Tú, yo y el alcohol: las historias de quiénes sí y quienes no pudieron superar la enfermedad
Margarita, Paco y José Luis forman parte de esta pandemia silenciosa que tanto daño hace a nuestra sociedad.
Margarita convivió 55 años con su marido, una persona alcohólica. José Luis lleva “en abstinencia” 13 años. En una situación similar está Paco, que cumple 19 sin probar una gota de alcohol. Aunque cada historia es diferente, las tres tienen en común un mismo problema: el alcoholismo.
Según el ministerio de Sanidad, “el alcohol es la sustancia psicoactiva más consumida, y se asocia con una importante carga de enfermedad y mortalidad”. En España, “sigue siendo la droga con mayor prevalencia de consumo”. En cuanto a los efectos que produce en las personas, “es el cuarto factor de riesgo de pérdida de salud”.
De hecho, durante los meses de la pandemia provocada por la Covid-19, los casos de hepatitis y cirrosis a consecuencia del alcohol aumentaron en España, debido a que, precisamente en estos meses, la ingesta de este tipo de bebidas también se incrementó, según un artículo publicado recientemente por El País.
José Antonio Molina, doctor en Psicología con más de 25 años de experiencia en consulta con pacientes adictos, explica que una persona se vuelve alcohólica cuando, a pesar de todas las “consecuencias negativas” que la sustancia tiene en la vida de una persona, esta “sigue bebiendo”.
Es por eso que es tan importante el entorno. En palabras de este profesional, la “unión familiar” es uno de los aspectos que más influye en la recuperación de los enfermos. Aquí también ocupan un papel protagonista las asociaciones de afectados, porque gracias a ellas y a sus grupos de apoyo se evita una gran parte de las recaídas.
"Soy el presidente de la Alcohólicos Rehabilitados de Villaverde (ARVIL), sigo siendo un enfermo y me sigue haciendo falta ir a mis terapias. Además, el primero que tengo que dar ejemplo soy yo”, señala Paco, que, al igual que José Luis, presidente de la Asociación Cultural de Alcohólicos de Alcobendas y San Sebastián de los Reyes (ACAA), acude a las reuniones de ex-alcohólicos manera habitual. “Es un hábito más”, aseguran ambos.
España y el consumo alcohol, en datos
La Encuesta sobre Alcohol y otras Drogas en España (EDADES 2022) muestra que la sustancia más consumida de los últimos doce meses es el alcohol, con un 76,4%, seguido del tabaco (39%), los hipnosedantes (13,1%), el cannabis (10,6%) y la cocaína (2,4%).
Analizando el consumo que tuvo en 2022 la población con edades comprendidas entre los 15 y los 64 años, el documento refleja que cerca del 76% de los encuestados declara haber bebido alcohol "en alguna ocasión" en los últimos doce meses previos a la realización de la encuesta. Hasta un 9% declara haber realizado un consumo diario.
No obstante, es preciso indicar que este porcentaje ha bajado desde 2011. En el caso de las mujeres, la prevalencia al alcohol se encontraba hace doce años en un 5% y en 2022 se situó en el 3,5%. En el caso de los hombres, se ha visto reducida del 15,3 al 14,6%. Otro dato a tener en cuenta es que son las personas mayores de 55 años los más habituados a ingerir alcohol a diario.
En comparación con los datos de 2018, en 2022 hay más gente que consume porque “es saludable o forma parte de una alimentación equilibrada” y cada vez menos personas lo emplean para encajar en un grupo. En cuanto al tipo de alcohol, la cerveza es lo más consumido.
Las asociaciones, un apoyo imprescindible
Todas las fundaciones de este tipo se sustentan bajo los grupos de apoyo. Unos están integrados solo por pacientes, otros por familiares y existen también los mixtos. Esto se debe a que la enfermedad no solo repercute en la vida enfermo, sino que afecta a todo su alrededor por completo.
En el caso de la ACAA, en la actualidad está formada por 350 personas, aproximadamente, un número que varía en el tiempo, porque, aunque la mayoría de los pacientes acude a terapia el resto de su vida, algunos dejan de asistir al centro. Además de los grupos de apoyo, la asociación cuenta con cinco psicólogos en nómina que se suman a los voluntarios ocasionales.
No obstante, no todas las fundaciones tienen capacidad económica para hacer este tipo de contrataciones, como en el caso de ARVIL. La fundación está formada únicamente por los grupos de autoayuda formados por las personas ex-alcohólicas y sus familiares.
En cualquier caso, el presidente de esta fundación de Villaverde asegura que “lo que les viene bien a los pacientes es asistir” a estas asambleas, que se celebran dos o tres veces por semana. Los dos responsables de las asociaciones coinciden en que uno de los momentos más difíciles para el enfermo es la aceptación del problema y acudir de manera regular a estas terapias.
“Cuando uno viene la primera vez es porque sabe que algo pasa”, señala José Luis, aunque admite que “la gente va muy obligada al principio”. De hecho, Paco relata que acudió al lugar en busca de ayuda porque su mujer le llevó. Aunque desde ese día no ha vuelto a beber, admite que durante los dos primeros años de abstinencia no se hacía a la idea de ello.
Durante el proceso de recuperación, el enfermo tiene que ser consciente de que su vida va a cambiar por completo, a fin de evitar así "la ilusión de control" que en ocasiones surge, señala el psicólogo. “Yo cuando llegué a la asociación no era persona. A mí esto me cambió la vida”, relata Paco, que, además, también fue politoxicómano. “Somos alcohólicos rehabilitados”, añade orgulloso.
En palabras del Molina, las terapias son la mejor vía para evitar recaídas debido a la “cronicidad” que caracteriza a la enfermedad, algo de lo que son muy conscientes estos dos ex-alcohólicos. En cuanto al entorno, es importante que los allegados "expresen lo que sienten".
Familiares: las otras víctimas
El marido de Margarita murió con 87 años, y no directamente a causa del alcohol, sino que había llegado su hora. Vivieron juntos los 55 años que estuvieron casados, aunque durante mucho tiempo convivieron como extraños. El alcohol consiguió destrozar esa unión que un día crearon.
“Él nunca reconoció que tenía un problema", relata su mujer. Se volvió solitario, y así es como bebía y vivía en casa. Se resignó a hacerlo el resto de sus días. “La familia entera queda destrozada”, asegura, ya que la pareja tenía tres hijos cuando la enfermedad se hizo ver.
Peleas y discusiones que se volvieron lo habitual en las que tanto hijos como padres estaban involucrados. “Te echas la culpa y piensas que no has estado a la altura, y hasta que te das cuenta de que no es así pasa mucho tiempo”, añade Margarita.
En su caso, el momento llegó gracias a Al-Anon, la asociación de apoyo a familiares de alcohólicos que cumple 60 años en España este 2023 y de la que es miembro desde los 44 años: “Nos apoyamos los unos con los otros. Allí comentamos nuestros fracasos y nuestros éxitos”.
“Hasta ese momento, nunca antes me había planteado mi bienestar”, confiesa compungida. Los grupos de apoyo de la fundación cambiaron su vida, asegura. De esta forma entendió que no se puede ayudar a quien no quiere ayuda, valga la redundancia. “Nadie tiene la llave para que una persona deje de beber, ni siquiera el mejor terapeuta”, opina.
“Yo cambié radicalmente. Con Al-Anon me descubrí. No sabía de qué era capaz. Me saqué el carnet de conducir con 50 años y me compré un coche. La Marga que había sido durante tantos años ya no estaba (…) Hasta que tienes la fuerza para enfrentarte a una vida de sometimiento, pasa un tiempo”, explica.
Aunque en un momento dado dio el paso de divorciarse, llegando a redactar, incluso, una demanda de separación, “sentía compasión”, señala, por lo que finalmente nunca se llevó a cabo una ruptura a nivel legal, aunque sí a nivel personal y emocional.
La familia en sí quedó destrozada. Sus hijos crecieron y terminaron pasando página. Al final, en esa casa convivían dos vidas totalmente paralelas. Él murió resignado, solitario. En cambio, Margarita revivió, porque, como dice el dicho, “no hay mal que por bien no venga”.