Los desconocidos animales lanzados al espacio: estos son otros casos 'Laika'
Monos, gatos, cucarachas... todos han sido una parte integral de la exploración espacial y han contribuido de manera significativa al conocimiento del universo.
Los animales han jugado un papel crucial en los avances logrados en los viajes espaciles y en los estudios científicos sobre los efectos que tiene el espacio en la vida. Antes de que nadie se atreviese a orbitar alrededor de la Tierra, la teoría más extendida era la de que un ser humano no podría resistir largos periodos viviendo en ingravidez. Por eso, científicos rusos y estadounidenses decidieron enviar perros y monos, principalmente, al espacio.
El propósito de enviar animales y otros seres vivos al espacio no era otro que el de comprender cómo los organismos vivos pueden sobrevivir y funcionar en entornos fuera de la Tierra y, a partir de los datos obtenidos, plantear el desarrollo de nuevas tecnologías.
Han sido muchos los animales que han viajado al espacio, algunos tan populares como Laika, la perra rusa que se convirtió en el primer ser vivo en orbitar alrededor de la Tierra. Aunque no sobrevivió a la misión, su vuelo ayudó a entender cómo afecta la ingravidez a los organismos vivos.
Aunque Laika, a la que encontraron en la calle y respondía al nombre de Kudryavka, fue el primer animal astronauta de la historia, no fue el último en atravesar la atmósfera y experimentar la falta de gravedad. Hay muchos otros animales que también han realizado contribuciones significativas a la ciencia, en particular a la investigación espacial, tal y como apunta el podcast Despierta tu Curiosidad de National Geographic.
Diciembre de 1951. Después de tres años enviando monos al espacio, sin éxito, un macaco llamado Yorick, junto a 11 ratones, se convirtió en el primer primate capaz de sobrevivir un vuelo espacial completo. El cohete en el que viajaban alcanzó una altitud de 137 kilómetros desde su lanzamiento en la Base Holloman (Nuevo México) antes de regresar a la Tierra. Al mono lo rescataron ileso y lo sometieron a una serie de exámenes médicos, pero murió dos días después de aterrizar.
Un año más tarde, los monos Patricia y Mike (también acompañados de dos ratones) marcaron un hito en la historia de la investigación espacial al alcanzar los 60 kilómetros. A pesar de no superar la altura mínima para considerar que la misión ha entrado en órbita, los dos primates filipinos volvieron a tierra y los exámenes médicos mostraron que habían tolerado bien el vuelo. Después de su aventura, vivieron en el Zoológico Nacional de Washington hasta morir, por causas naturales.
Los experimentos de la Unión Soviética
Tres años después de que la perra Laika hiciese historia, el programa espacial soviético puso en órbita el Sputnik V, un arca de Noé espacial que en 1960 transportó al espacio a dos perras, un conejo gris, cuarenta ratones, dos ratas, moscas o plantas, así como algunos hongos y bacterias.
A pesar de toda la compañía animal, las perras Belka y Strelka fueron un paso más allá que se predecesora y, además de orbitar la Tierra, consiguieron regresar sanas y salvas. Pasaron un día entero en el espacio y cuando aterrizaron, la Unión Soviética las recibió como auténticas heroínas, encumbradas en símbolos de la carrera espacial soviética.
No todo fueron perros y monos en la carrera científica espacial. Francia, por ejemplo, envió al espacio a la gata Félicette. Fue en 1963, a bordo del cohete Véronique AG1, lanzado desde la base de Colomb-Béchar, en el Sáhara argelino. El felino volvió a tierra, sin daños aparentes, después de un vuelo de 10 minutos y alcanzar una altitud máxima de 152 kilómetros.
Aunque con el paso de los años, el uso de animales en misiones espaciales se ha ido reduciendo, hay algunas excepciones remarcables en la historia de los viajes espaciales. Como la de Arabella y Anita, dos arañas que a bordo de la misión de la NASA Skylab 3 se convirtieron en las dos primeras de su género en volar al espacio. Es más, a Arabella le dio tiempo de tejer la que se considera como primera telaraña hecha en gravedad cero.
Lo mismo ocurre con la cucaracha Hope. Los científicos rusos celebraron en 2007 que que el insecto se convirtió en 2007 se convirtió en la primera criatura capaz de reproducirse en condiciones de ingravidez, con un total de 33 descendientes.