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Los ladrones acechan a un paso de la cama del anciano de 91 años: los ve y toma una decisión que le salva del encuentro

Los ladrones acechan a un paso de la cama del anciano de 91 años: los ve y toma una decisión que le salva del encuentro

La sangre fría de un anciano: cómo fingir estar dormir lo salvó de un robo en su casa.

Los ladrones llegaron hasta el pie de la cama del anciano.GoodLifeStudio

En la apacible localidad de Bocca di Strada, entre Mareno y Santa Lucía di Piave, Giovanni, un hombre de 91 años, vivió una experiencia que jamás olvidará. Durante la noche, unos ladrones irrumpieron en su casa mientras él dormía, pero su ingeniosa decisión de mantenerse quieto y fingir estar dormido probablemente le salvó la vida.

Todo comenzó alrededor de las 23:00 horas, cuando Giovanni, ya acostado, escuchó ruidos inquietantes. “Eran golpes fuertes en la puerta, como si estuvieran usando un martillo”, relató. En cuestión de segundos, las sombras de los intrusos aparecieron proyectadas en las paredes, acompañadas por el movimiento errático de una linterna.

En ese momento crítico, Giovanni optó por la calma. “Pensé que lo mejor era quedarme quieto, cerrar los ojos y fingir que dormía”, recordó.

Mientras los ladrones registraban cada rincón de la casa, Giovanni permaneció inmóvil en su cama. “Se movieron por todas las habitaciones, incluso revisaron el baño. Finalmente llegaron hasta mi dormitorio”. A tan solo centímetros de su cama, los intrusos tomaron su cartera, que estaba en la mesilla de noche, y extrajeron los 40 euros que contenía.

Curiosamente, no se llevaron sus documentos personales. Giovanni revivió ese momento con angustia: “Por un instante sentí que mi corazón dejaba de latir. Pero sabía que reaccionar podía empeorar todo”.

Tras registrar la casa sin encontrar más objetos de valor, los ladrones decidieron marcharse. Giovanni los escuchó murmurar: “Vámonos, aquí no hay nada”. Solo entonces se atrevió a respirar aliviado. Aunque el peligro había pasado, el miedo tardó en disiparse. “Me quedé inmóvil durante dos horas antes de reunir fuerzas para levantarme”, confesó. “Era como si el terror me hubiera paralizado”.