Cataluña y España: cómo surfear en una jaula
En España disponemos de un sistema de doble jaula mediática. Al consumo de información por afinidad ideológica se añade el consumo diferenciado por territorios y, aunque no descarto ser víctima de un atajo mental, creo que esto puede ayudar a explicar la distancia entre las opiniones públicas de Cataluña y del resto de España.
A principios de este año se publicó en España un libro de éxito mundial: El arte de pensar (Ediciones B), del empresario suizo Rolf Dobelli. En un estilo coloquial, repasaba errores comunes en el razonamiento lógico que nos conducen a decisiones erróneas, y se sumaba a las advertencias sobre los efectos perniciosos de la sobreabundancia informativa. Dobelli aconseja prescindir de las noticias y considera que "la madre de todos los errores" es el sesgo de confirmación: ante una sobredosis de información, nuestro cerebro adopta mecanismos de defensa para no colapsarse, y busca inconscientemente atajos mentales. Uno de esos atajos es la tendencia a seleccionar la información que confirma nuestras convicciones y rechazar la que nos contraría.
En un proceso adictivo, buscamos en las redes sociales afines a nuestras opiniones para recibir una dosis cada vez mayor de reafirmación en nuestras propias ideas, y vamos construyendo sin darnos cuenta una jaula mediática privada, un espacio confortable en el que siempre tenemos razón y minimizamos el riesgo de que un argumento nos haga dudar.
En España disponemos de un sistema de doble jaula mediática. Al consumo de información por afinidad ideológica se añade el consumo diferenciado por territorios y, aunque no descarto ser víctima de un atajo mental, creo que esto puede ayudar a explicar la distancia entre las opiniones públicas de Cataluña y del resto de España.
La mayoría de la población catalana se informa mediante TV3, Catalunya Ràdio, RAC1, La Vanguardia y El Periódico, que son medios de comunicación de consumo nulo o muy limitado en el resto de España, donde la mayoría de la población se informa a través de TVE, Antena 3, Tele5, la cadena SER, Onda Cero, El País, El Mundo y Abc.
El abanico de posiciones editoriales o de opiniones dominantes durante los últimos años entre los dos grupos de medios, los mayoritarios en Cataluña y los mayoritarios en el conjunto de España -incluyendo Cataluña, pero siendo minoritarios en ésta- podría resumirse así:
- Sobre balanzas fiscales y financiación
En Cataluña, las opiniones mayoritarias oscilan desde "habría que revisar un sistema que perjudica claramente a los catalanes" hasta "Cataluña sufre un expolio fiscal". En el resto de España: las opiniones oscilan desde "habría que dialogar para revisar un sistema que quizá perjudica a Cataluña y otras comunidades" hasta "Cataluña expolia a España y encima se queja".
- Sobre la inmersión lingüística en la educación
En los medios mayoritarios en Cataluña se defiende la bondad del sistema, variando desde "es mejor no tocarlo" hasta "es intocable de todo punto". En los medios del resto de España el abanico de opiniones oscila desde un discreto respaldo hasta el rechazo frontal con exigencia de final inmediato.
- Sobre la convocatoria de una consulta sobre autodeterminación
En Cataluña, la opinión mayoritaria es totalmente partidaria de la consulta, tal vez con alguna reserva. La opinión mayoritaria en los medios del resto de España es totalmente contraria a la consulta, con alguna disidencia.
- Sobre la independencia de Cataluña
En los medios de más audiencia en Cataluña, la opinión oscila entre "quizá no sea la solución mágica que algunos plantean" hasta "es la única opción razonable". En los medios de consumo mayoritario en España la opinión oscila desde "no sería conveniente para Cataluña ni para España" hasta "los planes independentistas merecerían la suspensión de la autonomía catalana y tal vez medidas penales para sus promotores".
Una persona que viva en uno u otro entorno de consumo de medios recibirá informaciones y opiniones muy distintas sobre las mismas cuestiones. Una persona que se sitúe en una posición centrada o moderada en un entorno quedará muy alejada de una persona que crea estar centrada o moderada en el entorno contrario. Pasado un cierto tiempo, más que estados de opinión distintos, lo que existe son códigos distintos. Las referencias son distintas, las complicidades son distintas, los sobrentendidos son distintos. "¿Pero a estos qué les pasa ahora? ¿Con la que está cayendo y salen con la independencia? ¿En qué mundo viven?" "¿Pero cómo pueden no enterarse en Madrid? ¿En qué mundo viven?"
No somos bloques graníticos. No es que los catalanes vivamos en una jaula mediática, o que el resto de España viva en una jaula mediática. Todos los consumidores de información nos construimos nuestra jaula, más o menos permeable, pero en Cataluña y en el resto de España la mayoría de la población se abastece de materiales muy distintos para su construcción. Se puede pensar que los medios crean los estados de opinión mayoritarios, que esos medios son mayoritarios porque sintonizan con corrientes de opinión, o una mezcla de ambas cosas. A menudo se descalifica a los medios catalanes, "por estar subvencionados", o se acusa a los medios españoles de "estar al servicio del poder de Madrid". Son afirmaciones que permiten anular al otro sin escucharle y seguir en el confort de la jaula privada.
A esto se añade que la política se ha convertido en un arte que podría denominarse gestión de demoscopia: se alientan estados de opinión para ganar las elecciones y durante el período de gobierno se surfea sobre esas olas, procurando mantenerse en pie hasta la siguiente cita electoral. Puede que el surfista Mariano Rajoy esté esperando a que el surfista Artur Mas se caiga de la tabla, devorado por su ola. Tal vez piensa Rajoy que para cuando aparezca el surfista sustituto... Bueno, para entonces Dios dirá. Habrá pasado la crisis, se habrá descubierto que Bárcenas es un agente secreto chino o habremos invadido Gibraltar. Artur Mas actúa como si estuviera convencido de que la fuerza de su ola le conducirá a la orilla prometida superando todos los obstáculos, aunque sea a trompicones. Los socialistas se caen al agua a cada momento, y cuando creen que nadie les mira utilizan la tabla para atizarse entre ellos. ERC son los vigilantes de la playa: otean el horizonte para comprobar que en el nuevo país está todo en orden. Todos entregados a la gestión de su parcela de opinión pública, cada cual practicando surf en el interior de su jaula.
En los próximos días, con motivo de la Diada, llegará otra avalancha informativa sobre la relación entre Cataluña y España. Cumpliendo la pauta descrita en el éxito editorial de Dobelli, cada uno de nosotros admitirá un determinado volumen de información -según interés, tiempo y paciencia-, seleccionaremos casi todo lo que nos reafirme en nuestro punto de vista, rechazaremos casi todo lo que nos contraríe, y cuando hablemos con alguien de diferente jaula mediática (sea jaula catalana o española, jaula mixta o transversal, jaula progre o jaula facha, jaula tibia, jaula extrema o jaula hartosdeltema, también numerosa), le escucharemos con una media sonrisa mientras pensamos: "¡Pero en qué mundo vive!"