Cuenta qué le pasó en una cafetería tras pagar 36€ por dos cafés y dos tostas: el final es increíble
Acabó acudiendo la Policía al local.
Los camareros tienen que soportar a menudo clientes maleducados, malintencionados o simplemente bebidos que hacen que su trabajo sea poco menos que imposible. Pero, a veces, también los clientes tienen que soportar el mal trato de los empleados de la hostelería.
Es lo que le ha ocurrido a @Eva_al_desnudo_, usuaria de X, la red social antes conocida como Twitter, que ha explicado una situación entre surrealista e incómoda que ha vivido recientemente en una cafetería de Madrid.
Según relata, quedó con un amigo cerca de Alonso Martínez para desayunar, pero dice que todos los locales estaban llenos, así que fueron a una cafetería a las 12.00 después de apuntarse en la lista de espera "y estar en la calle un buen rato".
"Finalmente nos dan mesa. Nos levantamos a pedir (es un sitio muy moderno) y terminamos pagando 36€ por 2 capuccinos y 2 tostadas con aguacate y huevos revueltos. Casi me da algo con el precio pero nos metimos allí, así que la culpa es nuestra", subraya.
Lo verdaderamente llamativo empieza después. Señala que, cuando sólo les quedaba tomar terminar los cafés, el camarero les pidió cambiarse de mesa porque necesita la suya para un grupo que le acaba de entrar.
"Vale, le hacemos el favor pese a que el cambio es a una mesa más ruidosa que está más cerca de la puerta y donde hace más frío. Pero nos íbamos a ir ya", cuenta. Dice que entonces se acordó de que tenía que enseñarle algo a su amigo y sacó el portátil para hacerlo.
"Viene el camarero y nos dice que no se pueden usar ordenadores para trabajar. Le digo que no estamos trabajando. Me dice que aún así. Que es por la rotación de mesas. Le digo que lo entiendo pero que solo voy a enseñar unas fotos mientras acabamos pero pienso que acabamos de pagar 36€ y lo mismo no es suficiente, así que le decimos que nos vamos a tomar otro café", cuenta.
Pero el camarero les dijo que eso daba igual y que no podían usar el ordenador: "Molesta, le digo que deberían avisarlo en la puerta. Y dice el camarero que pone que está prohibido. Preguntamos que dónde. Y nos indica la trasera del QR de la carta, no más grande que la palma de mi mano".
"Para entonces yo ya me pongo a recoger para irme porque me están tocando la moral. Pero a mi acompañante no le parece bien y pide la hoja de reclamaciones. Entonces viene la encargada y nos vuelve a decir lo del ordenador y lo del QR. Mientras le decimos que muy bien, pero que no vamos a discutir, que nos traiga la hoja de reclamaciones, le hago una foto al QR. Entonces se pone hecha una hidra, nos quita el QR estampándolo contra la mesa, y se nos encara mientras nos dice que ya se está enfadando y que no va a traernos la hoja de reclamaciones", relata la usuaria.
La mujer dijo que iba a llamar a la Policía, algo que al final hizo la encargada. Y luego les dio la hoja de reclamaciones.
"Luego los policías nos han dicho que hemos sido poco hábiles. Que no hay que decir nada. Solo llamarles para que cuando lleguen se vea que no han entregado la hoja", avisa.