Rusia y Estados Unidos juegan al gato y el ratón con dos satélites militares en órbita
El Ejército estadounidense tilda el comportamiento ruso de "realmente irresponsable"
La carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética se inició con el lanzamiento del satélite soviético Sputnik en 1957 y alcanzó su punto máximo en 1969 con la llegada del Apolo 11 a la Luna. Durante veinte años ambas potencias se enfrentaron en una competición por dominar la exploración espacial.
Una contienda en la que el espionaje entre ambas potencias fue clave para conseguir información sobre las actividades espaciales del otro. Durante la Guerra Fría, tanto Estados Unidos como la Unión Soviética desarrollaron programas de inteligencia para recopilar información sobre lanzamientos de cohetes, satélites y las misiones espaciales que preparaba otro país.
Han pasado muchos años, pero la vigilancia entre ambas potencias sigue viva y escribiendo capítulos. Eso sí, se ha sofisticado al mismo ritmo que lo ha hecho la tecnología con la que trabajan Washington y Moscú. Para entender el último episodio hace falta remontarse al verano de 2022, siete meses después del inicio de la Guerra de Ucrania.
Primero de agosto. Son las ocho de la tarde en el cosmódromo de Plesetsk, a 800 kilómetros de Moscú. Rusia prepara el lanzamiento de la sonda Kosmos 2558, una nave de la que se conocen pocos detalles, pero que después de su puesta en órbita se colocaba en el mismo plano orbital que la sonda USA-326, un satélite militar de Estados Unidos destinado, según El Pentágono, a apoyar un programa de "reconocimiento aéreo" que recopila información de inteligencia mediante la observación de la Tierra.
Desde entonces, ambos satélites juegan al gato y el ratón en el espacio, donde corren a diferentes velocidades, lo que ha permitido que la nave rusa pase regularmente cerca de la estadounidense en lo que, según los testimonios de los expertos recogidos por el medio especializado Insider, parece un nuevo método de Rusia para espiar tecnologías de otros países.
Los observadores espaciales han analizado el comportamiento de Kosmos-2558 y la falta de una explicación formal de Rusia, así como las fotografías enviadas desde un satélite Maxar, les ha llevado a concluir que la sonda sería un "inspector", una nave espacial que cuyo objetivo es el de recopilar, desde cerca, datos de otros satélites. Calculan que este sería el tercero de este tipo que Moscú ha puesto en órbita.
El general James H. Dickinson, comandante del Comando Espacial de Estados Unidos, ha calificado en NBC News el comportamiento de Rusia como "realmente irresponsable", además de asegurar que "Estados Unidos continuará rastreando la nave espacial rusa".