Nadie se atreve a abrir la tumba: los arqueólogos se niegan a descubrir un secreto de 2.200 años de antigüedad
El hallazgo, que fue encontrado en 1974, continúa sellado por la inseguridad de los arqueólogos.
En el año 1974 tuvo lugar uno de los mayores descubrimientos arqueológicos de la historia de la humanidad. Como suele ocurrir en muchos casos, el hallazgo se produjo de forma accidental, gracias a unos agricultores de la provincia de Shaanxi, que desenterraron un soldado de terracota. Lo que desconocían era que este era solo el primero de miles.
Tras notificar el primer hallazgo, este fue comunicado a las autoridades, que dieron luz verde al inicio de las excavaciones, y a medida que iban desenterrando, se iban dando cuenta de la dimensión del descubrimiento, y llegaron a la conclusión de que estos enterramientos debieron pertenecer al conocido como padre de China, el rey Qin Shi Huang, quien tiene el reconocimiento de haber unificado China allá por el siglo III a.C, cuando unificó los seis reinos que se encontraban en guerra.
Así, cuando los excavadores arqueológicos entraron de lleno en las labores de desenterramiento, se dieron cuenta de que la importancia del hallazgo era incalculable, ya que encontraron tres cámaras y un total de 8.000 soldados (de infantería y arqueros), además de 130 carros de barro tirados por 520 caballos y 120 caballos de caballería, todos ello a tamaño real y cuyo objetivo era el de custodiar la tumba del rey.
Entre las particularidades tan insólitas destacaba que cada uno de los soldados hechos con terracota contaban con rostros diferentes. Para su construcción, el historiador Sima Qian, que vivió un siglo después que el monarca, aseguró que se emplearon hasta 700.000 personas, responsables de construir el ejército de terracota que custodiaría la tumba real hasta el fin de los días.
Pero ahora existe un problema: la supuesta fragilidad de la construcción. Y es que, los investigadores y arqueólogos no se han atrevido, en más de 50 años a abrir la tumba, que todavía a día de hoy permanece sellada, ya que creen que la estructura, que tiene más de 2.000 años, podría colapsar en el momento en que se produzca cualquier intervención.
Por este motivo, y pese a ser conocedores del valor incalculable del hallazgo, se han mostrado cautos y prudentes ante cualquier intervención, y han optado por esperar a que los avances científicos en un futuro puedan solventar el problema, ya que creen que con las herramientas actuales continúa siendo imposible saber si la estructura podría colapsar.
Pese a ello, Sima Qin aseguró en su día que se trata de un edificio construido de una forma que impediría el colapso, gracias la instalación de trampas que protegen la zona. "Se construyeron palacios y torres para cien dignatarios, y la tumba estaba llena de objetos raros y tesoros maravillosos. A los artesanos se les ordenó fabricar ballestas y arcos con flechas para disparar a cualquiera que entrara en la tumba. Se utilizó mercurio para simular los cien ríos, el Yangtsé y el río Amarillo, y el gran mar, y se hizo fluir mecánicamente".
Aunque es muy probable que las ballestas y los arcos no funcionen después de más de dos mil años, el mercurio sí que puede continuar teniendo efectos adversos más allá de su vida útil.