las urbanizaciones siempre dan problemas, igual que por ejemplo la ley de costas en este país siempre ha dado problemas. Siempre que se ha construido a cinco metros del mar para conseguir más casas en la costa, ¿sabes? Es una herramienta de especulación muy grande", explica la arquitecta.
"Todo el mundo quiere vivir cerca del mar, claro. Tenemos un problema con la vivienda sí, pero yo diría que más que un problema general, tenemos un problema de vivienda en las ciudades interesantes. Y si sabemos que hay ciudades con mayor concentración de gente y con zonas con grandes peligros de inundación es ahí donde más deberíamos apostar por infraestructuras", advierte el ingeniero.
"En Valencia la mayoría de envases fallaron porque no tenían capacidad para soportar todo este agua, e históricamente la comunidad tenía un montón de humedales para retirar el agua y se han ido destruyendo a causa del crecimiento masivo de las poblaciones. Esto también hay que repensarlo seriamente", añade Mañas quien, en este sentido, indica que "la experiencia internacional podría servir de inspiración".
En concreto, la arquitecta menciona la posibilidad de construir tanques de tormenta subterráneos como los que se están llevando a cabo en Turquía, o la posibilidad de desviar el agua en situaciones críticas, como se hizo con el cauce del río Turia. "Sin embargo, estas soluciones requieren inversiones significativas y una visión a largo plazo que parece estar ausente en el debate público todavía", reprocha la arquitecta.
Una crítica con la que Martí no puede estar más de acuerdo: "Las estructuras preventivas requieren mucho dinero. Me sorprendería que se invierta en megastructuras, incluso que la gente estuviese dispuesta a pagar muchos impuestos que vayan dirigidos a grandes infraestructuras de prevención, porque al final son elementos que no se sabe cuándo van a hacer falta, pueden pasar muchos años sin que tengan utilidad".
"La urbanización en zonas vulnerables sin infraestructuras adecuadas ha multiplicado los daños. Es una evidencia que el enfoque en la sostenibilidad sigue siendo insuficiente en las políticas de gestión territorial. Por no mencionar la existencia de un plan presentado en 2007 con un coste de 110 millones de euros que habría mejorado la gestión hídrica de la zona afectada, pero no se llevó a cabo", subraya Harley.
Los tres expertos lo tienen claro, y la arquitecta valenciana lo resume a la perfección: "Sabemos cuáles son las zonas de riesgo, pero parece que nadie está dispuesto a enfrentarse al negocio inmobiliario. Y la realidad es que si seguimos construyendo así en zonas de riesgo, no será cuestión de si habrá otra catástrofe, sino de cuándo”
Por el momento, la pregunta que persiste es si la sociedad está preparada para asumir el costo de la prevención. "Es incuestionable que esta catástrofe ha obligado a abrir un debate que hace décadas que denuncian los expertos", asegura Erik, mientras Martí señala que "hay un precio, y no siempre estamos dispuestos a pagarlo". Pero como Mañanas apunta: "El precio de no hacer nada es muchísimo mayor".