La aldea española abandonada que transporta a la Capadocia
A menos de una hora de Madrid.
A quién no le va a gustar escaparse un fin de semana, ¡a quién no le va a gustar! Y si se parece a la capadocia turca, y si está a menos de una hora de Madrid y las provincias de alrededor, más aún.
Lo normal es que, cuando se piensa en territorios exóticos o paisajes de ensueño, lo primero que se venga a la cabeza sea que haya que comprar unos billetes de tren o un avión para viajar lejos del lugar donde se vive. Pero no es, por tanto, el caso. Este pequeño pueblo de Castilla, que es tan pequeño que tiene el rango de aldea, está excavado en la roca, formando huecos y emplazamientos habitables que en la actualidad, sin embargo se encuentran cerrados al público.
Por contra, sigue siendo impresionante verlos incluso limitándonos al exterior debido a su gran belleza. Se trata de Cívica, que se encuentra entre Brihuega y Masegosa de Tajuña, en la región de la Alcarria, zona también conocida por sus hermosos campos de lavanda, otra de las escapadas imprescindibles durante la floración de esta planta, según informa Abc.
Uno de los grandes atractivos que hacen que visitarla sea casi una obligación, es su gran semejanza con las cuevas de la Capadocia en el corazón de Turquía, conocidas por sus colinas en forma de panal y construcciones que se atribuyen popularmente a postales de cuentos de hadas. Además, una de las estampas más famosas es el cielo de Capadocia mientras la sobrevuelan cientos de globos aerostáticos.
El origen de Cívica
Según informa Abc, varias investigaciones y la información del Ayuntamiento de Brihuega indican que esta zona fue habitada por judíos sefardíes y monjes templarios durante la Edad Media, los cuales utilizaron los saltos de agua del lugar para hacer una fábrica de papel. En la actualidad se sabe que la construcción de Cívica la llevó a cabo el sacerdote Aurelio Pérez, entre el 1950 y el 1970, tras heredar esos terrenos.
Así el hombre pasó 20 años de su vida construyendo esta aldea con la intención de que fuera todo un santuario. Según se cuenta, fue el mismo Pérez el que excavó, talló y grabó las piedras que se pueden admirar a día de hoy, siendo este un lugar único en España.