Éste fue el accidente nuclear que empujó a España hacia el mismísimo borde de la catástrofe
Se cumplen 35 años del suceso más grave ocurrido en nuestro país
El próximo mes de octubre se cumplen 35 años de uno de los accidentes más peligrosos ocurridos en España. Una noche se prendió una chispa en la central nuclear de Vandellòs I, en Tarragona. Esto provocó un incidente tan grave que acabó dejando inoperativa esa instalación para siempre.
El 19 octubre de 1989 por la noche se originó un incendio en la sala de turbinas, al que le siguió una inundación. Esto provocó el incidente nuclear más grave ocurrido en España, y fue apenas tres años después del de Chernóbil. Los hechos se clasificaron como “incidente importante”, de nivel 3 en la Escala Internacional de Sucesos Nucleares y Radiológicos (Escala INES), es decir, de los más graves que pueden suceder.
Al principio, lo primordial era apagar el incendio porque el reactor nuclear estaba a punto de llegar a su temperatura máxima, como narraron posteriormente los testigos. Pero el ruido de los disparos de las válvulas de seguridad empezó a complicar las cosas, de forma que empezó a entrar humo en la sala de control de la nuclear. Uno de los problemas fue que parte del cuerpo de bomberos que intervino en este suceso no tenía formación en este tipo de actuaciones.
Casi a oscuras, entre los trabajadores de la planta y los bomberos intentaron sofocar las llamas. Pero el incendió inutilizó los sistemas de seguridad cuando el problema principal pasó a ser que el agua estaba inundando la central. Los sistemas de refrigeración de un reactor amenazan entonces con traspasar los muros y expulsar su contenido radiactivo al exterior. Y los trabajadores, bomberos y voluntarios se centraron en achicar agua mientras a la vez luchaban por sofocar el fuego. Fue una noche crítica para nuestro país.
Al amanecer lograron llevar a la central nuclear a lo que se denomina "parada segura". A las diez de la noche comenzaron a combatir el fuego y no pararon hasta las cuatro de la madrugada, hora en la que se dio por extinguido. Pero, en el caso del agua, las labores de achique tuvieron que seguir a las 10.00 de la mañana del día siguiente. Fue cuando se logró que la inundación ya no fuera un peligro para el funcionamiento de la central.
Gracias a estas actuaciones, consiguieron que el material radiactivo no saliese al exterior, algo peligrosísimo para las poblaciones cercanas, así como que la presión del reactor no alcanzase el máximo de los 30 bares, sino que se quedase justo en 29.
Al final no hubo ni fallecidos ni heridos, pero sí hubo un juicio en el que se acabó por exonerar a los directivos de la empresa propietaria. A pesar de ello, el Consejo de Seguridad Nuclear reconoció que la central no había aplicado los criterios básicos de seguridad que, hoy en día, rige toda central, así como los fallos que hubo, según han reconocido numerosos expertos en este tema, al no alertar a las autoridades de la gravedad del asunto.