Un apicultor pide no guardar la miel en el sitio más común: "Se vuelve un edulcorante inútil"
Uno de los errores más comunes es almacenar la miel en los armarios de la cocina, especialmente cerca de fuentes de calor como una estufa de gas o un horno.
La miel, este tesoro líquido dorado de la naturaleza, es una delicia para el paladar y aporta al organismo muchos nutrientes valiosos. Pero para que podamos disfrutar plenamente de su sabor y propiedades para la salud, es necesario conservarlo adecuadamente.
Porque no todo el mundo sabe que un almacenamiento inadecuado de la miel puede privarla de sus valiosas propiedades e incluso convertirlo en un producto sin valor nutricional.
El apicultor Wojciech Margowniczy de Wąchock ha compartido para el diario nygammalmat.se sus conocimientos sobre dónde almacenar mejor la miel para que alcance su máximo potencial.
Puede parecer que la miel se puede almacenar en cualquier lugar, pero en la práctica, muchos de los lugares donde la almacenamos están lejos de ser los ideales. Uno de los errores más comunes es almacenar la miel en los armarios de la cocina, especialmente cerca de fuentes de calor como una estufa de gas o un horno. El vapor y el calor generados durante la cocción pueden afectar negativamente a la composición química de la miel.
El apicultor Wojciech Margowniczy destaca que la temperatura ambiente, que suele oscilar entre 20 y 25 grados centígrados, no siempre es adecuada para almacenar miel. La miel expuesta al calor puede comenzar a perder sus propiedades beneficiosas para la salud. En caso de exposición prolongada a altas temperaturas, en la miel también se forma la sustancia hidroximetilfurfural (HMF), que no sólo deteriora la calidad, sino que también puede ser perjudicial para la salud.
¿Cuál es el mejor lugar para almacenar miel?
Para que la miel conserve sus propiedades conviene almacenarla en lugares frescos, secos y con sombra. La mejor opción es la despensa, el sótano o el estante inferior del frigorífico. La temperatura óptima para la miel es inferior a 18 grados centígrados, como suele indicarse en las etiquetas de los tarros.
Además, la miel se puede estropear en dos casos. La primera es la fermentación, que ocurre cuando la miel contiene demasiada agua. Dicho producto comienza a formar espuma y a emitir un olor característico a alcohol. El segundo caso es el almacenamiento prolongado de miel a altas temperaturas, lo que conduce a la formación de hidroximetilfurfural. Esta sustancia no sólo reduce la calidad de la miel, sino que en grandes cantidades puede tener efectos negativos para la salud.
Recuerde que es mejor almacenar la miel en frascos herméticamente cerrados, lejos de la luz solar y de fuentes de calor. Para cantidades mayores, es una buena idea dividir la miel en porciones más pequeñas y guardarlas en diferentes lugares, como la nevera y la despensa. De esta forma se evita el riesgo de que la miel pierda su valor nutricional.
Además, evita abrir el frasco con frecuencia y exponer la miel a la humedad, lo que favorece el proceso de fermentación. Recuerda que incluso los pequeños errores por descuido durante el almacenamiento pueden hacer que las propiedades saludables de la miel se pierdan y se conviertan en solo un edulcorante.