Mujeres musulmanas alzan la voz en el 8-M: "Antes nos llenábamos la boca diciendo que éramos feministas y ahora nos retractamos"

Mujeres musulmanas alzan la voz en el 8-M: "Antes nos llenábamos la boca diciendo que éramos feministas y ahora nos retractamos"

Critican en el Día Internacional de la Mujer el carácter "excluyente" y "paternalista" del movimiento: "Para ser feminista hay que cumplir con ciertos cánones".

Dos mujeres musulmanas participan en la manifestación del 8-M de Madrid en 2018SOPA Images

La imagen se ha repetido habitualmente en el pasado, pero sigue llamando la atención: mujeres musulmanas participando de forma activa en las diferentes marchas del 8-M, gritando lemas y portando pancartas que reivindican la igualdad de la mujer. Algunos suelen mirar la escena extrañados, otros observan en silencio mientras en sus cabezas se suceden siempre las mismas preguntas: ¿Por qué acuden estas mujeres año tras año a la manifestación feminista ataviadas con el hiyab? ¿No es una prenda represora y un instrumento de control patriarcal? ¿No es, de hecho, el Islam una religión machista que oprime a la mujer?

Mariam Barouni ha sido una asidua a la marcha del 8-M en el pasado. En 2018, un periodista la entrevistó en directo para un programa de una televisión estatal. Probablemente, al reportero también le llamó la atención su presencia en la protesta. "El machismo no tiene nada que ver con la religión", clamaba ella detrás de una pancarta donde se podía leer el siguiente lema: "De tonta, no tengo un velo". 

Cinco años después, Mariam ha tenido muchas dudas sobre si acudir o no a la manifestación convocada para este miércoles en Valencia, ciudad en la que vive. Según ella, las cosas han cambiado mucho dentro del movimiento feminista en estos últimos años. La mujer, de 37 años y miembro del Centro Cultural Islámico, admite a preguntas del HuffPost que tiene un "debate interno" sobre si la actual lucha que simboliza el movimiento del 8-M representa a las musulmanas. "Nos encontramos ante un feminismo que dice amparar a todas 'todas las mujeres', pero las que somos diversas y de diferentes credos, no estamos incluidas bajo ese paraguas de feminismo blanco. Hay un discurso excluyente dentro del feminismo y algunas parecen no entender que todas las luchas son válidas", explica. 

En un año de gran división dentro del feminismo por la aprobación de polémicas leyes como la ley trans o el "sólo sí es sí" - lo que ha llevado a que por las calles de Madrid discurran este miércoles dos diferentes manifestaciones - el movimiento se enfrenta a su necesidad de convertirse en un foco aglutinador, plural y diverso, donde no haya una sola voz o una única manera de entender el feminismo. Y es ahí donde puede encallar su lucha: a las discrepancias políticas, tan visibles en un año como este, se unen también las evidentes diferencias por edad, costumbres o religión. 

Según las cifras estadísticas, más de un millón de mujeres en España son musulmanas. Pero su presencia en cualquier acto en favor de los derechos de la mujer o de la igualdad de género queda habitualmente reducida a la marginalidad. "En algunas ponencias me han llegado a decir que yo no tengo derecho a hablar de feminismo por llevar velo. Y cuando me puedo sentir excluida, me cuestiono si todo el movimiento me representa. El feminismo es racial o no lo es", cuenta Mariam. 

Para ella, ese discurso "excluyente" del "feminismo blanco eurocolonial" establece que para ser feminista "hay que cumplir "con ciertos cánones". "Basta que salga una mujer musulmana para que aparezcan comentarios como 'tú no eres feminista' o 'tu religión te oprime...' Hasta se me cuestiona la capacidad de ser mujer libre", explica. Por eso, el lema para su marcha en 2019 tenía también un mensaje muy claro: "Mujeres, el feminismo debe ser inclusivo".

Cuando le preguntamos a Mariam si muchas de las mujeres que visitan su centro cultural - sobre todo, las más jóvenes - se consideran feministas, ella responde: "Digamos que hay un movimiento de mujeres musulmanas luchadoras por la igualdad porque el feminismo empieza a no representar a muchas. Antes nos llenábamos la boca diciendo que éramos feministas y ahora nos retractamos", razona.

"Paternalismo" hacia la mujer musulmana dentro del feminismo 

Al igual que Mariam, Noha también ha acudido varias veces a manifestaciones del 8-M. Esta médica de 34 años es cofundadora de Achime, una asociación madrileña de mujeres musulmanas que nació en 2012 con la idea de convertirse en una esfera donde "puedan compartir experiencias y expresarse sin ser juzgadas". "Durante las marchas nos han hecho fotos sin permiso para publicarlas en determinados medios islamófobos diciendo que es contradictorio practicar el Islam y ser defensora de los derechos de la mujer. Y eso es totalmente falso", se queja.

Noha sí tiene previsto acudir este miércoles a una de las marchas convocadas en Madrid, aunque admite que en los últimos años se ha mostrado más reticente a participar porque  "el movimiento 8-M se ha ido cerrando a una forma única de entender el feminismo". "Pero es necesario estar, aunque no me incluyan", razona. 

Noha lamenta, especialmente, el sentimiento "paternalista" que el feminismo tiene muchas veces hacia la mujer musulmana. "Es como si pensaran que nos han comido el cerebro y no podemos decidir por nosotras mismas. El feminismo de hoy busca voces que validen sus propios prejuicios", detalla. 

El hijab enfrenta a las propias creyentes del Islam

Dentro del saco de ideas preconcebidas hacia el Islam y lo que representa, subyace una por encima del resto: es una religión machista que oprime la libertad de las mujeres y las convierte en una fuerza sumisa ante el hombre. Hajar Samadi vive en Bilbao y forma parte de Bidaya, un punto de referencia para las mujeres musulmanas y afines al Islam que viven en el País Vasco. Al igual que Mariam, ella también detecta entre las chicas que acuden a la asociación una evidente desafección al movimiento feminista. "Las mujeres musulmanas se sienten muy excluidas del feminismo, sobre todo las más jóvenes. Nos ven como atrasadas por llevar velo", advierte. Además, rechaza de forma tajante que se asocie el Islam con el machismo. "Es como si dijéramos que el deporte es machista. Hay situaciones en las que sí, pero el deporte no es en general machista. Pues lo mismo con el Islam", explica.

Mariam comparte la misma idea que su compañera. "Mi religión ya me garantiza la igualdad con respecto al hombre. La que no me la garantiza es la cultura patriarcal que existe en todos los territorios, no sólo en los países musulmanes", admite. Y Noah, a su vez, subraya que ella ha "elegido" esta religión "por convicción, no por tradición". "Y porque considero que es justa", razona.

Pero dentro de la comunidad musulmana, hay mujeres que discrepan sobre esta postura. Para algunas creyentes, siguiendo a la autora Najat El Hachmi, el hijab es un instrumento de control patriarcal sobre la mujer. "Una prisión ambulante", señalaba en una entrevista la escritora de origen marroquí en El País. Y otras mujeres como la activista Fátima El Himmer ven incongruente que una musulmana acuda al 8-M luciendo el velo. Mariam, sin embargo, lo vive como "una liberación" y "un acto de rebeldía". "Yo elijo como mujer qué ponerme o a quién enseñar y a quién no. Y con él, también digo que el cuerpo es mío y lo cubro y destapo con quién quiero. Es mi revolución contra los cánones de moda y el prototipo de mujer que impera hoy en día", explica.

Noah, que pasa consulta con el hiyab puesto, asegura que nunca ha tenido problemas por llevarlo en su centro de salud y niega que simbolice la sumisión de la mujer hacia el hombre. "Yo fui a un colegio de monjas y ellas también iban tapadas. Pero la gente considera que ellas se cubren por espiritualidad y nosotras por un hombre. Hay un prejuicio muy claro. Nosotras reivindicamos el derecho a las mujeres a decidir qué quieren hacer con sus cuerpos. Como musulmanes no hay cabida para la coacción, eso también lo dice el Islam", asegura.

Hajar Samadi concluye sobre este debate que hay "diferentes opciones" de ser mujer y todas ellas deben ser aceptadas. "A mí, por ejemplo, no me gusta cuando se representa a la mujer con una silueta desnuda", asegura. Pero cree que, dentro del feminismo, hay mucho que aprender "las unas de las otras". "Estoy cansada de que todas las referentes que promueve el feminismo sean occidentales blancas. ¿Dónde está Fátima Al Fihri, la primera mujer que creó una institución universitaria en el mundo? ¿Dónde están todas esas mujeres cultas que han dejado huella en el islam? Hay más historia en el mundo además de Europa. Espero que el feminismo acabe abriendo la mente", sentencia. 

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Licenciado en periodismo por la Universidad Carlos III. Actualmente, es jefe de política en El Huffington Post, tras nueve años como coordinador en ABC, cuatro como director digital en el grupo COPE y seis meses en Mediaset. Puedes contactar con él en javier.escartin@huffpost.es