Inciensos, velas y difusores: las armas de un pueblo de 1000 habitantes para luchar contra el olor a col podrida durante 3 años
"Es un infierno", aseguran los vecinos.
En Tracy-le-Val, un pequeño pueblo de Oise, Francia, el aire acarrea un hedor penetrante y nauseabundo que perturba la tranquilidad de sus 1.000 habitantes. Este fenómeno lleva ya tres años afectando periódicamente a la comunidad, con un olor que muchos describen como "a col podrida", obligando a los vecinos a tomar medidas desesperadas.
Para algunos residentes, como Hervé Lefranc, la situación es insostenible. "Es un infierno", confiesa a TF1 Info. Si bien, el olor no es permanente, sí convive con los vecinos durante gran parte del año: "Creo que estamos entre 80 y 100 días al año".
Eso obliga a los habitantes a "esconderse en casa", donde Hervé ha tenido que recurrir a inciensos, velas y difusores para intentar mitigarlo. "No es posible de otro modo. De lo contrario, ya no respiraremos en casa. Es un infierno. No debemos sufrir anomalías como estos olores pútridos que nos atrapan en la garganta y que nos molestan constantemente".
El hombre, que padece apnea del sueño, cuenta cómo incluso mientras duerme, el olor logra infiltrarse en su mascarilla: "Te despierta. Es más potente con la mascarilla que sin ella". Hervé no está solo en su frustración. Otros vecinos también relatan cómo este olor, que describen como una mezcla entre huevos podridos y secreciones, arruina su calidad de vida.
El origen bajo sospecha: residuos cercanos
Los vecinos y el alcalde, Claude Servais, se han unido para investigar el origen del hedor. Sus esfuerzos apuntan a dos centros de tratamiento de residuos en la localidad vecina de Moulin-sous-Touvent: una planta de compostaje y un vertedero que recibe 40.000 toneladas de desechos domésticos al año.
"Cuando nos ubicamos en un lugar y el viento sopla desde ciertas direcciones, sentimos los olores. Si nos movemos, desaparecen. Esto nos permite señalar un posible origen", explica el alcalde. Sin embargo, hasta ahora, ningún estudio ha confirmado esta hipótesis.
Por su parte, Suez, la empresa que opera el centro de compostaje, niega cualquier relación con las molestias olfativas. La compañía asegura que "los problemas de olores comunicados por los residentes locales no están relacionados con el funcionamiento de la plataforma de compostaje GL Organosol", un punto respaldado, según ellos, por las autoridades locales y la prefectura.
'La brigada de la nariz': vecinos en acción
Ante la falta de respuestas oficiales, los residentes han tomado la iniciativa formando la 'brigada de la nariz' con el objetivo rastrear el origen del hedor, recopilar datos y alertar a las autoridades en cuanto detectan el olor. Asimismo, alerta sobre el impacto que puede tener esta situación en su salud.
"Alguien podría estar envenenando a nuestros hijos. Ese es el verdadero problema. Las autoridades públicas deben responder a ello", advierte David, miembro del colectivo. "La gente se siente mal y vomita. Queremos saber qué es este gas y qué está ocurriendo", reclama.
Los residentes proponen que los residuos sean enviados a incineradores ubicados a mayor distancia para evitar su acumulación en los alrededores del pueblo. Mientras tanto, cada nueva ola de olores genera denuncias a la Dirección Regional de Medio Ambiente, Planificación y Vivienda (DREAL).