Veinte años sin Ricardo Ortega, el periodismo de la verdad por encima de todo
El periodista fue tiroteado en Haití, tras una trayectoria formidable en la Rusia de los 90 y en Estados Unidos, 11-S incluido.
Hoy hace veinte años fue asesinado Ricardo Ortega, uno de los reporteros más curtidos en conflictos armados: vocacional, valiente, un físico al que el periodismo le llegó por casualidad, pero al que el oficio le apasionó tanto que le llevó a buena parte del mundo para contar la verdad por encima de todo.
Este jueves muchos de sus compañeros han querido recordar para EFE el trabajo de este periodista audaz e independiente, que era capaz de llegar a los lugares más inhóspitos para informar en primera persona de lo que sucedía y lo hacía con la rotundidad que le caracterizaba a sus entradillas de televisión.
De la física al reporterismo en Moscú
Primero lo hizo desde Moscú, donde llegó con una beca de la Unión Soviética para estudiar Físicas, una carrera que compaginó con colaboraciones en algunas radios y como traductor de ruso para EFE, aunque pasó en días a escribir.
Firmó su primera crónica en la agencia junto a Bill Myers, un experimentado redactor con el que viajó pronto a cubrir una guerra, la de Nagorno Karabaj, como se relata en el libro Salgo para Haití, de Corina Miranda y Jesús Martín, en su memoria.
La delegada de EFE en Moscú Silvia Odóriz vio su talento para el periodismo y, cuando hubo una baja en Antena 3 Radio, ella sugirió su nombre. Simultaneo los dos trabajos hasta que EFE hizo un acuerdo con Antena 3 TV para que algunas delegaciones hicieran también crónicas televisivas.
Era febrero de 1994 y Ricardo, que había aprendido un perfecto ruso, empezó su andadura televisiva con su característico tono de voz.
Se movía como pez en el agua en los conflictos que cubrió con el cámara Enrique del Viso. Trabajaron juntos tres años y medio (después con el cámara también de EFE Manuel Única). Cubrieron el desmoronamiento de la Unión Sovietica, las guerras de Chechenia, la de Bosnia, la tragedia nuclear en Chernobyl, pero también realizaron reportajes sobre cómo se desenvolvía la mafia rusa.
"Tenía un don especial, parecía que lo había hecho siempre, que había nacido para eso. Lo suyo era vocacional. Hacia entrevistas de horas y horas para buscar la información, y en ruso. Leía además muchísimo, incluso cirílico, y se lo estudiaba todo antes de ir a un sitio", detalla del Viso.
Hicieron un trabajo muy intenso. Hubo un par de años en los que estuvieron más de 200 días en la guerra y muchas de esas noches tenían que dormir en el suelo o pegados por seguridad.
Eran tiempos en los que, según relata, los periodistas llegaban a las trincheras y se podía hablar con la gente e incluso con los propios guerrilleros, cosa que ahora -dice- no sucede.
La mayor parte de los viajes los hacían solos, pero en ocasiones los preparaba para que se pudieran incorporar algunos reporteros de otros medios. Como hablaba ruso facilitaba el trabajo a los demás, como reconoce la freelance Mónica García Prieto, que colaboraba con Onda Cero.
"Era bastante imaginativo y organizaba todo muy bien. Tenía en la cabeza cómo ir para intentar llegar a un frente. Muy meticuloso. Le gustaba el trabajo de campo y vivir la historia que estábamos cubriendo", comenta Monica.
El 11 S: Nueva York
Quedó cautivado por un mundo en el que a los periodistas "se les daba una credibilidad absoluta y en el que se podía llegar a la verdad de las cosas", según Mónica, quien mantiene que "todo cambió tras el 11 S".
Ricardo vivió ese "cambio en el periodismo", tal y como advierte. El estaba destinado en Nueva York cuando sucedieron los atentados contra las Torres Gemelas, que retransmitió en directo con Matias Prats.
Después informó también de la respuesta militar al atentado, la guerra de Afganistán y de las 'supuestas pruebas' de Naciones Unidas de la existencia de armas de destrucción masiva en Irak, algo que Ortega quiso dejar claro que no se creyó, lo que según algunos compañeros de entonces, como Carlos Hernández, le pudo costar la corresponsalía.
"Ricardo pensaba que eso no tenía ni pies ni cabeza porque sus fuentes le decían lo contrario y cuestionó la necesidad de esa invasión a Irak y el tiempo le ha dado la razón", según cuenta a EFE Corina Miranda, quien coordinaba entonces desde Madrid su trabajo en la tele.
El final, Haití
En el verano de 2003 le cesaron como corresponsal en Nueva York y, según cuenta Corina, le dieron la opción de ir a Madrid, pero él no se veía allí y decidió irse por su cuenta a Haití, donde el presidente Jean-Bertrand Aristide parecía que podía caer en cualquier momento.
El 7 de marzo de 2004 murió tras ser tiroteado cuando cubría una manifestación en Puerto Príncipe de opositores a Aristide. La Audiencia Nacional archivó en 2011 la investigación sobre la muerte al desconocer la autoría de los disparos.
¿En qué podría estar trabajando hoy Ricardo? Es la pregunta que se hacen hoy muchos compañeros. En Ucrania, posiblemente, responde Corina. "Podría ser director de cualquier cadena", replica su cámara y amigo Enrique, quien realmente no lo ve ocupando un despacho. "El -dice- era un periodista de estar en la calle, siempre, siempre observando".