La teoría de los 16 deseos básicos que te ayudará a sacar motivación de la nada
Se basa en la idea de que estos deseos básicos son innatos y que cada persona tiene una combinación única que determina su personalidad y comportamiento.
La teoría de los 16 deseos básicos, propuesta por Steven Reiss, es una de las teorías más interesantes y completas sobre la motivación humana. Esta teoría sugiere que existen 16 deseos fundamentales que guían prácticamente todos los comportamientos humanos. Estos deseos son universales y se encuentran en todas las personas, aunque en diferentes grados de intensidad. La teoría de Reiss se basa en la idea de que estos deseos básicos son innatos y que cada persona tiene una combinación única de estos deseos que determina su personalidad y comportamiento.
La motivación es un estado interno que activa, dirige y mantiene la conducta. Es lo que explica por qué las personas o los animales inician, continúan o terminan un cierto comportamiento en un momento determinado. Los estados motivacionales se entienden comúnmente como fuerzas que actúan dentro del agente y que crean una disposición para participar en un comportamiento dirigido a un objetivo.
A menudo se sostiene que los diferentes estados mentales compiten entre sí y que solo el estado más fuerte determina el comportamiento. Esto significa que podemos estar motivados para hacer algo sin hacerlo realmente. El estado mental paradigmático que proporciona motivación es el deseo. Pero puede que varios otros estados, como las creencias sobre lo que se debe hacer o las intenciones, también proporcionen motivación.
La motivación puede ser intrínseca, si la actividad se desea porque es intrínsecamente interesante o agradable, o extrínseca, si el objetivo del agente es una recompensa externa distinta de la actividad en si. Se ha argumentado que la motivación intrínseca tiene resultados más beneficiosos que la motivación extrínseca. Los estados motivacionales también pueden clasificarse según si el agente es plenamente consciente de por qué actúa como lo hace o no, lo que se conoce como motivación consciente e inconsciente.
La motivación está estrechamente relacionada con la racionalidad práctica. Una idea central en este campo es que debemos estar motivados para realizar una acción si creemos que debemos realizarla. No cumplir con este requisito resulta en casos de irracionalidad, conocidos como akrasia o debilidad de la voluntad, en los que hay una discrepancia entre nuestras creencias sobre lo que debemos hacer y nuestras acciones.
La investigación sobre la motivación se ha empleado en varios campos. En el campo de los negocios, una cuestión central se refiere a la motivación laboral, por ejemplo, qué medidas un empleador puede utilizar para garantizar que sus empleados estén motivados. La motivación también es de particular interés para los psicólogos de la educación debido a su papel crucial en el aprendizaje de los estudiantes. En este ámbito, se ha prestado atención especial a los efectos de la motivación intrínseca y extrínseca.
La motivación se define comúnmente como lo que explica por qué, las personas o los animales inician, continúan o terminan un cierto comportamiento en un momento determinado. También puede definirse como «el señalamiento o énfasis que se descubre en una persona hacia un determinado medio de satisfacer una necesidad, creando y aumentando con ello, el impulso necesario para que ponga en obra ese medio o acción, o para que deje de hacerlo» o como «la raíz dinámica del comportamiento »; es decir, «los factores o determinantes internos que incitan a una acción». La motivación es un estado interno que activa, dirige y mantiene la conducta. La palabra deriva del latín motivus o motus, que significa ‘causa del movimiento’.
Los estados motivacionales vienen en varios grados de fuerza15. Cuanto mayor sea el grado, más probable es que el estado influya en el comportamiento. Esto a menudo está relacionado con fuerzas que actúan desde dentro del agente y que resultan en un comportamiento dirigido a un objetivo. Un problema de definir la motivación en términos de fuerzas internas es que es muy difícil medirlas, razón por la cual los teóricos con mentalidad empírica suelen preferir definiciones más vinculadas al comportamiento observable16. Un enfoque es definir la motivación en términos de la flexibilidad del comportamiento del animal. Esta flexibilidad implica un comportamiento dirigido a un objetivo que cambia a medida que el animal aprende a través de nuevas experiencias.
Las ratas, por ejemplo, pueden aprender a atravesar laberintos complicados para satisfacer su hambre. El comportamiento alimentario de las moscas, por otro lado, no es flexible en este sentido. Desde este punto de vista, estamos justificados para atribuir estados motivacionales a las ratas pero no a las moscas19. Pero se ha argumentado que hay casos de motivación sin comportamiento flexible. Una persona totalmente paralizada, por ejemplo, podría seguir teniendo motivación a pesar de ser incapaz de participar en comportamiento. Esto significa que la flexibilidad aún puede ser una marca suficiente pero no necesaria de motivación.
Algunas definiciones enfatizan la continuidad entre la motivación humana y animal, pero otras establecen una clara distinción entre las dos. Esto a menudo está motivado por la idea de que los agentes humanos actúan por razones y se comprometen con las intenciones que forman, mientras que los animales simplemente siguen su deseo más fuerte. Las definiciones causalistas enfatizan la relación causal entre la motivación y el comportamiento resultante. Las definiciones no causalistas, por otro lado, sostienen que la motivación explica el comportamiento de una manera no causal.
La motivación es lo que explica por qué las personas o los animales inician, continúan o terminan un cierto comportamiento en un momento determinado. Los conductistas han tratado de dar tales explicaciones únicamente en términos de la relación entre la situación y el comportamiento externo observable. Pero la misma entidad a menudo se comporta de manera diferente a pesar de estar en la misma situación que antes. Esto sugiere que la explicación necesita hacer referencia a estados internos de la entidad que median el vínculo entre estímulo y respuesta.
Entre estos estados internos, los psicólogos y filósofos están más interesados en los estados mentales. El estado mental paradigmático que proporciona motivación es el deseo4. Pero se ha argumentado que varios otros estados, como las creencias sobre lo que uno debe hacer o las intenciones, también pueden proporcionar motivación65.
Una distinción importante es entre estados que proporcionan motivación siempre cuando están presentes, a veces denominados “actitudes esencialmente constitutivas de motivación” (essentially motivation-constituting attitudes), mientras que otros estados proporcionan motivación supeditada a ciertas circunstancias u otros estados. Se ha argumentado que un deseo de realizar una acción, un llamado deseo de acción (action-desire), siempre proporciona motivación. Este es el caso incluso si el agente decide no realizar la acción porque hay otros problemas más urgentes. Una creencia instrumental sobre cómo alcanzar un objetivo determinado, por otro lado, proporciona motivación supeditada a que el agente actualmente tenga ese objetivo en ese momento.
Podemos desear muchas cosas además de acciones, como que nuestro equipo de fútbol favorito gane su próximo partido o que se establezca la paz mundial. Si estos deseos proporcionan motivación depende, entre otras cosas, de si el agente tiene la capacidad de contribuir a su realización. Mientras que algunos teóricos aceptan la idea de que el deseo es esencial para la motivación, otros han argumentado que podemos actuar incluso sin deseos. En cambio, la motivación puede basarse, por ejemplo, en la deliberación racional.
Desde este punto de vista, ir a una endodoncia dolorosa está motivado en la mayoría de los casos por la deliberación y no por el deseo de hacerlo. Por lo tanto, puede ser que el deseo no es esencial para la motivación. Pero los opositores de la tesis de que hay motivación sin deseos pueden rechazar el análisis de tales ejemplos. En cambio, pueden argumentar que ir a la endodoncia es deseado en algún sentido, aunque también hay un deseo muy vívido presente en contra de hacerlo.
Otra distinción importante es entre deseos ocurrentes y parados (occurrent and standing desires). Los deseos ocurrentes son conscientes o de otra manera causalmente activos, en contraste con los deseos parados, que existen en algún lugar en el fondo de la mente. Si Dhanvi está ocupada convenciendo a su amiga de ir de excursión este fin de semana, por ejemplo, entonces su deseo de ir de excursión está ocurrente. Pero muchos de sus otros deseos, como vender su viejo coche o hablar con su jefe sobre una promoción, son meramente parados durante esta conversación. Solo los deseos ocurrentes pueden actuar como fuentes de motivación. Pero no todos los deseos ocurrentes son conscientes. Esto deja abierta la posibilidad de motivación inconsciente.
Algunos teóricos, a menudo de tradición humeana, niegan que estados distintos de los deseos puedan motivarnos. Cuando tal punto de vista se combina con la idea de que los deseos vienen en grados, puede conducir naturalmente a la tesis de que siempre seguimos nuestro deseo más fuerte. Esta teoría puede ser modificada de la manera en que siempre seguimos el curso de acción con la mayor fuerza neta de motivación. Esto explica los casos en los que varios deseos más débiles recomiendan el mismo curso de acción y juntos superan al deseo más fuerte.
Se han planteado varios tipos de objeciones contra esta tesis. Algunos basan sus argumentos en la suposición de que tenemos libre albedrío, lo que significa que depende del agente lo que hacemos. Desde esta posición, es natural rechazar un punto de vista que permita que el comportamiento esté determinado por los deseos y no por el agente. Otros señalan contraejemplos, como cuando el agente actúa por un sentido del deber a pesar de que tiene un deseo mucho más fuerte de hacer otra cosa.
Una línea de argumentación sostiene que hay una diferencia importante entre la motivación basada en un deseo y una intención de actuar: una intención implica algún tipo de compromiso o identificación con el curso de acción previsto. Esto ocurre por parte del agente y no está presente en los deseos regulares.