Un laboratorio de Corea asombra a la humanidad al convertir las aguas fecales en la energía del futuro a gran escala
Esta nueva tecnología podría conseguir que el hidrógeno verde se convierta en una fórmula de lo más competitiva en el mercado mundial.
Un grupo de investigadores del Instituto de Investigación de Energía de Corea (KIER) ha desarrollado un sistema tan innovador como asombroso al que han llamado Zero-Gap. Con él, pretenden llevar a cabo una labor tremendamente útil en los tiempos actuales, como es la transformación de todo tipo de residuos en energía, y todo ello sin emitir dióxido de carbono y por ende, sin contaminar.
Concretamente, Zero-Gap se centra en la transformación de aguas residuales en hidrógeno verde, y pretende hacerlo a gran escala. Esto supone un avance sin precedentes en la industria y además, consigue satisfacer la alta demanda de hidrógeno verde requerida por gobiernos y empresas en la ardua misión de la transformación verde y sostenible a nivel mundial.
Junto a estos importantes beneficios, con este proceso se da una solución eficiente a la gestión y reutilización de desechos orgánicos, enormemente contaminantes y dañinos para el planeta.
Pero, ¿cómo lo han conseguido? La respuesta la encontramos en las células bioelectroquímicas (BEC). Estas conforman una tecnología que utiliza microorganismos para descomponer compuestos orgánicos, y de acuerdo con el Laboratorio de Pruebas de Corea (KTL), esta tecnología (Zero-Gap) puede incrementar la producción de hidrógeno hasta en un 120% y la generación de electrones en torno a un 180% si se compara con otros métodos tradicionales.
Para conseguirlo, el proceso consiste en optimizar al máximo las células bioelectroquímicas y así minimizar la pérdida de energía, y posteriormente, estas células, que contiene microorganismos, transforman las sustancias de desecho en electrones y protones que más tarde se combinan y generan hidrógeno gaseoso.
Entre los aspectos positivos de la tecnología desarrollada por KIER, destacan varios. Entre ellos la posibilidad de convertir los desechos orgánicos en una fuente de energía limpia además de reducir la contaminación, al tiempo que puede ser instalada en lugares como plantas de tratamiento de aguas residuales o zonas urbanas altamente pobladas, lo que evitaría el problema del transporte.
En último lugar, también habría que destacar que se trata de una tecnología que podría conseguir que el hidrógeno sostenible -o verde- fuese competitivo en el mercado global.