La relación entre la Legión española y el código samurai
El Bushido, el código de los guerreros del antiguo Japón que exigía lealtad y honor hasta la muerte.
El militar José Millán Astray asentó la fundación de La Legión española en Ceuta sobre tres pilares: la Legión Extranjera francesa, los viejos Tercios de Flandes y el Bushido, el código de vida de los samuráis.
Durante los años de servicio militar de Astray, este entró en contacto con diferentes filosofías orientales debido a la cercanía de sus destinos. Y es que, de acuerdo con la mayoría de los expertos, sería durante su estancia en Filipinas donde comenzaría a interesarse por los planteamientos del Bushido, un término japonés que significa “el camino del guerrero” y se refiere al código ético y moral que seguían los samuráis, los guerreros de la antigua sociedad feudal japonesa.
A través de una traducción francesa de «Bushido: El alma de Japón» (1900) de Inazo Nitobe, Astray comenzó a fascinarse con los planteamientos que habían desarrollado estos míticos guerreros japoneses, pues se basaban en principios como la lealtad, el honor, la justicia, el valor, la compasión, la honestidad y el autocontrol. El Bushido, ante todo, era una ética de sacrificio y de honor; de lealtad y de muerte. Poco a poco, la ética militar del país del Sol Naciente fue introduciéndose en su forma
Tal fue su fascinación por esta obra que Millán Astray fundaría la legión bajo estos dogmas, afirmando con convicción en sus discursos que “El legionario español es también samurái y practica las esencias del Bushido: Honor, Valor, Lealtad, Generosidad y Espíritu de Sacrificio”. Así, sus soldados serían los Novios de la Muerte y se les pediría que, llegado el momento, no dudasen en dar su vida por la patria. El máximo objetivo era su nación, y su honor morir por ella. Al igual que los samuráis practicaban el seppuku (Conocido habitualmente como harakiri), apuñalándose en las tripas como suicidio ritual tras una derrota o un acto deshonroso, el legionario debía luchar con valor hasta morir en el campo de batalla.
De igual manera, el Bushido disolvía la identidad individual, convirtiendo al guerrero en una herramienta en manos de su honor. Así lo pensaba también Astray, que entendía la Legión como un renacer de los hombres, que venían a luchar por su país. Daba igual el origen o los crímenes anteriores, al unirse a la Legión, los soldados renacían para él como hombres de honor y con un único objetivo: morir por España.
Tanta sería su admiración que, más allá de esto, tras la finalización de la Guerra Civil, favorecería la difusión de estos ideales desde su posición privilegiada en el régimen. En 1941 ayudaría a traducir del francés «El alma de Japón», introduciendo un prólogo de su propia autoría en el que destacaba la importancia de estas enseñanzas y sus valores, sobre todo entre los jóvenes. Así, el general recomendaba la difusión de este libro «principalmente entre la juventud escolar», entendiendo que una nueva generación surgida tras la guerra debía tener una ética renovada.
Astray llevó al extremo esta ética de sacrificio ya que fue perdiendo miembro tras miembro en el campo de batalla hasta quedar totalmente mutilado.