Esta es la montaña más alta del mundo y así fue la épica misión para mediarla
Encierra peligros como el mal de altura, clima extremo y viento, además de riesgos como avalanchas y el cruce por la cascada de hielo de Khumbu.
El Monte Everest, conocido como Sagarmāthā en Nepal y Chomolungma en el Tíbet, se alza majestuosamente sobre la cordillera del Himalaya, marcando la frontera entre China y Nepal. Con sus 8848,86 metros de altitud, es reconocido como el punto más elevado de la Tierra, un título que ha cautivado y desafiado a exploradores y científicos por igual.
La historia de la medición del Everest es tan fascinante como la montaña misma. A lo largo de los siglos, numerosas expediciones han buscado conquistar sus cimas y desentrañar sus misterios. En 1802, el Gran Proyecto de Topografía Trigonométrica de la India, emprendido por el gobierno británico, marcó el inicio de una serie de esfuerzos meticulosos para cartografiar y medir esta gigantesca masa de roca y hielo. Sin embargo, no fue sino hasta 1856 que el matemático indio Radhanath Sikdar, utilizando cálculos trigonométricos basados en observaciones detalladas, identificó al Everest como el pico más alto del mundo.
La determinación de la altura exacta del Everest ha sido objeto de debate y estudio continuo. Aunque la cifra oficialmente reconocida por China y Nepal es de 8848 metros, mediciones más recientes sugieren una altitud ligeramente superior de 8848,86 metros. Este dato refleja no solo la magnitud de la montaña, sino también la complejidad inherente a su medición, influenciada por factores como la refracción de la luz y la forma geoidal de la Tierra.
El Everest no solo es un icono geográfico, sino también un símbolo de las aspiraciones humanas. La montaña ha atraído a innumerables alpinistas, algunos de ellos montañeros altamente experimentados, que buscan alcanzar su cima a través de las rutas del sureste en Nepal o del norte en el Tíbet. A pesar de que la ruta estándar no presenta retos técnicos significativos, el Everest encierra peligros como el mal de altura, clima extremo y viento, además de riesgos como avalanchas y el cruce por la cascada de hielo de Khumbu.
Los primeros intentos documentados de alcanzar la cima provienen de montañeros británicos en la década de 1920, quienes, enfrentándose a la prohibición de acceso por parte de Nepal, intentaron la ascensión por la arista Norte desde el lado tibetano. La expedición británica de 1953, con Tenzing Norgay y Edmund Hillary, logró finalmente el primer ascenso oficial por la ruta de la arista Sureste, marcando un hito en la historia del alpinismo.
El Everest continúa siendo un desafío para la humanidad, un recordatorio de nuestra pequeñez frente a las fuerzas de la naturaleza y un testimonio de nuestro deseo inquebrantable de superar nuestros límites. Su imponente presencia sigue inspirando a generaciones de aventureros y científicos, ansiosos por escribir sus propias páginas en la crónica de esta montaña legendaria.